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Capítulo 15. Morir, soñar.


Son la primera palabra y la última del primer terceto que en el soneto dedicado a mi padre en sus últimos momentos, apliqué en su día. El verso completo ¡Morir…, dormir! ¡Dormir! ¡Tal vez soñar! lo extraje de Hamlet, escena 1ª, acto 3º. Supongo que Juaristi ha hecho ahora lo mismo.


Parece que después del último acontecimiento narrado Unamuno empezó a escribir El resentimiento trágico de la vida. Notas sobre la revolución y la guerra civil española. En opinión de Juaristi se trata de un poema.

Sí, es un poema, un enorme poema trágico, el gran poema de la guerra civil española. Poema de la furia y del ruido, crónica del destazarse de la nación. Su estructura es el horror.

Alababa hace poco la eficacia detectivesca de Juarisri a la hora de hacer sus observaciones. Miren la siguiente. La transcripción para publicar El resentimiento … se debe a Miguel, un nieto de Unamuno que afirmaba “Creo haber llegado a una versión final fiable al cien por cien”. Juaristi contrapone:

No es así. Cualquiera que coteje con cuidado el manuscrito con la transcripción publicada advertirá errores desde la primera página. Algunos, graves, como el primero de todos.

En la transcripción dice <Volverán los judíos, saduceos, marxistas a Esp.?>. Escrito así, es una pregunta retórica (una afirmación) antisemita. Pero lo que Unamuno escribió, en realidad fue <Volverán los judíos saduceos, marxistas a Esp.?>, con una sola coma. No todos los judíos de la antigüedad eran saduceos. Unamuno no teme el regreso de los judíos expulsos. Sólo expresa su preocupación por el retorno del saduceismo travestido en marxismo.

Unamuno no tiene tiempo (está al borde de su muerte), ni derecho, a comparar hechos largamente probados  y conocidos con futuribles a largo plazo y de mera conjetura. Estos últimos pueden incluso estar apuntando malamente pero, siempre cabe esperar que Unamuno pueda equivocarse con ellos, tal como en otras ocasiones anteriores ha reconocido.

Hace al Frente Popular responsable del estado de cosas que provocó la sublevación militar, pero <sobre la base desgraciadamente cierta> de la culpa de los rojos (los hunos), los rebeldes (los blancos o los hotros) habrían a su vez impuesto un régimen de terror comparable al de aquellos.

El anterior subrayado es mío. Es una expresión hipotética que se corresponde a lo que los ingleses llaman  jumping to conclusions; con datos de partida insuficientes, sacar conclusiones apresuradas.


Sobre los hunos y los hotros, dos casos paradigmáticos: estos últimos asesinaron a Federico García Lorca en Viznar (Granada), el 18 de agosto de 1936. Los primeros asesinaron a Ramiro de Maeztu en Aravaca (Madrid), el 29 de octubre de 1936.


Pero, ¿qué pensaba Unamuno de Franco? Es difícil saberlo. Hasta noviembre de 1936

parece haberlo considerado un liberal auténtico. Ahora se refiere a él con una expresión conmiserativa, <el pobre franco>, semejante a las que reserva en El resentimiento trágico de la vida para las víctimas asesinadas por los hunos y por los hotros.

Lo que parece claro es que en esta cuestión Franco era bastante más listo de lo que pensaban sus enemigos. Unamuno debía de imaginar

que Franco había dicho a los que clamaban venganza algo así como <a Unamuno, échenlo del ayuntamiento, de la universidad, del casino, de donde quieran, pero que nadie le toque un pelo>.

La tarde del 31 de diciembre de1936 estaba Unamuno sentado a la mesa camilla con el joven abogado falangista Aragón, recién llegado del frente. Hablaron y Miguel se quedó dormido. Aragón lo contempló con cariño. Se estaba muriendo sin despertar. Y murió en la cama.

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