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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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CONTADORES, Y NO DE CUENTOS.

Arquímedes, en su libro El contador de arena, describía procedimientos para contar grandes números. Calculó de forma razonada los granos de arena que se necesitarían para rellenar el universo, llegando a la concusión de que serían algo menos de 1051.

En el lejano oeste apareció de pronto una multitud de indios para atacar el fuerte. El jefe de los defensores preguntó a su ayudante cuántos indios creía que podrían tener enfrente. El ayudante, mirando atentamente durante unos segundos, respondió: 2.503.


¡Caramba, dijo el otro asombrado! ¿Cómo has conseguido tanta precisión? Muy fácilmente, dijo el ayudante: A la cabeza de la manifestación había tres indios, y detrás debía haber unos 2.500.


LA IRA INCONTENIBLE

William Feller vivió como matemático, la época dorada de Princeton. Se sentía ultrajado cuando alguien interrumpía su clase para indicarle un error en la exposición. Se ponía rojo de ira y elevaba la voz hasta el grito.

En cierta ocasión asistí en la Universidad Central de Madrid (C / san Bernardo) a una conferencia que dictaba el P. Enrique de Rafael S.J, mi profesor de Ecuaciones Diferenciales y de Mecánica Racional, que presidía Julio Rey Pastor (ambos académicos de la Real Academia de Ciencias).


En un momento dado de la conferencia, que no recuerdo de qué trataba, el conferenciante se quedó en blanco delante de la pizarra con la tiza en una mano y el cepillo en la otra: pretendía despejar el periodo en la fórmula elemental v = λ / T = λ f  Al no conseguirlo se enfureció tanto que terminó arrojando airado el cepillo contra la pared. A continuación siguió con su conferencia como si tal cosa.


TRABAJO DE CAMPO

La mayor extravagancia de Galton fue su manía cuantificadora. Estudiaba y cuantificaba todo lo que se le ponía en medio. Uno de los muchos libros que publicó se titulaba Investigaciones estadísticas sobre la eficacia de las oraciones. Para medir la eficacia de las plegarias, Galton calculó la edad media de muerte de las personas por profesiones.

Como observó que la gente de iglesia no vivía más tiempo que las personas de otras profesiones, concluyó que las plegarias eran inútiles. Ello explicaría que las compañías de seguros no ajustaran especialmente las pólizas de sus clientes en función de su “piedad” rezadora.

Mi padre hacía algo parecido en un campo semejante. El domingo acudía a la puerta de la iglesia para entrevistar a los mendigos que se apostaban a sus puertas a la hora de misa. Cuando habían terminado de entrar los fieles preguntaba a los mendigos qué tal les había ido la cosa en sus bolsillos. Terminada la salida de misa volvía a hacer lo mismo y, con un pequeño cálculo diferencial dictaminaba la eficacia del sermón del cura.


GRACIETAS MATEMÁTICAS

-¿Qué sucede cuando n tiende a infinito?

-Que infinito se seca.


-¿Cómo puedes saber si tu novia es buena con las matemática?

-Examínala, sustráele la ropa, súmala a tu dormitorio, divide sus piernas y dale una buena raíz.

Yo tengo una mucho mejor (y sobre todo, más fina) que esta última, y no por mi gracia, sino por la de un anónimo estudiante de la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid. Es una joya contenida en


http://www.caprichos-ingenieros.com/romance.html

Se titula ROMANCE DE LA DERIVADA Y EL ARCOTANGENTE. De él copio ahora solamente su final:

La boda se celebró en un tiempo diferencial de t, para no dar que hablar al círculo de los 9 puntos.

Los padrinos fueron el padre de la novia, un polinomio lineal de exponente entero, y la madre del novio, una astroide de noble asíntota.

La novia lucía coordenadas cilíndricas de Satung y velo de puntos imaginarios.

Ofició la ceremonia Cayley, auxiliado por Pascal y el nuncio de de S.S. monseñor Ricatti.

Hoy en día el arcotangente tiene un buen puesto en una fábrica de series de Fourier, y ella cuida en casa de 5 términos de menor grado, producto cartesiano de su amor.