Estás en: El Cantar del MÍO CID
QUIÉN hay detrás
QUÉ hay detrás
Les dio agua a beber y consiguió que se incorporaran. Las cubrió con su manto, las montó en el caballo y, guiándolo él a pie, abandonaron el robledo de Corpes alcanzando el Duero. En la torre de Dª Urraca las dejó a las dos mientras él se dirigía a San Esteban, y allí:
falló a Diego Téllez, el que de Álvar Fáñez fue.
Quando él lo oyó, pesól’ de coraçón,
priso bestias y vestidos de pro,
iva reçebir a don Elvira e doña Sol;
en Sant Estevan dentro las metió,
quanto él mejor puede allí las ondró.
Los de Sant Esteban siempre mesurados son, (son prudentes)
quando sabién esto, pesóles de coraçón, (se indignaron)
a llas fijas del Çid danles esfuerço; (les dan ánimos)
allí sovieron ellas fata que sanas son. (permanecieron)
El Cid tuvo noticias y envió a Minaya y Pero Bermúdez en busca de sus hijas:
Vinieron a Gormaz, un castillo tan fuert, (el castillo de Gormaz está unos
kilómetros al este de San Esteban)
í albergaron por verdad una noch. (por verdad: excepcionalmente, porque el
encargo era cabalgar día y noche)
A Sant Estevan el mandato llegó (la noticia)
que vinie Minaya por sus primas amas a dos.
Varones de Sant Estevan a guisa de muy pros (como hombres excelentes que son)
reçiben a Minaya e a todos sus varones,
presentan a Minaya essa noch grant enfurçión, (hospitalidad)
non ge lo quiso tomar, mas mucho ge lo gradió:
"Gracias, varones de Sant Estevan, que sodes coñosçedores (prudentes)
por aquesta ondra que vós diestes a esto que nos cuntió; (por el auxilio que nos
prestasteis en la desgracia)
í iazen essa noche e tan grand gozo que fazen.
Otro dia mañana pienssan de cavalgar,
los de Sant Estevan escurriendolos van
fata Río d’amor, dándoles solaz;
d’allent se despidieron d’ellos, piensanse de tornar.
La comitiva continua por Berlanga de Duero y Medina camino de Valencia. Y aquí termina el protagonismo soriano del Cantar del Cid, pero no el poema.
El Cid envía a Muño Gustioz para que pida justicia a Alfonso VI; éste convoca las cortes en Toledo con asistencia del Cid y los infantes. El Campeador plantea el juicio muy inteligentemente y lo gana todo.
El hispanista Ian Michael, ya citado, reconoce en el Cid conocimiento y observancia de los procedimientos jurídicos. Como se sabe, era hijo de Diego Laínez, a su vez descendiente de Laín Calvo, uno de los jueces de Castilla.
Primero obtiene la reparación civil; consigue que los de Carrión restituyan las dotes que habían recibido. Después terminan devolviéndole sus espadas Colada y Tizona, y cuando todos pensaban que las demandas habían concluído, el Cid apuesta fuerte: que se admita su desafío a los infantes por deshonra tan grande.
Careos entre el Cid y los suyos por una parte y los de Carrión y los suyos. Entretanto llegan mensajeros de los Infantes de Navarra y Aragón que piden al Cid a Dª Elvira y a Dª Sol para sus hijos. El Rey otorga el casamiento que solicitan.
El rey accede a los tres duelos consiguientes al reto del Cid (los dos hermanos y el representante de la Casa de los Condes). El Cid se vuelve a Valencia y los duelos tienen lugar en Carrión. Los hombres del Cid vencen y regresan a Valencia donde las hijas del Cid se casan con los Infantes de Navarra y Aragón.
Y colorín, colorado, este cuento, que no fue tal, se ha acabado.
PAG. 8 / 8