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Capítulo 13. El final del sueño.

Este título es muy adecuado como luego se verá. Pero yo quisiera aportar uno distinto aunque con la misma intención; rezaría: OTRO NAUFRAGIO. Como no sé si sería el segundo, porque debe de haber por ahí mucho naufragio suelto (un recuerdo a mi amigo Tony Ainslie que me contaba cómo de chavales, en su ciudad natal de El Cabo, iban al de Nueva Esperanza a ver el último naufragio), indefino con lo de otro. El primer Naufragio es el que Pedro J. Ramírez cuenta en su magnífico libro sobre el fracaso democrático de la Revolución Francesa.

El sueño de Unamuno consistía en pensar que

.. el pueblo intrahistórico, es decir, la gente … había de ser el estamento capaz de arrastrar en una dirección determinada al conjunto de la población superando los intereses partidistas y la dispersión de los particularismos.

Cuando el socialista Indalecio Prieto propuso a Unamuno la disyuntiva de <O con el rey o contra el rey>, Unamuno no lo dudó: ¡contra el rey! (pero con los socialistas). A Alfonso XIII lo tenía atragantado. No perdía ocasión de compararlo con su bisabuelo Fernando VII, el rey felón.

Ortega y Unamuno estaban de acuerdo en que la República  habría de ser la solución: El primero, porque permitiría gobernar a las élites; el segundo, porque permitiría gobernar a la gente. Así soñaban ellos.

Había, además, otra alternativa planteada desde la derecha antirrepublicana y antimonárquica por José Antonio Primo de Rivera y sus falangistas: <Con Moscú o contra Moscú>.

El problema con los sueños es lo peligrosos que pueden llegar a ser cuando se toman al pie de la letra; en Unamuno, por ejemplo:

La exhortación continua a los jóvenes para que se revolvieran contra sus padres, que habían aceptado la Dictadura con entusiasmo o con pasiva resignación. A los estudiantes los invitaba, mucho más concretamente, a <segar catedráticos>.

El capítulo continua con la incansable actividad política y literaria de Unamuno:

En vísperas de las cruciales elecciones de abril (1931)  se publica su novela San Manuel Bueno, mártir, cuyo protagonista es un sencillo cura de pueblo sin fe que se esfuerza en cumplir con su misión pastoral alentado por una profunda caridad…

Involuntaria y fatalmente, el título resultará profético tras la encarnizada persecución del clero durante la guerra civil.

Las elecciones municipales del 12 de abril dan el triunfo en Salamanca a la coalición republicano-socialista en cuya lista estaba Unamuno.

Tras la marcha al exilio del rey y su familia, Miguel, desde el balcón del Ayuntamiento proclama la República.

Su hermana monja, Susana, le escribe rogándole que interceda ante el nuevo gobernador civil de Logroño para que éste proteja a la congregación, alarmada ante el auge del anticlericalismo en la calle.

El primero de mayo desfila Miguel en Madrid a la cabeza de la gran manifestación obrera, acompañado por Prieto, Largo Caballero y el nuevo alcalde.

Este capítulo es un largo obituario de Miguel: En él se nos recuerda que en 1908 había muerto Salomé de Jugo abuela materna a la vez que tía paterna del biografiado. Ahora, en mayo de 1931 muere su hermano Félix, y en diciembre, su hermana María. En julio de 1933 muere su hija Salomé y en marzo de 1934 muere su hermana monja Susana. Y lo peor de todo:

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