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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pgs. 1    2    3    4    5

En relación con (142), copio del diario ABC de 4-6-2017 en su página de contraportada que firma Álvaro Martínez y titula “El batallón de los perplejos”, lo siguiente:

“… este batallón [la gente, el personal confuso] quiere recordar, melancólico, la neutral labor de Conde-Pumpido, ese faro de equidad de la Justicia en el Zapaterismo …”     

Fue Fiscal General del estado con el Presidente Rodríguez Zapatero.  El articulista se despacha a su gusto con al menos seis barrabasadas jurisdiccionales perpetradas por el faro ese…

Pág. 41.—¿Quién te mete ahora con los mercaderes?— dijo Calabrés.

—Manjar es que nos tiene ya empalagados a los diablos y ahítos y aun los vomitamos. Vienen allá a millares, condenándose en castellano y en guarismo (172). Y habéis de saber que en España los misterios de las cuentas (173) de los ginoveses son dolorosos para los millones que vienen de las Indias y que los cañones (174) de sus plumas son de batería contra las bolsas, y no hay renta que si la cogen en medio el Tajo de sus plumas y el Jarama de su tinta no la ahoguen. Y en fin, han hecho entre nosotros sospechoso este nombre de asientos (175), que como significan otra cosa que me corro de nombrarla, no sabemos cuándo hablan a lo negociante o cuando a lo deshonesto.

(172) en castellano y en guarismo: [lo alfanumérico].


(173 ) misterios de las cuentas: juega con el sentido de «misterios que se rezan con las cuentas del rosario, que pueden ser gozosos, dolorosos, gloriosos», y las misteriosas operaciones matemáticas que hacen estos genoveses en sus negocios, siempre negativas para los dineros españoles, especialmente para los tesoros que venían de Indias y que siempre van a parar a los genoveses.


(174) cañón: dilogía entre el sentido “parte hueca de las plumas de las aves” (ganso, cisne, buitre o ánsar), que servía para escribir, y el de cañón de artillería.


(175) asientos: en sentido económico por un lado, y por otro el de «trasero». No se sabe cuándo hablan de las finanzas o de su afición a la sodomía (como italianos: ya he señalado este tópico de la sátira del Siglo de Oro).

A propósito de (173) me resulta curioso recordar que yo ya jugué con los misterios misteriosos en

http://www.caprichos-ingenieros.com/misterio.html

que era asimismo una sátira, entonces,  del mal uso que hacían con el mobiliario los misterios (y no los del rosario, sino los ministerios, cosa que saltaba a la vista del perspicaz lector).


En (174), dilogía: Empleo de una palabra que hay que entender en dos sentidos distintos a la vez dentro del mismo enunciado. Quevedo se prodiga en este empleo siempre que escribe tal como se ve en estos tres ejemplos: misterios de las cuentas y cuentas de los misterios; cañón de una pluma de ave y una pieza de artillería propiamente dicha; asiento de contabilidad y trasero que debe ponerse a buen recaudo de posibles sodomitas ginoveses (o venecianos: ver la Nota 505).


Sobre esto último es inevitable evocar la excelente película (¡Ay Carmela!, Premio Goya 1991) del director Carlos Saura y el guionista Rafael Azcona, pues ya se ve que la sátira del Siglo de Oro no se detuvo. Tomo de Wikipedia el argumento de la película que, tal como la recuerdo, es fiel y conciso. Cambio los nombres de los personajes por los de los actores.

Carmen Maura (valiente y espontánea), Andrés Pajares (pragmático y cobardón) y Gavino Diego (mudo) son trovadores que actúan para el ocio del bando republicano durante la Guerra Civil Española. Son un grupo de cómicos que ameniza como puede a los soldados republicanos durante la Guerra Civil, pero están cansados ya de pasar penalidades en el frente. CM, AP y GD se dirigen a Valencia pero, por error, van a parar a la zona nacional. Allí son hechos prisioneros, y la única manera de salvar sus vidas es ofreciendo un espectáculo para un grupo de militares nacionales que choca de lleno con la ideología de los cómicos.