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En 1969 dejé Linares para venir a trabajar en Madrid. Lo contado hasta aquí demuestra que en aquellos tiempos se hizo lo necesario para que, en las circunstancias que corrían, se inyectara progreso en nuestra sociedad, pero a sabiendas de que la felicidad no es eterna, porque las circunstancias de entorno son mudables y hay pérdidas si no se da el adecuado acomodo a ellas. Pondré un par de ejemplos bien distintos.


En los años 80 Metalúrgica de Santana ya empezó a resentirse de la competencia internacional y entró en difíciles negociaciones con la firma japonesa Suzuki. Llegaron a un acuerdo y los japoneses se instalaron en Linares. Como estos últimos no lograron un arreglo con los trabajadores, en poco tiempo desaparecieron de allí. Se da la circunstancia de que los trabajadores de la nueva Suzuki se manifestaban airada y continuamente contra los japoneses que se alojaban en mi vecino hotel Colón de Madrid, mientras ejecutivos y sindicatos negociaban. Aquello me recordaba las manifestaciones de protesta que veíamos dentro de fábrica cada vez que se negociaba un nuevo Convenio Colectivo: tenían lugar en lo que allí se conocía como “La plaza roja”, una explanada delante de las oficinas de Personal.


El resultado final fue que La Junta de Andalucía se hizo propietaria al 99 % de la antigua Santana,


Extraigo copia de un par de párrafos del diario El Mundo (29-11-2018), Ver

… cuando en 2011 cerró definitivamente Santana Motor, la Junta de Andalucía, su última propietaria, no solamente se comprometió a pagar indemnizaciones y prejubilaciones. Además, firmó con los agentes sociales el llamado Plan Linares Futuro, que tenía que servir para reindustrializar la ciudad y la comarca y salvarla de la ruina a la que la paralización de la cadena de montaje las condenaba. Pero la Junta no cumplió y, casi ocho años después, a Linares se le ha agotado la paciencia.


“Linares Futuro para nada se ha cumplido, cerraron, se lavaron las manos y nos dejaron sumidos en la más absoluta de las miserias". Quien habla es el alcalde de Linares, Juan Fernández, una de las voces más críticas con la Junta de Andalucía y también con su presidenta, Susana Díaz. Y eso a pesar de que eran del mismo partido.

Porque Juan Fernández era hasta hace unos meses miembro del PSOE andaluz y uno de sus principales referentes en Jaén. Sus críticas eran cada vez más afiladas y, eso es lo que él cuenta, a Díaz y al partido les resultaban intolerables. Así que fue denunciado por sus antiguos compañeros de apropiación indebida y expulsado de manera fulminante del partido. Su equipo de gobierno le abandonó, pero él logró el apoyo de todos los grupos de la oposición, con los que ahora gobierna.

Seguramente estos dos últimos párrafos explican el cuadro que encabeza este artículo. Pero no resuelven la cuestión. En estos momentos la antigua Metalúrgica de Santana es una Empresa Pública, de esas que tanto gustan a la izquierda, las que además de producir riqueza, la reparten equitativamente para que los pobres dejen de serlo. Para los socialistas, todo debería ser público, y no digamos para Podemos, que sería feliz con un banco público en cada pueblo …


La realidad es bien distinta. Basta mirar a las cárceles pobladas de responsables de Cajas de Ahorro Públicas (de otras Comunidades Autónomas, hermanas de la andaluza de los ERES –Expedientes de de Regulación de Empleo- que, por cierto también parecen estar salpicando el proceso de “nacionalización” de la vieja Metalúrgica de Santana).


La habilidad administradora de los socialistas es proverbial: Dícese que si les das el desierto del Sahara para que lo administren, a los quince días se ha quedado sin arena. Sin olvidar lo que cuenta Francisco Ayala en sus Memorias. Como se sabe, Ayala era el republicano que, por méritos propios llegó a ser Premio Princesa de Asturias de las letras, y no daba crédito a que su padre, que había arruinado a su familia en Granada gracias a su incapacidad administrativa, fuera nombrado por el Gobierno Socialista de la República administrador del monasterio de Las Huelgas (Burgos).


No, cuando las cosas vienen mal dadas, lo mismo sufren las empresas públicas que las privadas. Las públicas un poco menos, ya que el dinero público no es de nadie tal como nos enseñó la actual Vicepresidenta del Gobierno socialista cuando tan sólo era ministra con Rodríguez Zapatero. A finales de 2018 había en Linares unas 50 empresas en situación de concurso de acreedores y suspensión de pagos (entre ellas Industrias Algama).


Cualquier lector de mis años habrá echado de menos a ENIRA (Empresa Nacional para la Industrialización de Residuos Agrícolas). Esta empresa pública ya estaba desactivada cuando yo llegué a Linares en 1961. Era una Empresa Pública en la nómina del INI (Instituto Nacional de Industria) que pretendía aprovechar como materia prima cosas diversas tales como el producto de la poda de los olivos y las vides, la caña del maíz y, sobre todo, el orujillo (hueso de aceituna molido).


Lo más importante era convertir el orujillo en levadura para alimentación del ganado. El CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas y los potentes laboratorios de ENCASO –Empresa Nacional Calvo Sotelo-) investigaron a fondo durante mucho tiempo en colaboración con firmas suizas y alemanas. ENCASO, ubicada en Puertollano y conectada con Málaga por un oleoducto recién construido, era el centro industrial por excelencia para el centro de España. Contaba con minas (carbón y pizarras bituminosas, el insumo petrolífero del oleoducto, una central térmica y una pujante planta petroquímica).


Todo fue bien mientras la cuestión ENIRA estuvo en fase investigadora, pero el problema surgió al pasar de las musas al teatro. La puesta a punto industrial no dejó de dar problemas y, al final, hubo que abandonar el proyecto, tal vez por demasiado novedoso. Ni las empresas extranjeras tenían la experiencia necesaria. Además surgió un doble inconveniente no tenido en cuenta en el ambicioso plan: la industria privada empezaba a trabajar el tema, si bien de forma modesta.


Por otra parte, el orujillo molido ya se venía empleando directamente como combustible en los tejares (abundaban particularmente en la vecina Bailén). Además se apuntaba a un crecimiento importante en la construcción de viviendas, con lo que la fabricación de ladrillos y el consiguiente consumo del combustible orujillo se disparó y, por tanto, su precio, con lo cual, el costo de la pretendida levadura resultaba inadmisible.


Total, un caso más, de que ¡mucho cuidado con la Empresa Pública! Éste es el primer ejemplo al que antes me refería. Veamos el segundo. En 2008 pasé las vacaciones de verano en la hospedería del monasterio de La Vid, junto al Duero y cerca de Aranda de Duero.


Al lado del monasterio está el pueblo que, curiosamente, fue construido en los años 50 por el INC con el nombre de “Colonia de Linares de La Vid”. Se trataba del  asentamiento que había de alojar a los vecinos del pueblo segoviano Linares del Arroyo, sumergido al construirse la presa del pantano de Linares. Los nuevos colonos del lugar tenían derecho a las tierras de regadío que el INC había habilitado en la margen izquierda del Duero.


Así pues, habían transcurrido unos 50 años desde la inauguración del pueblo por el INC, y mi visita al lugar. Vean lo que pude apreciar entonces: Un pueblo de gente mayor cuyos descendientes, por lo general, habían emigrado, y unas tierras de regadío primorosamente cultivadas con maquinaria moderna, en manos de sólo tres o cuatro agricultores emprendedores también descendientes de los primitivos pobladores, que las fueron consiguiendo de los trabajadores del campo convertidos en pequeños propietarios incapaces de avanzar por la senda del emprendimiento agrícola.


Esta experiencia demuestra la falacia tan querida por la izquierda de “La tierra, para el que la trabaja”. La simplificación de las cosas no vale siempre.


Cuento todo esto para que se puedan comparar dos Planes: El Plan Jaén y el Plan Linares Futuro que menciona el actual alcalde de Linares. El primero estuvo colmado de hechos (algunos fracasados, como el de ENIRA), y el segundo, lleno solamente de palabras.


Y lo que digo no es para reprochar al segundo Plan que no haya imitado al primero. No se trata de imitar sino de crear las nuevas condiciones de éxito que sean acordes con los nuevos tiempos. Aunque en el caso que nos ocupa todavía colean hoy cosas pendientes tales como los regadíos de la presa de Siles en el río Guadalimar.


No sólo es que los tiempos actuales son distintos debido a los cambios tecnológicos, económicos y sociales. Es que existen unas constantes que deben preocupar siempre a los políticos. Por poner un ejemplo: Un emprendedor crea una próspera y creciente industria familiar. Pero si la familia se desliga de la industria y el emprendedor ha crecido demasiado en edad, la industria llega a su fin, con el consiguiente grave problema de desguazar una entidad de la que dependen muchas personas.


Añadiré un detalle a propósito de la evolución de la empresa Algama a la que me referí antes. Ignoro los detalles de dicha evolución, pero sé de otra evolución, la de la industria eléctrica. El crecimiento de esta última se plasma, de forma extraordinaria, en la proliferación de campos eólicos en todo el mundo, con sus gigantescas torres de molino de viento construidas en acero galvanizado pero, de tal manera, que sus constructores tienen incorporado a su proceso la galvanización (en instalaciones propias y, sospecho, tan eficientes como las de la antigua Algama).

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