En la pág. 292 se suscita otra cuestión muy seria. Jesús no ve a los Doce actuando como “sacerdotes” con respecto a los demás. No imagina a sus seguidores viviendo según el sistema jerárquico del templo: un sumo sacerdote, sacerdotes de distintos linajes y un conjunto de levitas. El tipo de relación que quiere promover entre ellos se parece todavía menos al modelo jerárquico vigente en las estructuras políticas del imperio.

     

Aquí me imagino a la Jerarquía católica mordiéndose la lengua hasta hacerse sangre. Ahora entiendo mi intuición de pensar en la posible relación entre el presente libro y Dios y el mundo del Cardenal Ratzinger. Acogiéndome a la ucronía que propicia el propio cardenal en la pág. 18 de su libro, repito ahora a los lectores la pregunta que entonces planteaba: ¿Uds. creen que Jesús se haría católico ahora? (Mi pregunta era sólo un poquitín más descarada que la que el coautor Peter Seewald hacía al cardenal).

     

Porque a mí siempre me enseñaron la relación jerárquica Pedro / Apóstoles / Discípulos / los demás. Para no hablar del “In hoc signo vincis” constantiniano y sus consecuencias … Menos mal que de todo aquello no nos queda hoy ya más que al Nuncio como el “primus inter pares” de las representaciones diplomáticas …



     

La resurrección de Jesús es tratada en el libro de una forma exquisita y, añadiría que especial, dado el título del libro. Voy a dar algunas pinceladas sueltas.

     

Pág. 411: Sin duda les apena (a sus seguidores) la muerte de un hombre cuya bondad y grandeza de corazón han podido conocer de cerca, pero tarde o temprano éste es el destino de todos los humanos.


Pág. 412: Nunca podremos precisar el impacto de la ejecución de Jesús sobre sus seguidores. Sólo sabemos que los Discípulos huyeron a Galilea … Nadie sabe por experiencia qué sucede exactamente en la muerte, y menos aún qué le puede suceder a un muerto si es resucitado por Dios después de su muerte.


Pág. 413: La fórmula con que los primeros cristianos expresan el hecho es resurrección. (“Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos”). Pero enseguida aparecen himnos en los que ellos cambian resurrección por exaltación (Dios ha “exaltado” a Jesús; “lo ha elevado a su gloria”; “lo ha sentado a la derecha de su trono” y lo “ha constituido como Señor”.


Pág. 416: La resurrección es algo que le ha sucedido a Jesús. Algo que se ha producido en el crucificado, no en la imaginación de sus seguidores. Esta es la convicción de todos. La resurrección de Jesús es un hecho real, no producto de  su fantasía ni resultado de su reflexión.


Curiosamente, dentro de las 470 páginas netas del libro, hasta la 424 Pagola ha podido venir hablando de Jesús como hijo de Dios. Es en esa página donde por primera vez, y de la mano de San Pablo se refiere al Hijo de Dios. Ni siquiera en la “apoteosis” de la Santísima Trinidad” (pág. 74) lo hizo.


Ahora, en la pág. 459, ya a punto de terminar el libro, se expresa así:


El título de “hijo de Dios” era muy sugestivo para los judíos (que lo podían aplicar, según la ocasión, al pueblo de Israel, a un determinado rey, a un hombre justo, etc.) ¿Cómo no llamarle así a Jesús?


… Jesús no es un “hijo” más de Dios. Es “el Hijo”. Lo más querido de Dios. Ha sido el Padre quien lo “ha enviado” al mundo desde su propio seno. Jesús “viene” de Dios. Su raíz última está en él. La vinculación de Jesús con Dios no es como la nuestra. Dios es el Padre de Jesús de un modo distinto de como es nuestro Padre. Los primeros cristianos marcan siempre la diferencia. Nunca ponen en labios de Jesús la expresión “Padre nuestro”: Jesús dice “mi padre” y “vuestro Padre”.

… Jesús es verdadero hombre … Es verdadero Dios pág. 460.




Decía yo más arriba que algún lector apreciaba que Jesús, según transcurrían sus tres años de vida pública, fue dándose cuenta de que era Dios. Según lo escrito, no sé si Jesús se daba cuenta de ello. El que parece que sí se la ha dado es Pagola. Y probablemente tiene razón, porque Dios Padre es todopoderoso.



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