QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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DAVOS en CARABANCHEL


Érase un culo a una mujer pegado,

mujer de tan descomunal anchura

que no hay sillón que acoja su figura

para tener descanso acomodado.


No es única; si observas con cuidado

se aprecia que derramando lisura

la floración de la mujer madura

se extiende por un comedor colmado.


Máxima, su gran altura dispara

a las estrellas que apagan su fulgor

para ver su grandeza  cara a cara.


Mínima es la expresión de lo menor;

es como una golosina rara

que siempre se alimenta con temor.



Heme aquí ocupando mi sitio en la residencia para mayores de EMERA Carabanchel. Enseguida me picó la curiosidad comparativa con la gran novela de Thomas Mann “La montaña mágica” que leí con enorme interés hace ya unos cuantos años.


Haré un repaso de las similitudes y de las disimilitudes. En ambos casos se trata con 100 años de distancia, de auspiciar una solución a un problema de salud que afecta de forma generalizada a la población. La montaña mágica es la suiza a cuyo pie está el pueblo de Davos con el sanatorio antituberculoso  que T. Mann conocía muy bien porque en él estuvo ingresada su esposa.


En el Carabanchel de 2023 no hay tuberculosos, pero sí un ramillete de enfermedades variadas que pueden adscribirse como campo de la geriatría. En la novela, los personajes son inventados para que den lugar al desarrollo de una trama muy bien compuesta. En Emera no hay personajes de ficción; son todos de carne y hueso, con un añadido: el 90% de los residentes de mi piso, son mujeres. Deduzco que existen más viudas que viudos.


A la carne y al hueso de la humanidad aquí doliente le falta mucho para dar de sí una trama novelesca importante. T. Mann estuvo al borde del Premio Nobel. Lo que sí abunda ahora es la crítica de las mujeres que han ingresado cargadas de experiencia culinaria, y que maldicen de la comida del lugar. Yo, que no he sido cocinero discrepo de esa maldición.


En una población tan variopinta nunca faltan singularidades que destaquen por algo. Puede existir la profesional de la simpatía que no tiene bastante con caer bien a sus compañeros de mesa y, con cualquier pretexto, se escurre entre las demás mesas para ejercer su profesión.


Yo, que soy incapaz de novelar me he limitado a introducir en mi breve escrito y sin ánimo de ofender, un soneto quevedesco que acabo de componer.