38. Saberse dejar ganando con la fortuna. Es de tahúres de reputación (1). Tanto importa una bella retirada como una bizarra acometida (2); un poner en cobro las hazañas, cuando fueren bastantes, cuando muchas (3). Continuada felicidad fue siempre sospechosa (4): más segura es la interpolada y que tenga algo de agridulce aun para la fruición (5). Cuanto más atropellándose las dichas, corren más riesgo de deslizar y dar al traste con todo. Recompénsase, tal vez, la brevedad de la duración con la intensión del favor (6).

Cánsase la fortuna de llevar a uno a cuestas tan a la larga (7).


(1) Los jugadores avezados saben retirarse a tiempo.


(2) Vale tanto un retirarse a tiempo como un “quien da primero da dos veces”. Gracián pone como ejemplo al Emperador Carlos V en su retirada a Yuste.


(3) De esto ya se habló en el Oráculo 31 a propósito de los bolsistas. Sin embargo la historia demuestra que hay guerras en las que no se puede andar con medias tintas: hay que obtener la derrota total del enemigo para evitar en él brotes de recuperación.


(4) No para los ludópatas (hidrópicos -insaciables- de la suerte los llama Gracián en El Héroe, Primor XI).


(5) Sí para los jugadores fríos. Hay que saber medir los tiempos, incluso para la mala fortuna; ha de dársele una oportunidad para que cambie.


(6) Quien no se consuela es porque no quiere.


(7) La teoría de rachas se estudia en estadística.


39. Conocer las cosas en su punto, en su sazón, y saberlas lograr (1). Las obras de la naturaleza todas llegan al complemento (2) de su perfección; hasta allí fueron ganando, desde allí, perdiendo. Las del arte, raras son las que llegan al no poderse mejorar (3). Es eminencia de un buen gusto gozar de cada cosa en su complemento; no todos pueden, ni los que pueden saben (4). Hasta en los frutos del entendimiento hay este punto de madurez; importa conocerla para la estimación y el ejercicio (5).


(1) Saber gozar de ellas.


(2) Complemento: Integridad, perfección, plenitud a que llega algo (DRAE).


(3) Lo que quiere decir que el arte no es capaz de imitar la perfección de la naturaleza.


(4) Un sordo no podrá disfrutar de la música de otros por muy refinado que sea; al ciego le pasará lo mismo con la pintura. Al contrario, alguien en plenitud de facultades sensoriales, si carece de la sensibilidad espiritual que requiere el arte, no podrá disfrutar con él.


(5) No sólo en cuestiones de arte, sino en lo intelectual también. Es menester saber apreciar si un intelectual ha llegado a su madurez, puede llegar con el tiempo, o se quedará en medianía, para dedicarle el tiempo que en consecuencia se merezca.


40. Gracia de las gentes (1). Mucho es conseguir la admiración común, pero más la afición (2); algo tiene de estrella, lo más de industria; comienza por aquella y prosigue por ésta (3). No basta la eminencia de prendas, aunque se supone, que es fácil de ganar el afecto, ganado el concepto (4).

Requiérese, pues, para la benevolencia, la beneficencia: hacer bien a todas manos, buenas palabras y mejores obras, amar para ser amado (5). La cortesía es el mayor hechizo político de grandes personajes. Hase de alargar la mano primero a las hazañas y después a las plumas: de la hoja a las hojas, que hay gracia de escritores, y es eterna (6).


(1) Atractivo, don de gentes.


(2) Tiene mucho mérito conseguir la admiración de la gente, pero hay que ver si esa admiración se asienta en algo sólido o en algo fútil. Hecho este escrutinio, lo valioso resulta ser que la admiración se trasciende en amor.


(3) Ese atractivo suele ser algo connatural, incluso heredado, o también inexplicable. Quien se da cuenta de que lo posee, generalmente lo aprovecha estudiándose para acrecerlo. Los sicólogos han hallado una mina en esta cualidad que explotan con fines comerciales: Cómo ganar amigos, clientes, votantes, etc.


(4) Para querer algo (o a alguien) hay que saber primero qué (o a quien) se quiere. No se puede amar sin conocer. El amor a primera vista, de flechazo, es muy bueno para la literatura, e incluso muy práctico para iniciar un conocimiento que pueda estar bien encaminado hacia un amor verdadero.


(5) Para que le quieran a uno, ha de haber hecho bien antes: obras son amores y no buenas razones. El amor que uno da es previo al que recibirá después.


(6) Muy propio de aquéllos tiempos heróicos de alianza entre las armas y las letras (Cervantes, Ercilla): la hoja de la espada y la del libro. Aunque también cabe la interpretación de que la hazaña (y no necesariamente bélica, sino la del simple hacer), ha de preceder a su publicación verbal o escrita: manera ésta de dejar huella imperecedera de los buenos hechos.



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