Título: ARTICULOS

Autor: José Luis Alvite. Periodista.

Edición: Articulos Jose Luis Alvite.pdf. 1386 páginas.

Se trata de la recopilación de los artículos publicados por el autor entre 2002 y 2004 en los diarios La Razón y El Faro de Vigo. Grosso modo parece que tocan a un artículo por página.

Leí bastantes páginas y he de confesar que no me gustó. Pero al continuar con su lectura cambié de opinión si bien con ciertas matizaciones. Me resultaba difícil saber cuando el autor estaba entre sus personajes o si realmente no estaba. Algo parecido me ocurría con la mezcla de los lugares de las diferentes escenas. Conoce, o aparenta conocer, tantos personajes famosos del cine, del boxeo, de la mafia, del mundo del gansterismo, de la canción, etc. etc. que da la impresión de que trata con ellos y con ellas (todas las prostitutas asociadas a ese mundo) con total naturalidad. Luego están las demasiado frecuentes expresiones vocativas que al lector le estorban aunque se ve que el autor disfruta con ellas porque le permiten dar un toque especial al relato.

Hay algo que levanta la liebre de la trampa. El famoso y carísimo hotel Savoy es un lugar que frecuenta en sus relatos tal como haría Pedro por su casa. Se trata del hotel más caro de Londres y, seguramente, también el más caro de cualquier sitio del mundo donde pueda estar implantado.

No tengo más remedio que recordar a otro colega y paisano suyo que vivía en el Palace de Madrid: Julio Camba. Nadie sabía quien pagaba su habitación que, por cierto no era de lujo y estaba al lado del cuarto de plancha…

Lo que a buen seguro cambió mi aprecio por el autor y su obra fue la abundancia de aforismos ingeniosos y esperpénticos que me vienen haciendo sonreír de continuo (humor negro, en general) por su exageración y capacidad sorpresiva; son los recomendables, porque en otros el autor se pone a la bien baja altura de la mayoría de sus criaturas. Por esto he decidido hacer una gavilla seleccionada  con ellos según los vaya encontrando. Yo ya tengo coleccionado un ramo con otros de diseño propio bajo el título de Greguerías, lindezas o primores . Litchenberg y Camón Aznar los llamaban aforismos.

-Al escuálido Giácomo Fidanza, el traje le sentaba como una carpeta. Su rostro era hielo encuadernado.

-No me infunden confianza los tipos cuya sonrisa es como si le tirasen los puntos de fimosis.

- En Harry Pallantine, incluso la calva parecía postiza…

- ¡Excitante mujer! En cama era un soplete. Sudaba guiso de jibia. Por la mañana el catre parecía un accidente de aviación.

- Algunas cabeceras de periódico lo que le ofrecen de ventaja a sus lectores no es un articulista distinto, original, sino una cubertería o una faja para las hernias.

- Le tengo afecto (a Marina Castaño) pero me cuesta abrazarla. No se me dan bien los abrazos. Me salen llaves de judo, así que hice lo de siempre: la abracé con las manos en los bolsillos,

- Uno no sabría cómo rendirle su homenaje al maestro. Por más vueltas que le doy, llego siempre a la conclusión de que don Camilo (Cela) lo

que hizo fue escribir mis obras completas.

- Los tipos de la mafia matan sistemáticamente. Si el muerto era un indeseable, la policía levanta el cadáver y se desprende de él en un cementerio de coches o como lastre en un velero.

- Estaba sumamente delgada. La miré de soslayo. Podrías cogerle las venas con el abrigo puesto.

- El 'Savoy' no se distingue precisamente por una sofisticada carta internacional. También es cierto que la clientela no es la más refinada del mundo y que al paladar de algunos de los muchachos le cuesta distinguir entre una chuleta y una silla de montar.

- Harry Osmond buscó trabajo en el 'Savoy'. Tenía fama de duro y a Ernie le interesaba alguien así para seleccionar la clientela. Harry parecía el tipo adecuado. Se decía de él que un día le dio una paliza a su madre cuando supo que se había quitado las bragas para parirle.

- Harry Osmond era ancho, eso es todo. Y pegaba duro. Las manos de Harry eran familia numerosa. En una ocasión le dio semejantes bofetadas a un matón en el Misty que al día siguiente fue al oculista porque tenía conjuntivitis ¡en las manos! Harry Osmond era tan corpulento que podría salir corriendo en tres direcciones distintas. Alguien juró haberle visto apagar las luces de casa soplando en las bombillas. Le gustaba aparentar por encima de sus posibilidades. La noche que se presentó a pedirle trabajo a Ernie, le dijo: "Soy lo que hay a la vista, señor Loquasto. Con un par de aspirinas podría sobrevivir a un disparo en la nuca. Soy sórdido y elegante, como una catedral con escalera de incendios…"

- Y me dejé llevar por los sueños, muchacho. Y llegué a creer, ¡maldita sea!, que al lado de aquellas fulanas, las vírgenes de Murillo eran congrios…

-A una mayoría de nuestros jóvenes les cuesta comprender un texto literario. Nueve de cada diez juran que podrían leer El Quijote si Cervantes no lo hubiese escrito en versión original.

- Cuando la policía acusó a Lee Oswald del asesinato de JFK, Osmond corrió a la Jefatura de Policía. "Les dije que aquel tipo no podía haber asesinado al presidente. Le conocí del cabaré de Ruby. Oswald sólo le habría acertado a Kennedy en la cabeza disparándole con una paloma mensajera".

- A las chicas como Terry Shelton lo que les abre las piernas no son los versos de Yeats, sino las llaves del coche. Más que el precio de las flores, lo que de verdad afecta al amor es el precio de la gasolina".

-Amigo mío, en la cárcel aprendes que te pueden escoger el pijama, pero no los sueños.

-No te fíes de los supuestos paladines de la libertad de expresión. Ten en cuenta, Al, cariño, que las ratas de la Biblioteca del Congreso comen libros y no saben leer.

-Nos hemos empeñado en ir a la luna sin haber conocido antes a la portera de casa.

-Éramos una patria retrospectiva, necrológica y costumbrista cuya mayor aspiración científica era encontrar la manera de escribir en gallego los números romanos y las señales de tráfico.