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- Datos curiosos:

Los niños andan descalzos por toda la suciedad, aunque cuando se van haciendo mayores la mayoría usan chanclas (casi el único tipo de calzado por aquí).


Comen con las manos, no usan cubiertos... Y conducen por la izquierda.


No tienen váter, simplemente hoyos, los baños públicos son un espectáculo (tampoco papel de baño, se limpian con agua o eso esperamos..)

Dice antes mi amigo: “los slums son completamente ignorados por el gobierno, y los jesuitas les ayudan a organizarse, comer cada día y enseñarles algún pequeño oficio”. Echo de menos que los jesuitas no se mezclen, en materia de organización, con las estructuras locales del “Tercer sector” (el de la Economía Social). Copio del libro de J. Rifkin El fin del trabajo: “En Orangi, un suburbio de Karachi, Pakistán, el Tercer sector ha conseguido la ayuda de 28.000 familias para la construcción en 40.000 m2, de cloacas y desagües subterráneos y para construir más de 28.000 letrinas para los residentes locales.

Se sientan en el suelo casi siempre.Son bastante guarros en general, van escupiendo por todas partes.

Cuando vas por la ciudad todos te miran (debo ser el único blanco en Bijapur) y la mayoría te preguntan tu nombre y tu país. Incluso un padre que iba con su hijo pequeño en la moto (sin casco, no usan) se paró una vez para que le diera la mano a su hijo.

He hecho mi primera tortilla de patata y ha quedado riquísima! Un poco salada lo único. A ver si un día puedo hacerles torrijas, aunque su aceite no es muy allá.

Bueno, eso es todo lo que se me ha ido ocurriendo, hay mil cosas más que contar que ya os diré en persona más tranquilamente (además todavía me queda una semana y media en Bijapur y otra más de turismo por la costa Oeste desde Goa hasta Kerala). Os adjunto algunas fotos para que os hagáis una idea de cómo es esto gráficamente.

Espero que todo vaya bien por allí y un abrazo a todos. Hasta la vuelta!

Antes prometí volver sobre el texto de Sorman, y ahora, después de mi larga digresión, lo retomo aún a costa de repetir su último párrafo.

Sin duda, las oligarquías locales pervirtieron, y siguen pervirtiendo el capitalismo en Iberoamérica, …

Pero no sólo en Iberoamérica. Seguro que esto ya lo sabe Sorman. No hay más que ver las deliciosas fotos de familias (los matrimonios Obiang y Obama) que se llevan tan bien, unidos como están, por la negritud africana y por el paraguas protector de las multinacionales americanas del petróleo. Son éstas, naturalmente, las que, munificentemnente, están llenando a raudales los bolsillos de los ecuato-guineanos, especialmente los de Teodoro y Teodorín.

aunque eso no quita para que gracias a ese capitalismo y no al socialismo ni a los Gobiernos locales, cientos de millones de pobres en Brasil, en Chile o en Perú dejan de ser pobres.

Efectivamente, y no solamente en esos países. También en la India se practica a plena satisfacción la economía de mercado que tanto fascina a Sorman. Y ello asimismo quiere decir hacer economía en el mercado de trabajo. No sé si ustedes han visto una foto india que muestra a unos trabajadores locales fabricando zapatos de marca de lujo para mujeres (con justicia podría decirse zapatos para mujeres de marca de lujo). Allí aparecen los operarios situados en sus mesas de trabajo, apelotonados pero bien organizados: se ve que unos ya han ascendido, seguramente gracias a su experiencia acumulada … Lo único que falta explicar es que todos se apretujan en el interior de un cuchitril de tal manera que la mitad de ellos trabajan sentados en el suelo debajo de grandes mesas de patas cortas y la otra mitad ascendidos sobre ellas y sentados en sus tableros. Terminada su jornada laboral cuya duración no muestra la foto fija a que me refiero, los operarios volverán a sus slums a la espera de que la macroeconomía que alimentan con su trabajo y que aumenta la altura de los rascacielos de Mumbay se convierta pronto en la microeconomía que se espera redima a los slumistas. No importa si la espera es larga: los operarios de la foto ya han dejado de ser pobres; tanto como los de Brasil, Chile o Perú que están en la nómina de Sorman.

Dado que el Papa Francisco da prioridad a los pobres como enseñó Cristo, ¿no debería consagrar, en vez de denigrar, al único sistema económico, sin duda imperfecto, que reduce la pobreza de masas y que podemos llamar capitalismo popular?

Empezando por el final del párrafo, todo hace pensar que con la denominación de “capitalismo popular” la derecha liberal quiere distinguirse del “capitalismo de estado” de la izquierda. En definitiva, pues, todo es capitalismo y, si profundizamos más, todo es crecimiento. Ya lo trato en http://www.caprichos-ingenieros.com/esperanza.html


No sé quien ama más al capitalismo, si la izquierda anticapitalista radical (Podemos quiere crear bancos públicos hasta en los ayuntamientos) o la derecha ultraliberal.


Por otra parte, lo de llamar popular al capitalismo no es sino la forma de hacer ver que la gente del pueblo está unida a los buitres y tiburones financieros, todos como hermanos y que, por tanto, denostando a estos nos estamos perjudicando nosotros, los pueblerinos. Así que, mejor callados.


Estamos de acuerdo: El capitalismo popular es sin duda un sistema imperfecto. Luego habrá que hacer algo para perfeccionarlo porque es el único sistema económico que nos queda, no le parece? ¿Conoce, Sr. Sorman a alguien que esté empeñado en esta tarea? Yo creo que no hay nadie. A nadie convienen los perfeccionamientos: así nos va de perlas. Pues por ahí tendrá que empezar, usted mismo el primero.


Estoy seguro de que el Papa Francisco consagraría inmediatamente al capitalismo popular si se le arreglaran estas cuatro averías que lo minan:

1 Crecimiento rampante de la corrupción (Antonio Garrigues).

2 Crecimiento de las desigualdades (Jeffrey Gale Williamson).

3 Crecimiento del deterioro medio ambiental (profesor Wang Feng).

4 Crecimiento económico sin fin (Adam Smith).

Hay que aclarar que la cuarta avería es la causante de las otras tres e incluso de otras más, tal, el crecimiento sin fin de las deudas.

El Papa Francisco no se decide a hacerlo a diferencia de Juan Pablo II en su época. Juan Pablo II habría preferido una tercera vía entre el capitalismo y el socialismo, pero al comprobar que no existe se sumó a la economía de mercado. Los polacos, en particular, le escucharon, y hoy en día se ven recompensados por ello.  ¿Se espera una conversión similar del Papa Francisco? Pongámoslo en duda.,

Acabo de explicar por qué creo que el Papa Francisco no consagra al capitalismo popular, y creo, sin duda, que hace bien. No espere pues, el Sr. Sorman que se convierta el Papa: Conviértase él antes arreglando su querido y averiado capitalismo.

Resulta que, probablemente por error, acabo de recibir un documento del Vaticano, con vistas a la visita del Papa a Nueva York el próximo mes de septiembre y a su intervención prevista en la tribuna de naciones Unidas. Esta alocución no pasará inadvertida, y una especie de “comité de sabios” ya la está preparando. El documento que me ha llegado consulta a los intelectuales estadounidenses o que viven en los EE.UU (como es mi caso) sobre lo que el Papa debería decir.

Esto demuestra su prestigio, Sr. Sorman, y el elevado aprecio que se le tiene en el Vaticano. No lo eche usted a perder: Presente al Papa un certificado con la garantía de arreglo que propone para las cuatro chapuzas del capitalismo popular, y verá cómo su nombre es recompensado en Nueva York. Porque, inteligente como es, se dará cuenta de que el Papa Francisco no va a hacerle el artículo en las Naciones Unidas simplemente diciendo que es que usted dice lo mismo que Esperanza Aguirre: de usted se espera algo más.

Este cuestionario no es neutral, ya que pide que se le faciliten al Papa argumentos para dar coherencia a dos ejes, ya determinados, de su discurso: los excesos del sector financiero y los del mundo digital. Resulta que internet se ve convertido en un gran satán: Nos deja atónitos: una economía moderna sin sector financiero y sin internet no existe, como tampoco existe el mito de la tercera vía en la década de 1980. ¿Hará Francisco que echemos de menos a su antecesor Benedicto, quien, porque era Papa, se preocupaba más de la teología que por la economía?

Mi consejo es que se centre usted en los excesos del sector financiero, es decir, en las cuatro averías del capitalismo popular, y se olvide de los del mundo digital, no sea que haya que re-entronizar a Benedicto XVI con su teología, pero sobre todo con su liturgia. No puedo olvidar la de Cuatro Vientos con la custodia de Arfe dividida en partes como por arte de efectos especiales.

Como el cuestionario del Vaticano me ha llegado por unas vías misteriosas, pero quizá divinas (vayan ustedes a saber), responderé a él sugiriendo al Papa que pronuncie en Nueva York un elogio a la donación. Nueva York es la capital de la filantropía, donde viven las mayores fortunas del mundo, pero también las más generosas, las cuales financian mil obras sociales a través de fundaciones. Esta caridad masiva en EE.UU tiene un origen cristiano (más protestante que católico, eso es verdad), y me parece el complemento necesario, indispensable y ante todo eficaz, del capitalismo. Un Papa invitando a todos desde el púlpito que es la ONU a dar voluntariamente su tiempo y su dinero para corregir algunos efectos perversos e injustos del capitalismo: sería un discurso histórico con unos efectos concretos. Si el Papa se contenta con las diatribas habituales contra el capitalismo, mil veces repetidas, su popularidad se verá reforzada indudablemente entre la izquierda, pero a un Papa, en principio, no le preocupa su popularidad.

Excelente final para el artículo y con mucha sustancia. Yo soy el primero en admirar a los caritativos y a los filántropos, pero también en reconocer que ellos no arreglarán el problema del capitalismo popular. Pueden arreglar alguno de sus efectos, pero como no se enfrentan a las causas no resuelven el problema.


Ya se ha visto que ni los jesuitas en la India ni los donantes filántropos en Nueva York lo resuelven: sólo blanquean sus conciencias y nos dejan tranquilos a los demás. No son parches lo que necesitamos, sino acciones creíbles, prácticas y valientes.


Yo no creo que haya que destruir el capitalismo ya que lo encuentro útil y necesario: Hace falta acumular capital para invertirlo en beneficio de la humanidad. Sin esa acumulación sería imposible acometer las grandes acciones que entrañan dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo.


No se trata, pues de ir a segundas o terceras vías. Se trata simplemente de arreglar el defectuoso sistema capitalista para que se comporte decentemente y no de la forma por todos reconocida como imperfecta.


La solución no pasa por llamar comunista, populista o radical de izquierdas a quien piensa de esta forma, porque en ninguno de esos tres dominios se piensa así del capitalismo: allí sólo vale destruirlo.


Y por fin, una cuestión medular en relación con la filantropía. Antes no dije que en la foto de los zapateros indios, y en medio de todos ellos aparecía un capataz, también indio. Podría ser el propio empresario del negocio o alguien a sueldo de algún rico del lugar como los que señalaba mi corresponsal desde Bijapur. En todo caso, la experiencia demuestra que las grandes fortunas suelen empezar así, desde abajo, para terminar en lo alto de los rascacielos de Mumbai.


A pequeños saltos, para el gran salto hasta las cumbres de Forbes. Una vez en éstas y visto que ya no se puede crecer más (el Nobel de Física Denis Gabor decía que el crecimiento sin fin sólo se daba en los libros de matemáticas), el emprendedor de toda la vida se convierte, con sus ahorrillos acumulados, en filántropo, donante o fundador.


Y uno se pregunta ingenuamente ¿Es que hay que esperar tanto, toda una vida, para hacer el bien gratuito, a costa de no haberlo hecho desde el principio y de forma creciente? Porque de haberlo hecho así no sería necesario hacerlo después, y el beneficio para los demás habría sido copioso y extendido.


Sin embargo, en esta materia siempre me asalta la duda de si aquí no ocurrirá lo mismo que de Bono asocia con el camino, cuando viene a decir: el camino de vuelta desde un lugar es siempre completamente distinto del de ida aunque en ambos pisemos sobre las mismas piedras.


Para terminar. Lo de que la caridad masiva en EE.UU parece al Sr. Sorman el complemento necesario del capitalismo me recuerda lo que un colega de fábrica nos decía que decía su padre: “El queso es el complemento de una buena comida y el suplemento de una mala”.


Yo, por mi parte creo que lo que el capitalismo popular necesita es un buen suplemento de perfección.