14. La realidad y el modo. No basta la substancia, requiérese también la circunstancia (1). Todo lo gasta un mal modo, hasta la justicia y razón (2). El bueno todo lo suple; dora el no, endulza la verdad y afeita la misma vejez (3). Tiene gran parte en  las cosas el cómo, y es tahúr de los gustos el modillo. Un bel portarse, es la gala del vivir; desempeña singularmente todo buen término (4).


Es este Oráculo una píldora concentrada del capítulo XXII de El Discreto que tiene el título de Del modo y agrado. De él destaco su 2º párrafo que es paradigmático:

     

Tanto se requiere de las cosas la circunstancia como la sustancia; antes bien, lo primero con que topamos no son las esencias de las cosas, sino las apariencias; por lo exterior se viene en conocimiento de lo interior, y por la corteza del trato sacamos el fruto del caudal; que aún a la persona que no conocemos por el porte la juzgamos.


(1) El fondo y la forma: No sólo ha de ser bueno aquel; hay que cuidar ésta. Aquí viene a cuento aquello de que “La mujer del César no sólo ha de ser honrada, sino que ha de parecerlo”. Y también lo que decía mi abuela:"Las apariencias engañan". Yo suelo decir: "La gente no es lo que parece".


(2)  Las buenas maneras ayudan siempre: ya me puede asistir la razón, pero con mis malos modos la perderé. Por lo mismo puedo perder un juicio si indispongo al juez.


(3)  Los buenos modos hacen milagros: consiguen que un no se acepte de buen grado; la que fuera amarga verdad se digiere con complacencia, y hasta la misma vejez se ve embellecida por ellos.


(4)  La forma como se enfrentan las cosas es decisiva; la simpatía consigue maravillas de todo el mundo. El saber estar es lo más exquisito que podemos ofrecer a la vida: siempre ayuda a acabar bien las cosas.


15. Tener ingenios auxiliares. Felicidad de poderosos, acompañarse de valientes de entendimiento que le saquen de todo ignorante aprieto, que le riñan las pendencias de la dificultad (1). Singular grandeza servirse de sabios, y que excede al bárbaro gusto de Tigranes, aquel que afectaba los rendidos reyes para criados (2). Nuevo género de señorío en lo mejor del vivir: hacer siervos por arte de los que hizo la naturaleza superiores (3).

     

Hay mucho que saber, y es poco el vivir (4) y no se vive si no se sabe (5). Es, pues, singular destreza el estudiar sin que cueste, y mucho por muchos, sabiendo por todos (6); dice después en un consistorio por muchos, o por su boca hablan tantos sabios cuantos le previnieron, consiguiendo el crédito de oráculo a sudor ajeno (7). Hacen aquéllos primero elección de la lección, y sírvenle después en quintas esencias el saber (8). Pero lo que no pudiere alcanzar a tener la sabiduría en servidumbre, lógrela en familiaridad (9).


(1)  Es privilegio de los altos cargos disponer de colaboradores que les saquen las castañas del fuego. Como eso de altos es relativo, lo que se predica de un presidente vale para la relación entre un oficial y su aprendiz. Lo importante en todos los casos es que el superior sepa elegir bien a aquellos auxiliares: que sean listos, entendidos de su cometido, trabajadores y leales.


(2)  Como es natural, el superior abarca un campo más extenso que el auxiliar, así que no puede alcanzar a todo ni entender en profundidad de todo. Por ello, aquel privilegio está mezclado con la servidumbre de tener que fiarse de sus auxiliares. Por eso es tan importante elegirlos bien. Ha de delegar en ellos autoridad para que puedan ejercer bien su función, pero no la responsabilidad, que nunca es delegable. Al final, es el superior quien debe dar la cara sin escudarse en sus auxiliares.

     

Por otra parte, si el superior es como debe, y aunque sólo sea por su propio interés, ha de propiciar a sus auxiliares un trato exquisito: no ha de tenerlos de criados como parece que hacía el emperador armenio Tigranes con los reyes que vencía.


(3)  ¡Valiente modo de comportarse ese Tigranes! Aquí rompe una lanza Gracían a favor de los derechos humanos. Tanto el aprendiz como el Subsecretario son superiores (ahora la palabra no se toma en sentido administrativo) por naturaleza y no siervos.

     

(4) Según nota de Luys Santa Marina, la frase de Hipócrates pasó a la literatura occidental a través del tratado Brevitate vitae de Séneca.


(5) Esto es lo distintivo de los humanos. Los minerales no saben, están. Las plantas siguen su programa: nacen, crecen, se reproducen y mueren. Los animales saben algo, lo que les alcanza el instinto. Pero los hombres están, tienen un programa que manejan con libertad, participan del instinto animal, pero además no sólo aprenden y llegan a saber, sino que es ese afán de saber lo que los mantiene vivos … hasta que el afán declina y desaparece con la vida.


(6) El superior goza de la singularidad de que sin estudiar él, es como si estudiara, ya que otros lo hacen por él; así el estudio no le cansa. Lo importante es que haya muchos que estudien por él (sólo los necesarios, diría yo) y que cada uno profundice mucho en su estudio. Al final es como si el superior supiera tanto como todos sus auxiliares juntos.

     

Esto, evidentemente, es un sofisma. La sabiduría del superior es de otra naturaleza que la de sus auxiliares: hace referencia a la percepción global, la síntesis, las conclusiones, extrapolaciones, visión según diferentes perspectivas, toma de decisiones, etc.


(7)  Cuando el superior se queda sólo en su papel de tal, si él no es sabio, se limitará a hablar por boca de los otros, sin ninguna aportación propia. Es entonces cuando sus auxiliares se verán defraudados, utizados y, a poco desleales que sean, se revelarán con un este fulano se ha apropiado de mis ideas: yo he sudado la materia y él se limita a gastar saliva.

     

Pero si es sabio y habilidoso, enriquecerá la aportación de sus auxiliares y apoyándose en ella, dejará buen sabor de boca (el dejo que dice Gracián) en el auditorio, en sus sabios auxiliares y él quedará satisfecho de la obra porque la habrá enriquecido.


(8)  Es importante que los sabios auxiliares tengan sentido práctico además de sabiduría. No sirve que hagan una exposición farragosa o extensa para propio lucimiento o para deslumbrar al jefe o a su auditorio. Deben tener muy claro cual es la finalidad de su trabajo, cual es el uso que el superior va a hacer de él.


(9)  El superior tiene dos formas de obtener resultados de sus auxiliares: por las buenas o por las malas. La elección no es dudosa. Pero disponer de unos auxiliares leales para una cuestión tan delicada, obliga al superior a otra forma de sabiduría: la de mantener un equipo.



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