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La memoria no le falla a Unamuno:

La tregua de confianza que había dado a la República tras el nombramiento de Azaña se desvanece rápidamente. El país le parece un inmenso manicomio … el intento de linchamiento de los magistrados de un tribunal por una turba de <energúmenos dementes> …

Ya no encuentra por ninguna parte a las deliciosas muchachitas republicanas y transpirentes de 1932, sino <tiorras desgreñadas> y <brujas jubiladas> que exhiben carteles con vivas al amor libre.

La República, a su juicio, ha fracasado por completo.

Yo creía que lo de <tiorras> era un término acuñado por Pío Moa para distinguir a las ministras de los gobiernos de Pedro Sánchez (2019 / 2020).

El 12 de julio de 1936, pistoleros de extrema derecha matan en Madrid al teniente Castillo, de la Guardia de Asalto. Horas después, compañeros del muerto, sacan de su casa y asesinan al diputado monárquico y jefe se la oposición, José Calvo Sotelo.


El 18 de julio …

Todos sabemos lo que pasó, pero eso lo cuenta el autor en el capítulo siguiente.


Capítulo 14. Las furias.

Según el DRAE, las furias son, en la mitología romana, cada una de las tres divinidades infernales que atormentaban con remordimientos a los autores de malas acciones, especialmente de crímenes. U. m. en pl.

Ya se ve que Juaristi emplea la palabra en sentido figurado, pero no demasiado.

Unamuno estaba desengañado del socialismo y de las visiones intrahistóricas. El semestre transcurrido de gobierno del Frente Popular le había convencido de que sus anteriores teorías sobre la revolución eran erróneas y no veía ya en el pueblo que <ora y trabaja> una reserva dormida de tradición equilibradora que devolvería al orden cotidiano la vida de la nación histórica alterada por las revoluciones políticas, sino, por el contrario, una amenaza de caos, una masa criminal y destructiva.

O sea, que por lo que estaba viendo (lo vivía, no es que se lo contaran), ya no se fiaba ni de los políticos ni del pueblo, y tomó una decisión:

No volvería a equivocarse, como lo había hecho en 1923, ante el golpe de Primo de Rivera… Los pronunciamientos, en contra de lo que había creído durante mucho tiempo, lejos de ser destrucción y estrépito, constituían el único recurso para restaurar la libertad destruida por la demagogia.

Unamuno exponía así su visión del conflicto:

<Madrid está bajo el control del bandidaje y la licencia, y el mundo debe enterarse de que la guerra civil española no es una guerra entre liberalismo y fascismo, sino entre civilización y anarquía>.

Porque el gobierno de Madrid y todo lo que representa, se ha vuelto loco, literalmente lunático.

En Madrid, la calle la habían tomado los adeptos del marxismo, las milicias socialistas y comunistas, que imponían ya una forma soviética de terror.

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