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UNAMUNO


Título:  MIGUEL DE UNAMUNO (1864 - 1936)

Autor: Jon Juaristi. Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alcalá de Henares. Ha sido Director de la Biblioteca Nacional y del Instituto Cervantes.

Edita: Taurus. Primera reimpresión, 2019 (520 páginas).



Voy a dar algunos datos mínimos y anecdóticos de por qué me meto en esta magna biografía: Porque me la han puesto los Reyes Magos en casa de mi hija Mª Jesús. Porque Unamuno va antes que Pérez Galdós, el centenario de cuya muerte celebramos ahora. Porque me gustó mucho su novela (mas bien nivola) La tía Tula. Porque recuerdo al biografiado del brazo de la mujer de Franco saliendo de un acto controvertido en la Universidad de Salamanca el 12-10-1936. Porque Unamuno se interesó por la lengua vasca pero ya rector de la Universidad de Salamanca propuso “enterrar santamente el vascuence”. Porque en la década de 1970 yo traté, profesionalmente y con satisfacción, a sus paisanos vizcaínos (no sé si también sus parientes), los excelentes fabricantes de amortiguadores para automoción que en Ermua descollaban bajo la razón social “Unamuno S.A”. Porque recuerdo de la Vida de don Quijote y Sancho lo de “Y ved cómo se debe la Compañía de Jesús a la inspiración de una caballería”.


Pero sobre todo porque considero al biografiado el paradigma, en su tiempo, de la eminencia vasco-española (Bilbao / Salamanca).


Y ¿Qué decir del autor Juaristi? Pues que es otra eminencia vasco-española de los siglos 20 / 21 (Bilbao / La complutense Alcalá de Henares). Además de ser uno de los articulistas que más aprecio en la actualidad.


Tiene el libro 15 capítulos nombrados con mucha intención y bastante agudeza. Titula el Capítulo 1 como Unamuno / Jugo, los dos primeros apellidos del biografiado. Lo empieza con estas palabras:

Las tensiones entre la ciudad y el campo son tan antiguas como los primeros castros fortificados del Neolítico, muy anteriores a la aparición de la escritura.

Ahora que nos hemos enterado de que Teruel existe en el Grupo Mixto del Congreso de los Diputados, ya vemos cómo han cambiado las tensas relaciones entre la ciudad y el campo vacío. Vaciado producido por el personal del campo que ha ido a refugiarse en la ciudad.


Esperemos que la globalización lo resuelva: La apacible vida campesina volverá a florecer en cuanto nos demos cuenta de que desde ella, y sin necesidad de reunirse muchos para trabajar juntos en un rascacielos, podemos trabajar juntos colgados de la nube más próxima. E incluso sin nube los días de sol. El problema será entonces qué hacer con tanto rascacielos vacío.


En el caso de Bilbao, la tensión entre ciudad y campo aledaño arranca ya en 1300 cuando don Diego López de Aro fundara la Villa: La villa de Bilbao habría de ser siempre ya, estandarte del progreso, y el campo de su entorno, símbolo del conservadurismo y de la hidalguía heredada.


Los abuelos paternos de Unamuno se instalaron en la Villa procedentes de la guipuzcoana Vergara donde regentaban una pastelería.


Llegado Juaristi a este punto, inicia su labor de meticuloso entomólogo dispuesto a contar todos los artejos que sea necesario para conseguir su objetivo: Desvelar las pretensiones de noble ancestría de don Miguel que se desentiende de su primer apellido Unamuno para enfatizar el segundo, Jugo, que es rastreado con éxito gracias al matrimonio de su padre con una sobrina carnal de apellidos Jugo Unamuno.


El apellido Jugo estaba asociado al de un propietario de tierras, mientras que Unamuno se refería a un menestral, y la tierra es la que produce hidalguía. Todo el capítulo es una pura metáfora para explicar cómo tanto el controvertido Miguel de Unamuno como Sabino Arana y sus secuaces independentistas rebuscan hacia atrás de los tiempos a fin de hallar para sí una ascendencia digna de singularidad inapelable.


Termina el capítulo con la siguiente glosa del escritor argentino Alan Paul: