30. No hacer profesión de empleos desautorizados (1). Mucho menos de quimera, que sirve más de solicitar el desprecio que el crédito (2). Son muchas las sectas del capricho, y de todas ha de huir el varón cuerdo. Hay gustos exóticos que se casan siempre con todo aquello que los sabios repudian; viven muy pagados de toda singularidad, que, aunque los hace muy conocidos, es más por motivos de la risa que de la reputación (3). Aun en profesión de sabio no se ha de señalar el atento, mucho menos en aquellas que hacen ridículos a sus afectantes; ni se especifican, porque las tiene individuadas el común descrédito (4).


(1)   No dedicarse a actividades impertinentes o con pretensiones de seriedad.


(2)   Menos aún a cosas quiméricas o sin sentido. Conocí a uno que guardaba celosamente un procedimiento propio para convertir ciertos objetos en oro. Y a otro que había escrito un tratado desmintiendo el Principio de Arquímedes.


(3) El problema con estos personajes es que no se dan cuenta de que los demás, en vez de admirarlos, se ríen de ellos.


(4)   Ni siquera el sabio debe hacer alarde de su condición de tal, cuanto menos el necio. Dice Josep Pla en El cuaderno gris, “…no cometer la tontería de mostrar lo que uno sabe realmente. Los propios conocimientos, si es que se tiene alguno, se han de saber disimular hasta el punto justo; sin caer, en cambio, en el extremo de acentuar demasiado la propia estupidez …”


31. Conocer los afortunados para la elección, y los desdichados para la fuga (1). La infelicidad es de ordinario crimen de necedad (2), y de participantes, no hay contagio tan pegadizo (3): nunca se le ha de abrir la puerta al menor mal, que siempre vendrán otros muchos tras él, y mayores, en celada. La mejor treta del juego es saberse descartar (4): más importa la menor carta del triunfo que corre, que la mayor del que pasó. En duda, acierto es llegarse a los sabios y prudentes, que tarde o temprano topan con la ventura.


(1) Este tipo de consideraciones es recurrente (algo parecido se vio en el Oráculo 11). Está tomado de La Farsalia, de Lucano: “Pégate a los prósperos y huye de los desgraciados”. O como decía el otro, “Póngame Dios donde haya, que de lo demás ya me ocuparé yo”.

     

Tenía yo un amigo de juventud que me hacía esta confidencia: “Siempre me relacionaré con chicas de dinero, porque es la forma de casarte con una que lo tenga”. Así lo hizo y no le salió bien; pero eso es ya otra historia.

     

Había otro que daba a su hijo este sabio consejo: ”Siempre imita los buenos” (se trataba de un falsificador de billetes).

     

Esta ligereza mía no llega a la de Quevedo que también bebe la misma cita de La Farsalia en su Discurso de todos los diablos o infierno enmendado.


(2)   Fíjense la interpretación que algunos pudieran dar a esta afirmación: "Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?” (Evangelio de Juan, capítulo nueve).


(3) No solo es que la desgracia se pegue, es que, como dice un refrán ruso “La desgracia busca compañía”.


(4) Esto es típico de los jugadores de bolsa. Cuando un valor sube se suele aguantar sin vender en la esperanza de que aún suba más. Pero cuando el avisado vislumbra el fin de las alzas y el comienzo de las bajadas, vende al grito de: “El último duro, que lo gane otro”.


32. Estar en opinión de dar gusto. Para los que gobiernan, gran crédito de agradar: realce de soberanos para conquistar la gracia universal (1). Esta sóla es la ventaja del mandar: poder hacer más bien que todos (2). Aquéllos son amigos que hacen amistades (3). Al contrario, están otros puestos en no dar gusto, no tanto por lo cargoso, cuanto por lo maligno, opuestos en todo a la divina comunicabilidad (4).


(1)   Dos cosas importantes hay que dejar claras a la hora de aplicar a nuestros días el presente Oráculo. Una es que está lanzado desde la aristocracia del mando, y otra, que los mandados de entonces eran más uniformes y menos advertidos que los de ahora.

     

Entonces era más facil agradar a todos: hoy es imposible. Como además para mandar ahora se hace necesario agradar a los muchos, se gasta más esfuerzo en halagarlos que en elevar sus gustos.


(2) Este es, al menos, el estandarte de los candidatos al poder. Que lo lleven a buen fin después de obtenido, es ya otra cuestión.


(3) Sentencia no sólo ambivalente, sino contradictoria, según que amistades se tome en el sentido de afecto desinteresado (el de la mutua correspondencia entre los que mandan y los mandados), o como favores (los que quienes mandan puedan otorgar a algunos mandados poderosos para recompensarlos por haberlos ayudado a alcanzar el mando).


(4)   Bueno será no olvidar a quienes mandan a lo maligno, los que se desentienden de sus promesas y se desconectan de sus electores para quedarse en pura conexión con sus propios intereses.


33. Saber abstraer. Que si es gran lección del vivir el saber negar, mayor será saberse negar a sí mismo, a los negocios, a los personajes.


Hay ocupaciones extrañas, polillas del precioso tiempo, y peor es ocuparse en lo impertinente, que no hacer nada (1).


No basta para atento no ser entremetido, más es menester procurar que no le entremetan. No ha de ser tan de todos que no sea de sí mismo. Aun de los amigos no se ha de abusar, ni quiera más de ellos que lo que le concedieron. Todo lo demasiado es vicioso, y mucho más en el trato. Con esta cuerda templanza se conserva mejor el agrado con todos y la estimación, porque no se roza la preciosísima decencia. Tenga, pues, libertad de genio apasionado de lo selecto, y nunca peque contra la fe de su buen gusto.


     Para mí, este Oráculo es un elogio y aun una recomendación a retirarse a la soledad creativa. A algunos les costará, y para lograrlo han de saber negarse a toda concesión a cosas, personas y lo más importante, a uno mismo.

     

La soledad creativa es enemiga de consumirse en tonterías, y quien acude a ella ha de evitar tanto no meterse en donde no le llaman como impedir que otros se entremetan en su vida, al extremo de dificultarle ser dueño de su soledad.

     

Lo cual no debe conducir a la misantropía: han de conservarse los amigos, sin abrumarlos; más bien manténgase con ellos  una relación de trato exquisito.


(1)   Versión moderna: poner en el paro a la plantilla de una empresa no rentable.



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