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POESIA y Freud


Este hermanamiento puede parecer chocante pero verán que no es para tanto. El soneto es un resumen, sin detalles, de lo que me está pasando mientras habito mi residencia para mayores. Aquí veo pasar los días desde la silla de ruedas donde descanso y me transporto. El soneto dice así:

En este atormentado cuerpo mío

no sé si caben ya nuevas desdichas

de esas que esconden las pasadas dichas

que no temieron al invierno frío.


Con suciedad nacemos junto al río

que lleva hacia la mar cuando despichas

por desaguar allí las susodichas

y desembarazarse de este lío.


Juegas a dormir, a vivir soñando,

que si acudes a Freud él te lo explica,

que sabe bien lo que te está pasando.


Pasa el tiempo y, cuando tarde replica

aún quedan varios pájaros volando,

sacudiendo la brisa que salpica.

Estoy orgulloso de que mi amigo Álvaro dijera de mí que era un poeta de vocación tardía. De sí decía, en cambio, que él era de la poesía secreta porque no le gustaba publicar la suya. Sin embargo, yo la conservo casi completa. Era un Ingeniero Industrial muy majo a quien sus compañeros de curso querían mucho y llamaban “el poeta”. Además era famoso por sus apellidos. Jiménez Casado, eran: Era  sobrino del ilustre médico Jiménez Díaz y del no menos reputado Ingeniero de Caminos y conocido calculista Carlos Fernández Casado.


Involucro a Freud en el primer terceto porque da la casualidad de que mientras lo componía tuve el siguiente sueño:


Contenido manifiesto. Temporalmente, me sitúo en el año 1947 en que murió Manolete. El médico que lo intervino en el hospital de Linares (sin éxito) y poco después del desenlace fatal se asoma, en bata blanca, a la puerta de su despacho, y me increpa: “hace ya un tiempo que estoy esperándote y … nada”. Yo le respondo: Pero si a mí nadie me ha dicho que me esperabas. Y me despierto.

Contenido latente. Tenía razón el médico que me estuvo esperando desde el año 1947 al 1968, es decir, durante 21 años, o sea, el tiempo transcurrido desde la muerte de Manolete hasta que le llevé a mi hijo de ocho años a su hospital en Linares para que le interviniera de una grave herida que se hizo en el muslo izquierdo en el que podía verse el hueso del fémur. Salió adelante con éxito.

Cumplimiento de un deseo. Ahora que mi hijo tiene 63 años está pendiente de mi decrepitud que anida, como he dicho, en una residencia de mayores. Mi gran deseo es que él pueda seguir asistiéndome con prontitud y eficacia ante los médicos tal como viene haciendo con mucho cariño.


Como sabemos, vivimos inmersos en la “sociedad de las camisetas” que nos ha convertido a todos en porteadores de sus ramplones mensajes. Frente a mi, en la mesa del comedor tengo una persona que, por sus dimensiones recuerda a las que A. de Ercilla aplica en su retrato fisonómico al araucano Lautaro: “anchas espaldas, pechos espaciosos”. Éstos están cubiertos por la camiseta de rigor que conmina a la mujer y a todo el que la lea a que “tome en serio sus sueños”.


Fraudulento eslogan porque esos sueños, no son la elaboración del subconsciente, sino un mero wishful thinking (dar por realizable cualquier cosa que uno desee que lo sea). Los sueños de verdad son los que tienen que ver con las cosas que nos están pasando realmente en la vigilia.


Pondré como ejemplo este otro sueño que tuve durante la  noche del 19-6-2023:


Contenido manifiesto.

Me acercan un niño pequeño, de los que hay que llevar en brazos. Lo apapacho con los míos y le pregunto: ¿Estás así a gusto? Me contesta como si fuera ya mayor, diciendo: Sí, estoy muy a gusto, y se bulló hacia mi pecho mientras yo pensaba: este niño pesa ahora bastante más que antes. En esto, me despierto.


Contenido latente.

Estoy terminando de construir una escultura de papel plegado consistente en tres paraboloides hiperbólicos formando un conjunto. Previamente a su final necesito reforzar los bordes de los tres componentes para que el conjunto mejore según espero. La víspera del sueño mi hijo me trae un frasco de cola blanca con el que empiezo a trabajar con cierta aprensión porque su manipulación es distinta de la que yo acostumbro a usar.

Interpretación del sueño.

El niño que me llega es la escultura en la que trabajo. Pesa más ahora que estoy terminándola que antes, en sus laboriosas fases previas. No obstante está en pie mi resquemor por la dificultad de las etapas finales. Que el niño se sienta muy a gusto en mis brazos es indicación de que yo también me sentiré a gusto con mi obra terminada a pesar de las últimas dificultades surgidas. Es la expresión, según Freud, de la satisfacción  por el cumplimiento de un deseo.


Otro soneto


Éste sin Freud. Está dedicado a la Candela que espero de mi nieta Clara para dentro de unos días. Está articulado a juego con mi futura biznieta, con su madre, con su padre y por la casualidad de que su nombre es también el de la unidad básica del Sistema Internacional de unidades que mide la intensidad luminosa.