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Se puede continuar pero, con esta muestra basta. Nos quedamos con el foco puesto en Venezuela que tan extensamente trata el PANORAMA entre las páginas 226 y 241. La Venezuela de Maduro, el modelo que nos merecemos para nuestro bien en el sur de Europa, según el Vicepresidente del Gobierno español don Pablo Iglesias Turrión.


Me voy a ocupar ahora, brevemente, de un neologismo que emplea Sanahuja en las páginas 207, 208 y 218 al tratar del malestar democrático en América Latina. La palabra es clivaje (no aceptada por el DLE), del inglés cleavage, divisoria, escisión, fisura. Me imagino que es una manifestación más del amado espanglish de los hispanos de EE.UU.


Antiguamente, la alternancia en el poder de los partidos de derechas e izquierdas aseguraba que con el paso del tiempo se pusieran en juego las tendencias de todos: una temporada las de unos y otra, las de otros. Eso resolvía la imposibilidad de que ambos espacios políticos convivieran pacíficamente en el mismo momento.


La derecha se caracterizaba por sus preferencias por el orden, la tradición y lo que el individuo significa. La izquierda se inclinaba por lo colectivo, lo público y, con inspiración en la revolución francesa, por los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad. Esto, en principio, porque luego se dan corrimientos de conceptos. Como acabamos de ver, lo de la libertad de la izquierda nicaragüense migra hacia la derecha española que apuesta por la libertad de los padres para educar a sus hijos.


Como se ve, ya está ahí el primer clivaje, la marca de la primera divisoria. Así hemos venido tirando con el bipartidismo, hasta que algunos listos se dieron cuenta de que había otras formas de dividir a la gente, si es que no estaba ya dividida.


Así, los comunistas vieron que había dos espacios contrapuestos: el de los capitalistas y el de los proletarios. Para los comunistas, y para los que los han seguido, hacía falta que los habitantes de uno de los espacios tuviera alguna tara que pudiera remediarse. Entonces los líderes no tenían más que erigirse en sus redentores a costa de lo que fuese y, por supuesto, en beneficio propio. En este caso estaba claro que los proletarios estaban explotados por los capitalistas y eso había que remediarlo.


La misma técnica se viene empleando ahora aún después del derrumbe de la Unión Soviética. Y creo que el modelo es tan antiguo como el Paraíso Terrenal. La Iglesia nos enseña que todos los hombres nacemos en pecado, herederos del pecado original de nuestros primeros padres. Después viene Dios a salvarnos, es decir, vienen los hombres de Iglesia, en su nombre, a salvarnos del pecado y de la muerte eterna. Ya estamos todos los hombres en manos de los teólogos y de su organización y, encantados de la vida. A los hombres eso nos gusta porque merece la pena salvarse, y a los teólogos, también porque viven de nuestro gusto por salvarnos.


Voy a poner dos ejemplos actuales de listos que manejan con éxito el clivaje: Los Verdes y los de la LGTBI. Los primeros (se los conoce como los sandía porque son verdes por fuera y rojos por dentro) presentan una doble víctima: La madre Tierra que va a morir a manos de los desaprensivos capitalistas que la explotan hasta la extenuación, y los pobres, que son los más perjudicados por el cambio climático. Los capitalistas ya tienen recursos para construirse nuevas y mejores mansiones alejadas de la costa actual que resultará invadida por la subida del nivel del mar. Los Verdes también tienen sus observatorios y sus ONG que los dan de comer.


La víctima a proteger por los de la LGTBI es la mujer, asesinada sistemática y vilmente por el hombre, ese monstruo heteropatriarcal, que por el mero hecho de serlo atenta igualmente y sin piedad contra los pobres homosexuales. Estos, a poco que se descuiden, son machacados por los heteros; sin embargo, si alguno tiene suerte y logra escapar de la generalizada persecución, puede llegar a ministro o embajador. Las víctimas ya están perfectamente identificadas. Ahora sólo falta redimirlas para lo cual ya están prontas las feministas, las instituciones LGTBI con sus observatorios, y las ONG adictas. Ahí todo el mundo vive del presupuesto del Estado y cuida meticulosamente de meter en vereda a quien odia a ese mundo.



Voy a terminar matizando algo que leo en la página 226, según Sanahuja:

Hay que suponer que la ampliación de la importante planta de Hermosillo (Sonora) que Ford pretendía hacer, iría acompañada de relocalización, robotización y reindustrialización, es decir, de un aumento de la productividad.


Si ello se lleva a cabo en modo proteccionista mexicano, a corto plazo supondría un incremento del empleo en México, porque habría que fabricar muchos robots que podrían ser producidos en la importante planta que al efecto tiene en México la firma ABB de Zurich. A largo plazo estaríamos hablando de aumento de la productividad y del desempleo. La solución a esta situación es hacer que el beneficio por aumento de la productividad repercuta por vía fiscal en la mejora de los ingresos de la hacienda pública (algo parecido al impuesto de plusvalía).


Algo semejante podríamos decir, si la ampliación no se hace en Hermosillo sino en cualquier otra planta de Ford en los EE.UU, y en el modo proteccionismo norteamericano.

Por ejemplo, la renuncia de Ford a ampliar la producción en Hermosillo (México) en 2016 ante las presiones del presidente Trump, no significaría más empleo en Estados Unidos, como alega su retrógrada retórica proteccionista, y más bien apunta hacia dinámicas novedosas de relocalización, robotización y reindustrialización sin empleo en ambos socios.

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