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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pgs. 1    2    3    4    5

(775) Mi táctica, cuyo secreto no poseen aún mis enemigos, me las procurará en forma muy superior a la que le hubiera sido posible a Lorenzo.

Napoleón ningunea a Lorenzo el Magnífico y habla como si no hubiera existido Bailén. A lo mejor es que cuando dice esto todavía no había sufrido esa derrota.

(776) Italia lo ha visto, al fin, en mí.

¿Quién alaba las ollas? Naturalmente, el ollero, y más si es redentor.

(777) Todas estas predicciones se han cumplido. Hasta los habitantes de la Ciudad Eterna se vanaglorian de estar bajo mi cetro.

¿No decía yo antes que Napoleón era un señor omnipotente?


Visto lo visto hasta aquí, la dedicatoria de El Príncipe hecha o no hecha a Fernando el Católico resulta cuestión menor, pero no voy a orillarla. No existe tal dedicatoria, pero sí un capítulo, el XXI, dedicado a él con elogio, lo cual ya es una distinción.

Nada hace tan estimable a un príncipe como las grandes empresas y el ejemplo de raras virtudes. Prueba de ello es Fernando de Aragón, actual rey de España a quien casi puede llamarse príncipe nuevo, pues de rey sin importancia se ha convertido en el primer monarca de la cristiandad.

¡Hay que ver de qué cosas se entera uno leyendo! Estoy pensando en que la izquierda española, con esa superioridad intelectual que la caracteriza, a poco que leyera, sabría que España, en 1513, a los 60 años de haberse acabado la Edad Media, era ya un reino con su rey, el nº 1 de su tiempo.


Lo que queda claro es que Fernando el Católico (Fernando de Aragón) era bastante maquiavélico. Aparte de tomar Granada,

Hizo la guerra cuando estaba en paz con los vecinos, sabiendo que nadie se opondría, distrajo con ella la atención de los nobles de Castilla, que, pensando en esa guerra, no pensaban en cambios políticos y por este medio [ver más adelante este concepto] adquirió autoridad y reputación sobre ellos y sin que ellos se diesen cuenta.

…  no puede haber ejemplo más admirable y maravilloso.

Una vez que nos hemos topado con lo maquiavélico, es momento para profundizar en el principio con sus tres palabras clave: fin, justifica y medios. La palabra fin aparece en todo el texto sólo una vez (en las tres búsquedas he descartado las notas):

Pues se ve que los hombres, para llegar al fin que se proponen, esto es, a la gloria y las riquezas proceden en forma distinta:

Uno con cautela, el otro con ímpetu; uno por la violencia, el otro por la astucia; uno con paciencia, el otro con su contrario, y todos pueden triunfar por medios [ver más adelante este concepto] tan dispares.

El significante justificar se encuentra en dos ocasiones:

Si Francia podía con sus fuerzas apoderarse de Nápoles, debía hacerlo. Si el reparto que hizo con Lombardía con los venecianos era excusable porque le permitió entrar en Italia, lo otro, que no estaba justificado por ninguna necesidad, es reprobable.


… el príncipe debe hacerse temer de modo que, si no se granjea el amor, evite el odio, pues no es imposible ser a la vez temido y no odiado; y para ello bastará que se abstenga de apoderarse de los bienes y de las mujeres de sus ciudadanos y súbditos, y que no proceda contra la vida de alguien sino cuando hay justificación conveniente y motivo manifiesto.