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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pgs. 1    2    3

Pasado el tiempo, dice Azaña: <<Me decidí a encargar del Gobierno a Negrín. Me parecía más útil aprovechar en la Presidencia su tranquila energía.>> Y añadía <<es inteligente, cultivado, conoce y comprende los problemas, sabe ordenar y relacionar las cuestiones. Parece hombre enérgico, resuelto y en ciertos aspectos audaz>>.


Los anarquistas que le odiaban (a Negrín) no sin razones, lo presentan así por boca del líder de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) Abad de Santillán: <<¿Sabe alguien cómo piensa Negrín, qué ideas tiene, qué objetivos persigue? Lo único público de la vida de este hombre es su vida privada … Una mesa suntuosa y superabundante, vinos y licores sin tasa y un harén tan abundante como su mesa .. Necesita la ayuda de inyectables para su vida misma de despilfarro y desenfrenos>>.


Estoy por apostar que este señor Abad de Santillán no era un infiltrado de la organización franquista en el Frente Popular.


Yo tengo que adelantarme a decir que por simplificar he evitado mostrar las citas de las fuentes que reseña Pío Moa y avalan lo que escribo y que son muchísimas y bien organizadas. Quien lea el libro puede comprobar estos extremos.


Tampoco he copiado (con escasas excepciones) ni comentado las reflexiones que el propio Moa hace a propósito de sus citas. Dejo al lector esta tarea que pienso será de su agrado.


Cuando las tropas nacionales, ya liberado el País Vasco avanzaban hacia Santander y Asturias, Azaña constataba, a propósito de los comunistas:


<<Una fuerza en retirada del frente, desmoralizada. Se encuentran con un “responsable” que les recrimina y quiere convencerles de que, obrando así, entrarán los rebeldes y los fusilarán: “¿A nosotros? No. Te fusilarán a ti que eres un dirigente … La política que han seguido allí servía para fabricar fascistas … Incautándose del pequeño comercio, de las pequeñas propiedades, etc…. Encarcelaban a niños de ocho años porque sus padres eran fascistas, y a muchachas de 16 a 18 años, sobre todo si eran guapas>>.


Copio de Pío Moa, porque no quiero olvidarme de mi propia experiencia cuando yo, con 5 años vivía en san Vicente de la Barquera. Dice:


Azaña se quedaba corto. A lo largo de la lucha en el norte, desde Bilbao hasta el final, las izquierdas habían fusilado o asesinado de diversas formas a gran número de los que llamaban <<fascistas>>, a menudo despeñándolos por acantilados.


Yo recuerdo haber oído hablar de esto último situando la acción en el promontorio del faro de san Vicente. Regino, el jefe del Frente Popular se había apoderado del mejor edificio del pueblo, el hotel Miramar (hoy Luzón) para instalar en él su cuartel general. Desde allí conminó a mi madre a que alojara en nuestra casa a “un refugiado” con el pretexto de que en mi familia faltaba un hombre: Mi padre había sido obligado a marchar al frente rojo. Mi madre se negó con rotundidad y, afortunadamente, poco después entraron las tropas nacionales en el pueblo.


Otros de mis recuerdos: Una tarde en la escollera frontera de la bahía que se extendía a lo largo de la carretera y frente al hotel Miramar había un grupo de milicianos parece que manipulando una bomba. Desde el observatorio de mi balcón en un segundo piso oí una gran explosión y vi cómo saltaban por el aire atravesando la carretera, los cuerpos de varios hombres. A la mañana siguiente pasaban por delante de mi casa siete féretros camino del cementerio al pie del Pico de Santllán.


Los milicianos habían bajado desde la iglesia dos confesionarios que, puestos a cada lado de la carretera en el vértice del ángulo recto que allí formaba, utilizaban como garita de control del tráfico entre Santander y Asturias.


Me parece escuchar por allí los gritos de la Caína y la Oliva, dos destacadas milicianas que gritaban a sus camaradas: “¡A ver si nos traéis pronto las orejas de los faciosos!


Otra mañana pasaba por delante de mi casa una pareja de milicianos que se llevaban al hermano Lázaro, un lego del colegio de los frailes, camino de la Cabaña; desaparecieron de mi vista tapados por los edificios de enfrente, pero de mis oídos no desapareció el sonido seco de dos tiros. El infeliz lego pasó a mejor vida como se supo después.


Lo que he podido comprobar es que ni Pío Moa ni Azaña ni alguno de los “historiadores” de lo políticamente correcto y de la “memoria histórica”, han reseñado algo que yo vengo guardando en mi memoria como un tesoro desde hace 86 años: el entusiasmo, la alegría y la satisfacción con que el pueblo de san Vicente se echó a la calle o se asomó a los balcones para recibir a las tropas nacionales que entraban camino de Asturias.


Refiriéndose a Cataluña, Negrín comentó a Azaña:

<<Aguirre no puede resistir que se hable de España. En Barcelona afectan no pronunciar siquiera su nombre … Si estas gentes van a descuartizar a España, prefiero a Franco. Con Franco ya nos las entenderíamos nosotros, o nuestros hijos … Pero estos hombres … acabarían por dar la razón a Franco>>.


Según Azaña, a su amigo Prieto le echaron del Gobierno los Comunistas <<Porque se negó a firmar una carta que le llevó redactada un agente ruso, pidiendo a Hacienda que les librase un millón y medio de dólares para gastos de personal militar sin justificación alguna>>.


Copio de Pío Moa:

Pese a los esfuerzos de Negrín, iba cundiendo en su campo la esperanza o ilusión pacifista. El 18 de julio, en el segundo aniversario del inicio de la guerra, Azaña pronunció un discurso pidiendo <<Paz, piedad y perdón>>. Consigna harto tardía y dudosa en boca de quien tanto había contribuido al enfrentamiento social, y poco agradable para Negrín que respondió con una nueva ofensiva en gran escala por el Ebro.


Sigue Pío Moa: Azaña había recibido a Negrín con alborozo pero sus juicios sobre él se iban volviendo más y más tenebrosos. <<Desde noviembre del 36 soy un presidente desposeído. Cuando usted formó Gobierno creí respirar … pero he visto que lo que tiene es una insegura y errática fantasía, falta de seriedad, tiene una imaginación enfermiza, me contesta chapucerías, no cree en lo que dice…en definitiva, usted es un bribón>>.


Y yo añado: Negrín podría ser un bribón, pero Azaña, nada menos que el Presidente de la II República española, era un lince escogiendo a sus colaboradores. Como head hunter no tendría precio. Además, con Prieto y Largo Caballero había sido el constructor del laberinto del que ya no sabían salir.