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LAUDATE


Título:  LAUDATE DEUM (Exhortación Apostólica sobre la crisis climática; 12 páginas)

Autor: Papa Francisco

Edita: Librería Editorial Vaticana.


https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/20231004-laudate-deum.html


Empezaré recordando lo que de niños se nos decía en “La doctrina” (luego Catequesis) que había que tener en cuenta como criterios de credibilidad de la Iglesia Católica: Los mártires, la tradición oral (es decir, que había que creer que la Iglesia Católica era la verdadera porque así lo creía la gente) … y muchas más razones de peso. Con el paso del tiempo, se ha podido ver que el tema ha dado muchos quebraderos de cabeza a los teólogos.


E incluso a la Jerarquía de primer nivel. Teníamos en mi parroquia un coadjutor que en misa nos hacía repetir un Credo mejorado que empezaba: Creo en Dios Padre-Madre todo bondadoso … (hay que blanquear a la Divinidad Todopoderosa)


Seguramente querría inspirar al papa Francisco que también es políticamete feminista correcto cuando en su primera página ya se dirige a todos ustedes, hermanas y hermanos de nuestro sufrido planeta,


Sin olvidar al párroco que, en su notable inclinación pauperista nos dejaba claro que el hecho de que María fuera Virgen solo significaba que era pobre.


Pues bien, ya entrado en los noventa ocupo un lugar en una residencia de mayores donde me siento muy bien atendido pero con un inconveniente que complica mucho mi existencia. En este Carabanchel de las afueras de Madrid seguimos teniendo durante meses cobertura telefónica o acceso a Internet que no merece más que dicterios. Era como estar viviendo una fantástica Tempestad shakespeariana de orden informático antes del naufragio que siempre terminaba con un doloroso lamento de todo navegador o buscador, como éste: “¡UF! ¡No podemos encontrar el servidor de Telefónica!”.


No hay que decir que las fatigas se extendían también al correo electrónico que tiene su asiento en el Correo Web del Instituto de la Ingeniería de España, asistido por Movistar.


Pues bien; en esta situación tremendamente tempestuosa (Parece que las nubes quieren arrojar fétida brea, y que el mar, por extinguirla, sube al cielo, se lee en La Tempestad, de Shakespeare), resultó posible, milagrosamente, que la Laudate apareciera un día en la bandeja de entrada de mi @rio. limpia, clara, accesible, completa y en formato html.


Ya está, me dije: no hay duda de que el Espíritu Santo está soplando a favor del Papa Francisco, en beneficio de la Iglesia Católica.


Hay en la LAUDATE ciertos detalles que pueden pasar desapercibidos; éste, por ejemplo: A la última carta difundida por el Papa él la llamó Encíclica que es nombre con aroma de Roma locuta, causa finita. La actual Laudate huele más a un a ver si os enteráis, con un nombre más inclusivo, como hay que decir ahora. Ya no se llama Encíclica sino Exhortación apóstolica.


Parece que al Papa Francisco le da igual que la denominación actual que aporta a su escrito sea más del doble de larga que la de la antigua encíclica. Como total vamos a tratar de la crisis climática … y nada tiene que ver una cosa con la otra …


Pues vamos a ver cómo sí tiene que ver y, cómo el Papa incurre en una Contradictio in terminis; lo digo en latín para entendernos.


En cuestiones informáticas, como en otras muchas, siempre se empieza por las palabras. Éstas se transforman luego en bits, Kbits …Gigabits … Terabits, etc. y todas ellas en julios de energía por bit cuando los bits se transmiten como datos. Esto, y la energía necesaria para tener almacenados los bits en cuestión y el mantenimiento del hardware correspondiente, hace que el negocio informático consuma mucha energía eléctrica, aunque aparente no ser así.


Para explicar mejor lo que quiero decir, aportaré la siguiente información: Desde hace unos veinte años tengo alojado mi Sitio Web en un proveedor de alojamiento que recientemente me ha informado de que en 2022, ha emitido 269,2 toneladas menos de CO₂ gracias a la reutilización y el reciclaje de algunos de sus servidores y equipos de oficina.


Es cierto que con la informatización actual se consume menos energía que la usada antes quemando leña del bosque. Y que por tanto, ha de ser bienvenida la sustitución de la factura de papel que nos mandaba la Eléctrica (que estaba hecho con la pulpa de árboles destruidos), por un pdf  con la misma información.


Sin embargo no es aceptable refugiarse en que la energía eléctrica consumida por la informatización procede de fuentes renovables porque se sabe que mientras el consumo informático crece, las renovables no parecen suministrar hoy la suficiente energía.


Cualquiera con buen sentido, sabe discernir los alardes de un gobierno que vende optimismo para que se le siga votando y crea un Ministerio para la transición ecológica, o los de los vendedores de la energía que producen dando a las renovables como solución. La opinión de los sabios discurre por otros cauces.


Todo el mundo clama por la eliminación del petróleo a causa de su efecto contaminante cuando se emplea para generar energía eléctrica o se usa en la automoción. Pero a nadie he visto arriesgar una alternativa como ésta:


-Se cerrarán todas las centrales térmicas y nucleares, conservándose sólo las hidráulicas.

-Las renovables cubrirán toda la producción eléctrica necesaria hoy y en el futuro. Ellas permitirán electrificar todo el transporte terrestre (automóviles y demás vehículos, eléctricos).

-Desaparición del transporte naval y aéreo.

-La industria extractora de petróleo seguirá como ahora, pero en las refinerías se descartará la obtención de fracciones refinadas que no hayan de utilizarse luego como materia prima en la industria petroquímica para obtener los plásticos sin los que hoy es imposible sobrevivir, y que al mismo tiempo nos ahogan como desperdicio.


No. Si nos aferramos a seguir creciendo porque ya se ve que la informatización es útil y barata, estaremos avanzando hacia atrás 250 años para encontrarnos de acuerdo con lo que Adam Smith postulaba entonces en su obra cumbre An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations (La riqueza de las naciones).