Estás en: Gerardo Diego y Soria

QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

INICIO


                                                                                                                  Pgs.  1    2    3    4    5    6  


    * Lo musical, como gran conocedor del piano que era. Siempre el piano: En su casa, en sus versos, en sus recitales (cuando Mariano Granados leía en Soria sus poemas titulados Nocturnos de Chopin y él acompañaba al piano), en el curso que asimismo dictó en Soria sobre Historia de la Música de Piano, en los periódicos (incansable crítico musical) ...


            Son sensibles al tacto las estrellas

            ................

            la noche ha abierto el piano

            y yo les digo adiós con la mano.                 (Nocturno, dedicado a Manuel Machado)


    * Lo piadoso: Canción al Niño Jesús


            Si la palmera tuviera

            las patas del borriquillo,

            las alas de Gabrielillo

            para cuando el Niño quiera

            correr, volar a su vera ...


    * Lo surrealista, en Carnaval, de su libro Imagen:


            Sobre el tejado

            la última suicida

            grita y se alboroza

            He guardado la lámpara en el armario

            como quien bota un barco.


    * Sus greguerías encadenadas, pues no otra cosa es su poema Gesta del libro Imagen. Gerardo Diego lo cita entre sus preferidos por la "acumulación y hondura de experiencia vital" según el propio poeta nos dice en el prólogo de su Antología:


            ... en la sala del piano

            un esqueleto

            jugaba al ajedrez con guantes negros.

            .........................

            En la ciudad dormida

            salían retozando de la escuela

            los signos ortográficos.

            .........................

            Galanes apasionados

            rasgaban las rejas.


    * Su autenticidad, su pasión por ser él mismo tal como lo declara en su poema de despedida a Juan Larrea, en su partida de España (1924):


            Eran los años frescos y eran los meses turbios

            de nuestras primaveras de furores poéticos.

            Y nuestras charlas líricas paseaban los suburbios

            fermentadas de odios a los dioses miméticos.


Ya va siendo hora de que nos acerquemos a Soria del brazo de Gerardo Diego. Dije antes que a nuestro poeta no le pasó nada añadido en Soria. Todo lo contrario le pasó a Soria, esto es, que fue cantada por él. Y esa conexión entre los dos, poeta y tierra de poesía se produce al conjuro de Antonio Machado, uno de los poetas predilectos de Gerardo Diego.


En el poema Ángelus dedicado precisamente a Antonio Machado nos advierte Gerardo Diego con uno de los versos más profundos que jamás escribiera. La metáfora del ángelus como anunciador de la caída del día le da pie a decir:


        ... La vida es un único verso interminable.


La otra fidelidad gerardiana a Antonio Machado y a Soria que quisiera resaltar es una manifestación a posteriori que seguramente no fue intencionada pero que refleja una serie de coincidencias vitales entre los dos poetas y su relación con las ciudades de Soria y París. Ya resalté en otra ocasión el valor biográfico que estas dos ciudades tuvieron para Antonio Machado.


En el poema Ofrenda ("a mis amigos de Gijón al aparecer mi Manual de espumas"), dice Gerardo Diego:


        Cuando a vosotros vine, regresaba de un viaje

        -mieses agavilladas, calles color de anís-

        Se apagaba el verano, y en mi retina traje

        amarillo de Soria y grises de París


Esto lo decía Gerardo Diego cuando cumplida su estancia en Soria iniciaba en Gijón su nueva andadura de catedrático en el Instituto Jovellanos de aquella ciudad.


Sólo esta coincidencia geográfica entre Machado y Diego: Soria / París. Gerardo Diego fue mucho más hombre de mundo que Antonio Machado. Recorrió toda Europa, Norte de África, América, y llegó incluso a Filipinas en misión cultural en 1934.


Gerardo Diego viene a Soria y la canta en plenitud: sus cosas, sus casas, sus personajes, su río y su frío. En la Antología de los versos de Gerardo Diego (3ª edición, Austral 1944) recogida por el propio poeta, hay 12 poemas contenidos en el Libro X, Soria. Serían parte del Nuevo cuaderno de Soria que aparecería incluido en Versos humanos.


Precisamente este libro es el que haría a Gerardo Diego acreedor al Premio Nacional de Literatura de 1925, junto con Rafael Alberti por su Marinero en tierra. Todas estas circunstancias tenía yo presentes antes cuando dije que a Soria sí que le pasó algo con Gerardo Diego. La penetra con sus ojos de curioso, para hacerla suya:


        Esta Soria arbitraria, mía, ¿quién la conoce?

        Acercaos a mirarla en los grises espejos

        de mis ojos, cansados de mirar a lo lejos.


Tanto la quiere que no la pintaría como es (cosa que sí haría Antonio Machado, con el gozo final de que su realidad parda y agreste resultara entrañable). Gerardo Diego la pintaría ya de color amable en primera instancia:


        ... en mi paleta habría un rosa de rubor,

        un amarillo augusto y un verde verdecido.


Engarza su ocupación de profesor con sus ensoñaciones de poeta:


        ... Horas de estudio y de pedagogía ...

        ... Los tejados encrespan su oleaje,

        la sierra asoma su cimera cana, ...


Para llenarse la retina con la Soria que quiere, para abrazarla antes de irse, canta:


        Para decir adiós a este paisaje,

        al de estas tierras bien amadas,

        he subido al castillo casi a oscuras,

        a sorprender la madrugada.


Y de paso nos deja el testimonio de un amanecer de ensueño:


        Con qué colores frescos y lavados

        la tierra gris se barnizaba.

        Qué perezosa y luminosamente

        iba surgiendo la mañana




ANTERIOR                                                                                                                                            SIGUIENTE

PAG. 4 / 6