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C.- DESIGUALDAD

Nos han educado y entrenado para creer que el bienestar de la mayoría se consigue mejor captando, perfeccionando, financiando y recompensando las habilidades de unos pocos.

En esto se está llegando a un abuso insoportable. Se estimula a niños y jóvenes sobresalientes a dar de sí por encima de su sobresaliencia; se crean centros de élite exclusivos para superdotados; se propicia con todo ello un ambiente morboso de competitividad que resulta destructivo en aras, se nos dice, de que ello es mejor para los elegidos y, por consiguiente, para la sociedad.


Pues no. Yo he conocido ingenieros listísimos que estudiaban con éxito y simultáneamente, dos carreras de ingeniería, y que luego han triunfado en la vida ellos, y han dado mucho de sí creando empresas de éxito. ¿Quiere eso decir que habría sido mejor que hubieran acudido a una universidad hecha a su medida donde difícilmente se pudieran conciliar materias tan diversas?


Lo razonable es que todas las escuelas de ingeniería (por no salirme del ejemplo) tengan un alto nivel para todos, que ya se ocupará la naturaleza de obrar sus efectos y hacer la selección natural de los alumnos. Los superdotados sobresaldrán en los estudios y, seguramente, también en la vida, pero de forma natural y sin crear conflictos de envidia y de artificial competencia. Sin olvidar que no todos los que destacan en los estudios destacan luego en la vida: esas dos carreras tienen asignaturas bien distintas.


Creemos que la naturaleza distribuye de forma desigual las capacidades. Por consiguiente, existen ciertas personas que son capaces de llegar a donde otros nunca llegarán por mucho que lo intenten. Aquellos que han sido bendecidos con capacidades son muy pocos y están dispersos, mientras que los que no tienen dichas capacidades o tienen menos son multitud.

No estoy seguro, pero ese creemos de nuestro autor parece ir acompañado de una elipsis que expresara algo así como creemos engañados


Pues no, una vez más. Yo al menos creo con todas las de la ley que el párrafo es redondo. Lo que pasa es que, tomado como premisa mayor de un silogismo, ese párrafo nos conduce a una conclusión falsa con la ayuda de la siguiente premisa menor.


Estas creencias aumentan el ego de quienes están en lo alto de la jerarquía, disminuyen la frustración de los que están en la parte baja del escalafón y son una advertencia para quienes no acataron el mensaje original y aspiraron a más de lo que sus capacidades innatas les permiten alcanzar.

También encuentro bastante natural y, por tanto, aceptable, esta premisa menor. Lo que me parece falsa es la conclusión a que llega nuestro autor:


En definitiva, esta idea nos incita a reconciliarnos con la desigualdad cada vez mayor al aliviar el dolor de la derrota y la resignación al fracaso, al tiempo que reduce las posibilidades de disidencia y resistencia. En resumen, contribuye a la persistencia y a su crecimiento sin freno.

La conclusión del silogismo habría resultado perfecta si en vez de lo subrayado hubiera terminado diciendo, y sin añadir nada más: admitir una desigualdad razonable tal que no sirva de coartada para convertirse en otro tipo de desigualdad abusiva y de crecimiento sin freno.

El resto debería dejarse para un comentario como éste: El admitir una desigualdad cada vez mayor sólo sirve para aliviar el dolor de la derrota y la resignación al fracaso, y para reducir las posibilidades de disidencia y resistencia. En resumen, contribuiría a la persistencia y crecimiento sin freno de una desigualdad opresiva.


La desigualdad social persiste en los países ricos porque seguimos creyendo en los principios de la injusticia, y puede resultar algo chocante para la gente darse cuenta de que podría haber algo erróneo en gran parte del entramado ideológico en que vivimos. Esa desigualdad social es para muchos, sencillamente, parte del paisaje de la normalidad, tal como ocurría con la esclavitud en su tiempo.


D.- COMPETITIVIDAD

Al final, el mundo que ha caído en esta trampa se vuelve inhóspito para confiar en la solidaridad humana y la cooperación amistosa.

La trampa consiste en haber consentido reorganizar las relaciones humanas siguiendo el modelo de relación cliente-bien de consumo.



LA MENTIRA MAYOR: Que las cuatro afirmaciones anteriores A, B, C, D son incuestionables por pertenecer a la categoría de la mismísima realidad.


Sin embargo, Elías Canetti, Premio Nobel de Literatura 1981 dejó escrito:

Lo que hace que un escritor lo sea de verdad, es el impacto de sus palabras en la realidad. En un mundo que sin duda se puede definir como el más ciego de los mundos, la existencia de personas que insisten en la posibilidad de cambiarlo adquiere una importancia suprema.

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