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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pgs. 1    2    3    4    5    6

¿Quien iba a sospechar que el mundo entero estaba engalanado con cadenetas de letras, como una gran verbena? Ahora hay que descifrar la calle: far-ma-cia, pa-na-d…e-ro, se al-quiiii-la …

Yo también me moví en esa jungla descifratoria. Cuando íbamos de paseo por a carretera de Asturias teníamos que pasar por una curva cerrada y en cuesta donde había un gran anuncio en el que aparecía un gigantesco león sobre un letrero en el que yo leía “para calidad domeco”. No sé si es que yo no alcanzaba a distinguir el rabito de la Q, o es que pensé que el tal rabito sobraba porque yo no me llevaba bien con la cu, y lo que cuadraba era una O, o tal vez que me pareciera demasiado rara una palabra que terminara así. El caso es que cada vez que pasábamos por allí yo, DOMECQ, lo leía como “domeco”.


Otra. En esta ocasión apareció en la acera de enfrente de mi casa, hacia el muelle, una nueva tienda. Sobre su entrada, el gran letrero que la identificaba: DROGERIA. Me faltó tiempo para ir a chivarme a mis padres de la falta de ortografía. No tardaron en remediarla.


En la pág. 199 leemos:

… miles y miles de papiros, descubiertos por campesinos o excavados por arqueólogos, han llegado a nuestras manos, a veces con la tinta casi tan fresca como el día en que una mano antigua escribió en ellos… Casi todos los papiros están escritos en griego, la lengua del gobierno y de la población culta. Las fechas abarcan desde el año 300 a. C. Hasta el 700 d. C., desde la ocupación griega de Egipto, pasando por los años de dominación ptolemaica y romana, hasta la conquista árabe.

… Los papiros demuestran que muchos griegos sin cargos en la administración, sabían leer y escribir.

Estos hallazgos tuvieron lugar en zonas egipcias secas, no en el delta del Nilo; allí la sequedad del ambiente ha conservado bien los papiros. Y demuestran que a partir de los años de Aristóteles, el griego era lengua habitual en Egipto.


Los tres filósofos marcan la frontera entre los siglos III y IV a. C. Platón pasó a limpio las palabras que se le escurrían de la boca a Sócrates antes que el viento se las llevara lejos. Así quedaron escritos sus Diálogos. Pero lo que nadie nos cuenta es cómo aparecieron las letras griegas tan redonditas y tan bonitas, esas que sirven para hacer las palabras que escribe Platón

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Pienso que el inventor de las letras griegas fue un carpintero fino que las creó con la viruta rizada que salía por la boca de su cepillo.


Otro enigma es el de las frases en que se asociaban palabras. ¿Fue Aristóteles el que inventó la gramática griega para poder escribir lo que escribió, o todavía hemos de buscar al correspondiente Nebrija Porque dicha gramática no es moco de pavo.


Voy a referir una anécdota simpática que me ocurrió hace años. Me gustaba mucho el griego que estudié en los tres últimos cursos del Bachillerato, gracias a la excelente calidad de mi profesor, don Benito Gaya Nuño. No recuerdo a los autores de los textos de 5º y 6º, pero sí al de 7º: era Jaime Berenguer Amenós. Me prometí estudiar griego cuando de mayor tuviera tiempo.


Cuando me jubilé, ya han pasado 31 años, decidí acudir a la Universidad para seguir un curso de morfología griega. En la Complutense me acogió mi querida profesora Alicia Esteban Santos con el libro de texto que tenía: ¡el mismísimo de Jaime Berenguer Amenós! El libro era el que yo conservaba; la diferencia era que en 7º no dábamos la letra pequeña y en 1º de Letras, sí.


Un día me encontraba en la sala de diccionarios de la Biblioteca Nacional en compañía del mejor diccionario de griego que allí había. De pronto observo que una mujer joven que estaba cerca, no me quitaba ojo. No le di mayor importancia a la cosa porque uno está acostumbrado a sufrir lo que don Mendo travestido de apuesto bardo Renato ha puesto en verso: “Todas por mí como un trapo / y con igual pretensión … / ¡Ay, infeliz del varón / que nace cual yo tan guapo!”


Yo, a lo mío; pasaron unos minutos y la joven se me acerca; sin el menor vestigio de espíritu áspero, inicia el siguiente diálogo entre nosotros:


-¿Tiene todavía para mucho rato con ese diccionario?

-Pues …

-Es que soy griega y estoy haciendo mi tesis doctoral en la Complutense; necesito ese diccionario que usted tiene ahí …

-¡Hombre!, eres la mujer de mi vida … Estoy traduciendo el Anábasis y me encuentro enredado en un aoristo que no me cuadra …

-¡Ufff! No me hable de aoristos, ni de aumentos, ni de reduplicaciones, ni de voces medias. ¡Déjeme del griego clásico! …


También de la pág 199: