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Datos impresionantes que siguen siéndolo a pesar del control que sobre ellos debe de ejercer un gobierno autoritario como el chino. EE.UU lo reconoce según se puede leer en la pág. 79 del Panorama. China está en cuarto creciente y los EE.UU en cuarto menguante; y los dos lo saben. Lo que pasa es que China, a la chita callando hace la nueva ruta de la seda. Xi Jinping no necesita excitar a su favor a sus súbditos que ya lo han elegido in aeternum. Trump, en cambio, tiene que conseguir que los suyos se cabreen con los chinos a fin de que lo elijan para una temporadita más:

Se está produciendo un rápido ascenso de China como potencia económica. En 1988, en paridad de poder de compra, la renta per cápita de los estadounidenses era 25 veces más alta que la de los chinos, mientras que hoy es sólo cuatro veces mayor. Hace tres décadas la economía estadounidense representaba el 28 por ciento de la economía mundial, y la china sólo el 2 %, o lo que es lo mismo, la economía china era trece veces menor que la americana. Hoy EE.UU representa el 25 % de la economía mundial y China el 15 %, por lo tanto, las diferencias entre los dos máximos competidores se están reduciendo cada vez más y es muy probable que China supere en términos de PIB absoluto a EE.UU, en la próxima década.

Trump se defiende, y puede decir a sus votantes algo así como esto: Pero qué se han creído esos chinos cuando (copio del Panorama):

EE.UU sigue comandando y controlando todos los océanos y mares con sus once portaviones nucleares y sus seis flotas en activo … EE.UU es todavía el poder imprescindible en las relaciones internacionales.

Sí, pero China  ya ha construido en 1917 una base naval en Yibuti, junto al estrecho de Bab el Mandeb a la entrada del Mar Rojo, uno de los puntos estratégicos más sensibles del mundo.


Comentaba yo hace poco con un oficial del Ejército de Tierra mi opinión de que las bases navales (o terrestres) hoy, no son lo que eran antes: pueden ser destruidas desde cualquier lugar lejano o inutilizadas mediante ataques cibernéticos. Su respuesta: Sí, pero siguen siendo un potente medio disuasorio. ¡Vaya un medio caro! pensé yo.


Trump y Xi Jinping están, de momento, en una guerra comercial; espero que la arreglen y la cosa no vaya a más. Supongo que los dos recordarán los bombardeos de Pearl Harbor y de Hirosima y Nagasaki pero, sobre todo, han debido aprender que hoy no hace falta atinar con la línea de flotación de un barco de guerra; basta  con introducir un virus en su ordenador principal para acabar con él.

Otra cosa que merece un comentario es la reelección de por vida de Xi Jinping en China. Parece éste ser un hombre manso pero, ¡Vaya usted a saber! Hoy, cualquier mandatario no se conforma con una  reelección  (Aznnar, excepción). Se las compondrá para arreglar lo que haga falta a fin de asentarse en el poder, sin saltarse la ley y, a poder ser, para siempre.


Esta tendencia o tentación, más bien, no es de ahora; ya se daba en el Imperio Romano donde, al menor descuido, no es que se asentara un nuevo Emperador después de que el anterior hubiera sido asesinado, es que alguien instauraba una nueva dinastía.


Hablando de la perpetuación en China y de la que después comentaré, en Nicaragua (la nación grande y la chica), me viene a la memoria una experiencia personal. Había sido yo invitado a una sesión en la sede madrileña de CÁTEDRA CHINA donde varios ponentes iban a tratar del auge de China.


En el coloquio final se me ocurrió preguntar por algo que había venido siendo de gran impacto y que últimamente yacía oculto en un tupido velo de silencio: El gigantesco proyecto chino de abrir un nuevo canal en Centro América para competir con el de Panamá; se trataba de algo importantísimo para China dado su incremento comercial hacia el Atlántico.


La construcción del canal estaba prevista en la República de Nicaragua aprovechando la existencia en el país del gran lago Nicaragua. El ponente de turno me respondió que el tal proyecto se había abandonado. No explicó por qué y yo me quedé sin saberlo, aunque sospecho que la razón es puramente técnica, porque desde un punto de vista estratégico y de mapa, la solución es perfecta. No puedo menos que recordar lo que pasa con el Canal de Panamá, que también requiere disponer de agua interior renovable. Se la suministra el río Chagres que es represado al final de su curso formando el gigantesco embalse Gatún. Dudo que algo parecido pueda ocurrir en Nicaragua.


Yo no sé si mis queridos amigos P y R, a cual más cristiano y más comunista, conocen lo que voy a copiar ahora de la página 241 del PANORAMA. Lo que sí sé es que ellos bebían los vientos por la Revolución Sandinista de Nicaragua cuando estaba en su punto.

Nicaragua: represión y deriva autoritaria

En 2007 el Partido Sandinista, liderado por Daniel Ortega, recuperó la presidencia de Nicaragua con el apoyo de parte del sector privado tradicional, el Partido liberal del expresidente Arnoldo Alemán, y la Iglesia católica. Desde 2009 Nicaragua logró un crecimiento económico sostenido entre 3,5 % y 5 % anual, que le aseguró cierto respaldo social. No obstante, el gobierno fue debilitando la institucionalidad democrática del país, tomando el control gradualmente del Parlamento, de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo Supremo Electoral, lo que facilitó que Ortega pudiera modificar la Constitución para permanecer en el cargo durante tres periodos sucesivos. En las elecciones de 2018 su candidatura obtuvo el 72 % del voto emitido, con una participación del 68 %. Debe destacarse también el protagonismo dentro del Gobierno, de la vicepresidenta del Gobierno y esposa de Ortega, Rosario Murillo.


A mediados de abril de 2018 el anuncio de recortes en las pensiones y, a su vez, la mala gestión de los incendios forestales al sur del país se sumaron a otros motivos de descontento más profundos, como la corrupción, la desigualdad o la captura del Estado por parte de unas élites que se habían perpetuado en el poder. Todo ello motivó el inicio de protestas de activistas, estudiantes, organizaciones de mujeres y comunidades rurales. Éstas fueron duramente reprimidas por parte de fuerzas policiales y de grupos armados vinculados al oficialismo, en una lógica de acción-reacción que condujo al estallido de una verdadera crisis nacional. En agosto de 2018, según fuentes de Naciones Unidas, había causado ya más de 300 muertos -455 según organismos independientes de derechos humanos-, en casi todos los casos a manos de la represión gubernamental. El mismo informe afirmaba que los detenidos habían sido torturados y que en la represión habían participado grupos armados progubernamentales.


A ello se ha sumado la persecución contra disidentes, con despidos arbitrarios de funcionarios civiles y la intimidación contra personas. A su vez se ha ido instalando un sistema de mayor vigilancia y control social a través de grupos paramilitares tolerados por el gobierno….


… La            La estrategia del gobierno parece apuntar a un atrincheramiento análogo al que se observa en Venezuela, con mayor represión, llegando a prohibirse nuevas protestas y manifestaciones que exijan el fin del régimen.


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