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SORIA, TIERRA DE POESÍA

Gerardo Diego y Soria


Como en mis anteriores incursiones de la poesía dentro de Soria, ahora también voy a echar mi cuarto a espadas.


La primera vez que oí hablar de Gerardo Diego fue precisamente en Soria en el año 1946. Hacía cuatro años que yo acababa de llegar de La Montaña como entonces se llamaba a Santander. Estaba fascinado por la arquitectura del teatro-cine Avenida, con sus cornisas, molduras, volúmenes, butacas ... Lo nunca visto. Los chicos del Instituto coreábamos algo así como "¡Queremos ver al poeta!"


Y es que, con su presencia, se iba a celebrar en ese teatro un acto de homenaje a Gerardo Diego que hacía su tercera entrada en la ciudad. La primera, en 1920 había sido menos ruidosa. Soria es una ciudad agradecida con los poetas. También a Antonio Machado le hicieron un homenaje bastante después de que dejara el alto llano numantino.


De esta manera se explicó Gerardo Diego un día:


            "En verso libre y de capricho, permitidme que os diga:

            Amigos:


            Dentro de unos días me veré rodeado de chicos,

            de chicos torpes y listos,

            y dóciles y ariscos, a muchas leguas de este Santander mío,

            en un pueblo antiguo, tranquilo y frío.

            .................................

            y les hablaré de versos y de hemistiquios.

            ..................................

            y de pluscuamperfectos y de participios."


Había aprobado Gerardo Diego las oposiciones a catedrático de Literatura con destino al Instituto de Soria, el mismo en que Antonio Machado había enseñado Francés 13 años antes. Dos años justos permaneció Gerardo Diego en Soria: desde mayo de 1920 hasta mayo de 1922. Cuando Antonio Machado dejó el Instituto de Soria se trasladó al de Baeza. Pues bien, Gerardo Diego aprobó en 1920 las oposiciones que le llevaron a Soria en su segundo intento (Dª Emilia Pardo Bazán presidía el tribunal). El primero, fallido en 1919, le hubiera destinado precisamente al Instituto de Baeza.


Los versos anteriores los dirigía Gerardo Diego a sus amigos de Santander que festejaban su nombramiento.


Yo hice un camino semejante en el año 1942, desde La Montaña y el mar, donde eché mi raíz postiza durante los 10 primeros años de mi vida. En mi soneto San Vicente de la Barquera lo digo en tercetos:


            Con tus pies empapados de bahía

            y de nieve tu frente coronada

            semejabas país de fantasía


            por mi lejana infancia trasnochada,

            que toda mi raíz se estremecía:

            mi raíz adventicia tan amada.


Gerardo Diego retrató con hermosos trazos la bahía de Santander que vivió como suya, en su soneto Bahía natal, que de paso le da ocasión de manifestarse en una de sus variadísimas características personales: la de ser un enamorado de España.


El primer cuarteto reza así:


            Cristal feliz de mi niñez huraña,

            mi clásica y romántica bahía,

            consuelo de hermosura y geografía,

            bella entre bellas del harén de España.


Estando en éstas, y en mi lucha contra el olvido, no quisiera que se me escapara el segundo cuarteto de su soneto Teide en que Gerardo Diego nos dice:


            Bruma baja de mar los pies te baña,

            nubes al sol nivelan tu cintura,

            y emerge en ti, memoria de hermosura,

            mi patria, oh derramada, oh santa España.


En su poema Saludo a Castilla evoca a esa tierra de tierra adentro cuando Santander era la primera provincia de Castilla la Vieja, cuando ya había subvenido a los Almirantes de Castilla con los marineros de la toma de Sevilla por S. Fernando y había dado pie firme a su Cesárea Majestad en Laredo y S. Vicente de la Barquera. Intuye a Castilla, la Vieja, claro, la de


            los gallos que cantan ...

            ... como aquellos del Cid en Cardeña la rancia.


Pero no sé si también a la Nueva, la que tenía por cabeza a Madrid, la del Madrid que me dio por compañero de carrera de ingeniería a su sobrino Manolo, nuestro decano de curso. De todas maneras, Castilla:


            En el agua fría de la palangana

            yo te saludo, Castilla,

            en el agua y frío del cristal de la mañana.


Dicho poema Saludo a Castilla de 1919 pudo ser una premonición de la Soria que intuía, sin saberlo.


A Gerardo Diego le pasa un poco lo que a Antonio Machado, en el sentido de que ama y canta la tierra que vive.


En La caravana de las lecheras retrata maravillosamente el ambiente rural santanderino que para mí es tan familiar: nuestra lechera Piedad era coja, venía de Prellezo y nos medía la leche con un cuartillo que basculaba mientras su dedo meñique daba cuenta de la maniobra. Nos dice Gerardo Diego en cuartetos alejandrinos:


            En las tibias mañanas de mayo, julio, octubre,

            por la alameda abajo el paso se descubre

            de la reata plácida que los caminos cubre

            acarreando el jugo de la rosada ubre.




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