QUIÉN hay detrás

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SALINGER

Este artículo tiene dos partes. La primera se debe a mi amigo Mariano que ha leído al autor del libro que le ha interesado. De la segunda tengo yo la culpa por intentar hacer un comentario a lo que dice.

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SALINGER.  EL GUARDIAN ENTRE EL CENTENO.

El párrafo siguiente, copiado del citado libro de Salinger es el que al parecer justifica el título de su narración.

“¿Sabes que me gustaría ser? (…) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos. Quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Solo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que caigan por él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Yo sería el guardián entre el centeno”

Estos otros párrafos, que copio a continuación, por la razón que se verá luego, pertenecen al capítulo 25 de la obra de Sálinger (1950) El guardián entre el centeno, (The catcher in the rye). Novela tildada de "imprescindible" tuvo gran éxito en Usa a mediados del siglo pasado. Su autor murió en 2010 a los 91 años.

Toda la narración se hace en primera persona.

Pero mientras estaba sentado vi una cosa que me puso negro. Alguien había escrito J…. en la pared. Me puse furiosísimo. Pensé en Phoebe y en los otros niños de su edad que lo verían y se preguntarían qué quería decir aquello.

Siempre habría alguno que se lo explicaría de la peor manera posible, claro, y todos pensarían en eso y hasta se preocuparían durante un par de días. Me entraron ganas de matar al que lo había escrito. Tenía que haber sido un pervertido que había entrado por la noche en el colegio a mear o algo así, y lo había escrito en la pared. Me imaginé que le pillaba con las manos en la masa y que le aplastaba la cabeza contra los peldaños de piedra hasta dejarle muerto todo ensangrentado. Pero sabía que no tenía valor para hacer una cosa así. Lo sabía y eso me deprimió aún más. La verdad es que ni siquiera tenía valor para borrarlo con la mano. Me dio miedo de que me sorprendiera un profesor y se creyera que lo había escrito yo.

Bajé por una escalera diferente y vi otro J.… en la pared. Quise borrarlo con la mano también, pero en este caso lo habían grabado con una navaja o algo así. No había forma de quitarlo.

De todos modos, aunque dedicara uno a eso un millón de años, nunca sería capaz de borrar todos los J.… del mundo. Sería imposible.

Y se fue corriendo también. Me quedé solo en la tumba. En cierto modo me gustó. Se estaba allí la mar de tranquilo. De pronto no se imaginan lo que vi en la pared. Otro J.… Estaba escrito con una especie de lápiz rojo justo debajo del cristal que cubría las piedras del faraón.

Eso es lo malo. Que no hay forma de dar con un sitio tranquilo porque no existe. Cuando te crees que por fin lo has encontrado, te encuentras con que alguien ha escrito un J.… en la pared. De verdad les digo que cuando me muera y me entierren en un cementerio y me pongan encima una lápida que diga Holden Caulfield y los años de mi nacimiento y de mi muerte, debajo alguien escribirá la dichosa palabrita.

¿Qué palabra es esa que empieza por J… y que indigna tanto a Holden Caulfield, protagonista de la novela?

No tengo el texto original inglés por lo que no puedo saber por qué letra empieza esa palabra, lo que podría ser una pista.

¿Qué palabra es esa que me intriga a mi y me lleva a escribir esto? ¿Tal vez JODER?  Puede, pero no es para tanta indignación.

M.N.V. abril 2020.

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Pues sí, estoy seguro de que tienes razón. Pero al mismo tiempo creo que con lo que se puede leer del texto en español, hay pistas suficientes para despejar la incógnita. Escribe el autor: