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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pgs. 1    2    3    4    5

… Finalmente vislumbraron las murallas de Emesa (la ciudad donde había nacido Julia).

Las puertas estaban abiertas y había numerosos habitantes situados a ambos lados del camino ya desde varias millas de distancia de la ciudad.


… Para toda la ciudad aquella visita de Septimio Severo con su esposa Julia, sus hijos, todas sus tropas y su séquito era una gran fiesta.


… Todo el pueblo congregado alrededor de la gran comitiva imperial había empezado a clamar al unísono … El gentío gritaba una y otra vez:

𝚨𝛊 𝛕𝛈𝛓 𝚰𝛐𝛖𝛌𝛊𝛂𝛓 𝛌𝛆𝛄𝛆𝛚𝛎𝛆𝛓

Nuestro autor nos traduce elegantemente esos gritos (perdón por la falta de espíritus):


¡Las legiones de Julia! ¡Las legiones de julia!


Otra digresión; una más, pero referida ahora a la morfología griega. Hablaba hace un rato de mi amigo el Severo. Eso de anteponer el artículo a los nombres propios era característico de los de mi tierra, los sorianos; éramos así de vulgares.


Ya en el Instituto, los chavales hacíamos distingos entre los nombres vulgares que usábamos para los profesores, y sus nombres científicos. Por ejemplo, la profesora de Matemáticas que era un hueso, Dª Modesta Alcázar, era la Modesta; la otra de Matemáticas era Dª Matilde Cacho, la Cacho, que luego se fue monja y que cuando nos daba trigonometría nos contaba lo de las modistillas que tenían su taller frente a la pensión de unos estudiantes y se mosqueaban porque siempre estaban pendientes de nosotras: que si cosemos, que si no cosemos. Luego estaba la de Ciencias, Dª Concha Espeso, que era fea y poco simpática; la llamábamos la cloruro.


Pues bien; todo este paréntesis viene a cuento del griterío pro Julia, en griego. Debo hacer una precisión a propósito de  𝛕𝛈𝛓 (genitivo femenino singular, del artículo: de la). Lo que gritaban los de Emesa era, literalmente, Las (nominativo plural femenino del artículo) de la Julia legiones que, ordenado, vale por Las legiones de la Julia.


Por fin, ya tenemos juntos a el Severo y a la Julia.


Para terminar bien el libro, lo primero que hay que hacer es leer varias veces su Apéndice I, NOTA HISTÓRICA que viene a ser su resumen. Enseguida nos enteramos de que la mujer retratada al principio por Graves no es Julia, sino Livia, la mujer de Augusto. El libro es una apología de la mujer y una hagiografía de Julia.

La igualdad de género ha de conseguirse en el presente y pensando mucho en el futuro … y completando la historia con todas aquellas mujeres importantes que existieron y que tantas veces hemos pasado por alto, para perjuicio de todos.

De acuerdo; detrás de cada gran hombre suele haber siempre una gran mujer. Y si no la hay, es porque se marchó al no poder aguantarlo.

Pero, ¿por qué no hay novelas, mejor dicho, no la había, apenas una obra teatral y ninguna película o serie de televisión, sobre Julia Domna? A mi entender, por dos estigmas que el personaje ha arrastrado consigo durante siglos: primero, por ser mujer y, segundo, por ser extranjera.

En lo último, que es muy políticamente correcto, discrepo de nuestro autor. Me refiero a lo de ser extranjero en Roma: Tan extranjera en Roma era Julia, siria, como su marido Septimio Severo, que era un bereber (norteafricano libio, de Trípoli).  Además Julia fue aclamada con entusiasmo por sus paisanos en su tierra, en Siria, pero también por la plebe romana en el Circo Máximo.


Entonces, ¿Quién odiaba a Julia? Fundamentalmente, dos mujeres: Mérula, la esposa del gobernador romano de Siria, Prescenio Nigro, y Salinatrix, la del gobernador de Britania, Clodio Albino (no me digan que no es curiosa esta pareja formada por un nigro y un albino). Ellas, romanas, despreciaban a Julia por extranjera, decían, pero eso era sólo la tapadera del odio que sentían (eran calderilla al lado del valor seguro de Julia) hacia el marido de ésta que, al final, activó la catapulta que lanzó por el aire las cabezas de sus propios maridos.


Para ir avanzando, haré algún comentario sobre lo que más me ha interesado del libro: su estructura. Hay un hilo conductor en modo Guadiana, que resulta clave: Es la figura de Galeno, el famoso, excelente médico para su tiempo y un tanto orgulloso, engreído, vanidoso y soberbio, que nos da a leer al principio de sus cinco Libri, su propio diario.


El efecto Guadiana se aprecia en otros aspectos, tales como el suspense. Pondré dos ejemplos.


Primero. Julia está en Roma (página 136) y su marido, de gobernador en Panonia Superior, en la frontera norte del Imperio, junto al Danubio. Aquella, sólo en una palabra reúne sus ambiciosos planes, y se la transmite a Galeno para que se la de a conocer personalmente, a su marido (¡menudo viaje! que, por otra parte, no era nuevo para el médico). Nuestro autor nos tiene en suspenso durante trece páginas.