8. Hombre inapasionable, prenda de la mayor alteza de ánimo (1). Su misma superioridad le redime de la sujeción a peregrinas vulgares impresiones (2). No hay mejor señorío que el de sí mismo, de sus afectos, que llega a ser triunfo del albedrío (3). Y cuando la pasión ocupare lo personal, no se atreva al oficio, y menos cuanto fuere más: culto modo de ahorrar disgustos y aún de atajar para la reputación. (4)


(1)   Lo mejor para ser valiente es conservar la sangre fría.


(2)   Quien se desapasiona no se deja impresionar por cualquier cosa: está por encima de ello.


(3)  He aquí la invocación de Sancho en el antepenúltimo Capítulo del Quijote: “ … recibe también tu hijo D. Quijote, que si viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo, que según él me ha dicho, es el mayor vencimiento que desearse puede".


(4)  Aquí Gracián pide valentía para que las adversas condiciones personales no afecten al desempeño del trabajo. Naturalmente eso sólo lo consiguen los muy valientes. El mejor proyectista que tenía entonces a mi cargo empezó a flaquear en el trabajo sin que yo pudiera averiguar la causa: Al poco tiempo su mujer moría de cáncer. … Había que echarle valor para disimular!

     

El planteamiento graciano es ambivalente. Hacía yo un viaje de trabajo con mi Gerente; al salir por la mañana uno de los días le pregunté, rutinariamente, si había dormido bien. Claro que sí, me contestó. ¿Es que hay algún motivo para perder el sueño? Seguro que durmió bien, pero él y yo sabíamos que había motivos para lo contrario.

     

Otra aplicación muy actual. El Director General de una gran compañía recibe un telegrama a última hora de la tarde cuando se disponía a marcharse a casa. Lo abre, lo lee, lo cierra, lo deja sobre la mesa y sale diciéndose: ¡Qué disguto te vas a llevar mañana, Luisito, cuando lo veas! Todo menos llevar los problemas de trabajo a la convivencia familiar.


9. Desmentir los achaques de su nación (1). Participa el agua las cualidades buenas o malas de las venas por donde pasa, y el hombre las del clima donde nace (2). Deben más unos que otros a sus patrias; que cupo allí más favorable el cénit (3). No hay nación que se escape de algún original defecto, aún las más cultas, que luego censuran los confinantes o para cautela o para consuelo (4). Victoriosa destreza corregir, o por lo menos desmentir, estos nacionales desdoros: consíguese el plausible crédito de único entre los suyos, que lo que menos se esperaba se estimó más. Hay también achaques de la prosapia, del estado, del empleo y de la edad, que  si coinciden todos en un sujeto, y con la atención no se previenen, hacen un monstruo intolerable (5).


(1)   Disimular los defectos nacionales (los del lugar donde se ha nacido), o no caer en ellos.


(2)   Sobre esto no hay acuerdo: unos dicen que donde nace, y otros que donde pace, es decir, donde se cría. Yo me inclino por lo último, si no es que Gracián da por supuesto que la naciencia y la pacencia se dan en la misma nación.


(3) Los personajes más sobresalientes de una nación (o región, o patria chica, o como se quiera llamar) suelen encarnar sus defectos y virtudes en grado eminente.


(4)  Los defectos regionales en España, son, unas veces reconocidos por los mismos afectados, otras han sido acuñados por los demás sin la aquiescencia de los damnificados. Por lo menos antes todos sabíamos de quien se trataba cuando se hablaba de unos chulos, o tacaños, vagos, impenetrables, soberbios, prepotentes, cabezones, etc. Y todos de acuerdo en que todos somos unos envidiosos.

     

Claro que, para quedarnos tranquilos (y no buscando nuestra mejora), hay que ver cómo ponemos a nuestros nacionales vecinos! Probablemente con razón y en todo caso con gran consuelo. Ninguna nación está libre de pecado: Léanse Los carnets del Mayor Thompson, de Pierre Daninos o El español y los siete pecados capitales de Fernando Diaz Plaja.


(5)  Hay unos defectos comunes a los regionales, pero no es esa la única forma de clasificarlos. También hay defectos propios de una clase social (unos son cursis, otros unos zafios, etc.), de un ente corporativo (los funcionarios, médicos, ingenieros, etc.), de una franja de edad (los viejos son unos temosos, los jóvenes unos insoportables, etc.)

     

Con razón dice Gracián que si a un sujeto se le incorporan todos los defectos que puede admitir según sus diferentes adscripciones, menudo monstruo!


10. Fortuna y fama. lo que tiene de inconveniente la una, tiene de firme la otra. La primera para vivir, la segunda para despues; aquella contra la envidia, ésta contra el olvido. La fortuna se desea y tal vez se ayuda; la fama se diligencia. Deseo de reputación nace de la virtud. Fue y es hermana de gigantes la fama; anda siempre por extremos: o monstruos o prodigios, de abominación, de aplauso.


La suerte y la fama. Con ésta pasa como con la cultura, que es lo queda después de haber olvidado lo que se aprendió. La fama que cuenta es la que perdura después de la muerte. La mayoría de los famosos contemporáneos no sobrevivirán a su muerte; algunos, ni siquiera a un corto tramo de su vida.

     

La suerte, en cambio, sirve para ir tirando; no tiene la consistencia de la fama verdadera. El virtuoso que va construyendo su fama a costa de mucho esfuerzo tropezará con los envidiosos de siempre que invocarán la suerte que le acompaña.

     

Ese virtuoso no se trabaja su fama a corto plazo; sin pretenderlo, lo hace para ser recordado por la posteridad.

     

La suerte hay que desearla (de lo contrario no seríamos tan asiduos de los kioscos de la ONCE), pero hay que ayudarla: tenemos que comprar el cupón. La fama se logra con trabajo perseverante.

     

La fama está siempre asociada a gente excepcional. Excepcionalmente buena o excepcionalmente mala.



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