Estás en: BARREIROS

QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

INICIO


Pgs. 1    2    3    

Lo que se manufacturaba en Villaverde eran los componentes esenciales de los vehículos: mecanizado de cigüeñales y árboles de levas comprados en forja. Prensa y ensamblado de grandes piezas de chapa para cabinas. Fundición y mecanizado de cárteres y culatas de motores así como la de las cajas de cambio o grupos diferenciales. Tallado de engranajes de todo tipo, etc.


Otra característica de Barreiros era la de sus asociaciones internacionales: Autobuses belgas Van Hool; tractores agrícolas alemanes de Hanomag; automóviles franceses SIMCA y mas tarde los americanos Dodge; carretillas elevadoras, etc.


Voy a hacer un poco de trampa en mi relato porque quiero añadir cosas que sucedieron después de que don Eduardo dejara su poder en manos de los americanos de Chrysler. No se trata de un fraude porque lo que voy a decir sólo tiene sentido en el contexto de todo lo anterior que había creado Barreiros.


En el interior de lo que muestra la foto de  la página 64, había: Centros de mecanizado por control numérico, máquinas tridimensionales de medir por coordenadas, Círculos de Calidad implantados en talleres de fabricación y cadenas de montaje, Grupos de Análisis de Actividad en los servicios, correo electrónico interior en toda la factoría, grandes Ordenadores de última generación para cuestiones administrativas, conexión por cable con la central de IBM en el Paseo de la Castellana Nº 4 (obra singular del arquitecto Miguel Fisac) para potenciar la acción de los ordenadores de los diseñadores, departamentos especiales para auditorías de la producción, para análisis de la fiabilidad de los ensayos de laboratorio y de la información recibida de Asistencia Técnica, cursos de formación para mandos de Producción y de los Servicios. La cámara anecoica que te dejaba sordo una vez dentro por falta de reverberación sonora, pero que servía a nuestro gran ingeniero Juanito Gayá para hacer sus experimentaciones en motores. Añadiré que HISPAVINSA (Hispano Francesa de Vehículos Industriales SA, la compañía puente entre Chrysler España y Renault Vehículos Industriales) obtuvo en 1982 el premio del Ministerio de Industria y Energía por su trabajo sobre Tubos acodados en el espacio en el campo de la Innovación Tecnológica.


Y muchas cosas importantes más que, seguro se me quedan trasconejadas. Yo, que no era tan importante en la compañía, recuerdo con gusto mis viajes a Francia cuando tenía que ver primero con automóviles (Poissy, cerca de París) y después con camiones (Venissieux, cerca de Lyon).


En Poissy estaba la fábrica de automóviles Renault. La ciudad se asienta junto al Sena en uno de sus meandros aguas debajo de París. Recuerdo uno de los viajes que tuve que hacer a propósito del problema que teníamos en Villaverde con la adherencia del parabrisas del Talbot Horizon, a la carrocería. Me atendió un técnico que al final de la jornada me acompañó hasta su casa en el lugar próximo de Saint Germain en Laye. Charlamos largo y tendido, vimos fotografías y me confirmó algo sorprendente que yo ni me imaginaba: Su famoso, enorme y fastuoso palacio castillo real, fue durante cuatro años (1940 a 1944) la sede del Cuartel General del Ejército Alemán en Francia: desde lo alto de su imponente edificación se dominaba París y, por tanto, toda la Francia ocupada.


Ocupada hasta los Pirineos, hasta Hendaya, donde la ocupación fue detenida por el gallego. Aún recuerdo el vagón donde se produjo la entrevista. Estuvo apartado durante muchos años en la vía muerta de la estación de Soria-Cañuelo. Cuando Hitler visitó París (visita de tres horas), no se acercó al palacio de Saint Germain en Laye. Se limitó a visitar, fervoroso, en Los Inválidos, a su admirado Napoleón. Franco tuvo más vista que Carlos IV y Fernando VII juntos para detener al Napoleón que le tocó en suerte.


A Venissieux viajé con más frecuencia. Me alojaba en un hotel de Lyon y, a mi regreso de fábrica disfrutaba paseando por las orillas del Ródano y del Saona hasta la plaza peatonal de Carnot.

Alguien puede preguntarse, ¿y qué pinta este personaje que aparece nuevo en escena? ¿Es que era tal vez otro conocido de don Eduardo? No, no creo que Barreiros lo conociera pero sé qué otras cosas conocía Barreiros. Lo dice Mario en la dedicatoria de su libro cuando habla de la Guerra Civil, la nuestra.


Nuestra Guerra Civil se hizo con gasolina, para quemar iglesias unas veces y para que fuera quemada en los motores de camiones, tanques y aviones ya rusos, ya alemanes. Terminada la guerra quedaron por aquí muchos camiones Krupp alemanes y 3HC (tres hermanos comunistas tenían de apodo) rusos.


Todos consumieron durante la guerra gasolina “Marxista”: pagada por don Juan March en el caso de los nacionales y, por el oro de Moscú en el caso de los rojos, es decir por el oro del Banco de España. Los marxistas alojados en las arcadas de la Puerta de Alcalá, lo atestiguan.

Eduardo de inmediato se dedicó a reparar las cicatrices de los combates, y en poco tiempo las antiguas líneas de transporte estaban en servicio. Su padre y su chófer volvían a recorrer la campiña orensana. Mientras tanto, Eduardo volvió a trabajar usando su habilidad y su ingenio. Compraba abundante chatarra resultado de la guerra, la reparaba y la vendía. Por ejemplo, los chasis de camiones viejos volvían a funcionar, era tan hábil mecánico como comerciante. Por aquel entonces alquiló una nave en Ourense, la equipó con maquinaria y herramientas y se llevó con él a su antiguo maestro, Manolo Cid. Ahora iba a ser su jefe y, como siempre, su amigo. Al poco tiempo de poner en marcha el taller, marchó a Madrid y compró dos motores alemanes Krupp de los que había utilizado la Legión Cóndor durante la Guerra Civil. Los motores eran un modelo de 6 cilindros de gasolina con un bloque muy robusto. Por primera vez ante aquellos motores pensó en la posibilidad de transformar el sistema de gasolina en ciclo diésel. La robustez del bloque le garantizaba que el invento iba a resistir las altas presiones del sistema. No tardaría mucho en lograr el milagro que le iba a cambiar la vida, aunque él todavía no lo sabía.