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QUIÉN hay detrás

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Pgs. 1    2    

Lo que quiero demostrar con esto es que en mi barrio madrileño existe un equilibrio ecológico entre personas con sus habitáculos, animales y plantas, bien mantenido (y eso que existe la M30). Otra cosa es que ese equilibrio sea de nivel inferior al de Monfragüe; aquí no se ven águilas reales tratando de cazar a los corzos que puedan andar sueltos por las calles. Pero el equilibrio ecológico de la isla de Valdecañas antes de la intervención urbanística tampoco tenía nada que ver con el de Monfragüe. Y diría más: apostaría a que era de nivel inferior al actual de mi barrio.

Así pues, me parece un disparate lo que dice el informe del CSIC, según el diario El Mundo (11-1-2019):

“…mantener las actuales instalaciones de 'Marina Isla de Valdecañas' es 100 veces más perjudicial que demolerlo”.


¿Piensa el CSIC que la demolición de los verdes garantiza sin más un nivel ecológico en la isla igual al de Monfragüe? ¿O igual al de mi barrio? ¿Piensan echar al pantano el fruto de la demolición? Esto sería el gran éxito de los Sandías: le darían un buen palo al gran capital de la urbanización y restarían unos metros cúbicos de turbinado a los accionistas de Iberdrola.


No, lo suyo es conservar la presencia humana asociada a lo material que se necesita para sobrevivir allí, es decir, manteniendo las actuales instalaciones que son imprescindibles para ello, potenciando los recursos que ahora se ofrecen para ejecutar una mejora sustancial que eleve el nivel ecológico de la isla a fin de situarlo en un punto intermedio entre el de mi barrio y el de Monfragüe, es decir a un nivel bastante superior al que tenía la isla antes de la intervención urbanística.


Ya sé que este último párrafo contradice a lo que se añade en el informe CSIC: "los impactos ambientales del uso del complejo son diez veces mayores que los de la demolición". El subrayado es mío. Ya he demostrado lo que ha dado de sí el uso de mi barrio durante 50 años. El CSIC no demuestra lo que dice, aunque supongo que la demostración científica existe en su archivo.


Según el diario El Mundo, “el texto, en algunos casos lleno de contradicciones, también indica que el restablecimiento de la isla a su estado originario, entendido como la recreación exacta de las condiciones físicas y biológicas que tenía en el año 2006, cuando aún no se había empezado a levantar el complejo, produciría un perjuicio ambiental mayor que un proyecto de restauración ecológica que partiese de la situación actual", es decir, con la isla urbanizada en uso.


Por supuesto, supongo que en la situación actual los efluentes de la urbanización funcionan tan bien o mejor que los de Madrid capital, los del resto de la provincia de Madrid, los de las ciudades de Toledo, Guadalajara o Talavera de la Reina, pues todos ellos van también a parar al embalse de Valdecañas.


Sin entrar en disquisiciones jurídicas (leyes que se aplican o no y que se modifican), ni científicas (huella ecológica de Wackernagel) ni económicas (indemnizaciones, etc.), ni políticas (interés de la Junta de Extremadura en promocionar la región), ni del activismo ecologista (los verdes de siempre conocidos como ecologistas sandía –verdes por fuera y rojos por dentro-), voy a plantear una recomendación de restauración ecológica que partiese de la situación actual por si el juez dicta sentencia a favor de Ecologistas en acción y que llamaré Plan B. Consistirá, básicamente, en reforestar los campos de golf conservando sus instalaciones hidráulicas en la medida que sean de utilidad a dicha reforestación.


A propósito del golf me voy a permitir una cuña informativa.

Al atardecer y, como otras veces, salí a callejear por los alrededores (el Ródano, el Saone, la plaza Carnot …). Cuando regresé al hotel donde me alojaba en Lyon me sorprendo al ver el revuelo, con policía incluida, que se había formado a la entrada.


Indago y me enteran: llegaron unos ingleses –se vuelve airado uno que estaba allí para aclarar: somos escoceses, no ingleses- en un coche, naturalmente, de conducción a la derecha. El marido salió para entrar en el hotel y ver si tenían una habitación disponible (entonces no existían los teléfonos móviles); la mujer se quedó en el coche esperando. Llegaron unos ladrones; forzaron a la mujer a salir del coche, arrancaron y se lo llevaron con todas las pertenencias. Entre éstas se contaban sus equipamientos de golf: estaban de paso hacia el campo de golf de Sotogrande, en Cádiz.

Fin de la cuña.


Y ¿Qué pasa si se reforesta el campo de golf (unas 70 Ha en medio de las 133 Ha totales), es decir, si desaparece? Hay que decir que esa reforestación debe ir acompañada de otra al por menor, correspondiente a cada vivienda que pueda admitirla y a áreas comunes de la urbanización. Hay parcelas de hasta 800 m2.

Añádase que el riego actual del campo, por ser muy superficial no ayudará lo necesario a la reforestación, ésta y otras muchas cuestiones de detalle habrán de dejarse en manos de los técnicos. Desaparecerán los pequeños vehículos motorizados que emplean los golfistas en sus desplazamientos, se conservarán las vías al convertirse toda la isla en un espacio senderista.


Esto último es lo más significativo de la cuestión; simplificando, se convierte el lugar de un espacio para golfistas de alto standing económico en un espacio para senderistas de más bajo standing económico. El hotel será el más afectado. Los golfistas que ya no podrán ir a él tendrán que irse a Cádiz como aquellos escoceses: A Santipetri o a Sotogrande.


El hotel habrá de buscarse otros nichos de actividad: eventos, cursos, convenciones, seminarios, etc Al conservarse las instalaciones para actividades deportivas, se sigue manteniendo un aliciente interesante para las familias.