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TÍTULO: Sueños y Discursos.

AUTOR: Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645).

Suennos_Quevedo.pdf (Copiar, y pegar en la ventana del navegador, para descargar). 146 páginas.

Lo primero que conviene recordar es que Quevedo es un hito de nuestro Barroco literario, y que en éste hay dos tendencias con sus semejanzas y sus desemejanzas. Tienen en común su intencionada complicación como reacción al clasicismo del Renacimiento, pero se diferencian en dónde ponen el acento de la dificultad que añaden.


Los Culteranos se esmeran en complicar palabras y en hiperbatonearlas, dirigiéndose a los sentidos del lector. Por el contrario, los Conceptistas llevan al lector a un ejercicio de pensamiento, de ingenio; a algo semejante a ir resolviendo, según se lee, jeroglíficos parecidos a los que encontramos en la página de pasatiempo de nuestros diarios actuales. En ambos casos el sufrido lector necesita echar mano de un apoyo que le ayude a desentrañar las dificultades propuestas por los autores.


Los modelos del Conceptismo son, sin duda, Gracián y Quevedo, y el del Culteranismo, el inefable Góngora. Del primero ya traté en mi http://www.caprichos-ingenieros.com/gracian1.html  y de Quevedo, en http://www.caprichos-ingenieros.com/buscon1.html . Hay que anotar, sin embargo, que Quevedo es conceptista en prosa pero culterano en sus versos. Ya estudié la relación entre Góngora y Quevedo en http://www.caprichos-ingenieros.com/gdiego2.html .


Lo que es preciso añadir ahora es que la mejor traducción de Góngora (de sus Soledades) es la de Dámaso Alonso, consistente en decodificar el lenguaje poético del poeta cordobés. Algo semejante buscaba yo para enfrentarme a los Sueños y Discursos de Quevedo. Porque lo que necesitamos los pardillos, para entendernos, es que alguien con solvencia nos quite lo que sobra en el Culteranismo y nos de lo que falta en el conceptismo.


El .pdf que comento está lleno de notas no ya notables, sino sobresalientes, pero no pude encontrar el nombre del notario de dichas notas. Sospeché de Julio Cejador y Frauca, pero siempre con duda, hasta que un día encontré la confirmación en la Revista de Filología Española, vol. LXIV nº 3/4 (1984): Se trataba de él, un filólogo, crítico literario, historiador de la literatura española, lexicógrafo, epigrafista, helenista, orientalista y cervantista español. Lástima que no traduzca siempre los abundantes párrafos latinos que aparecen.


Me prestó sus quevedos para que pudiera enterarme mejor de lo que dice el estevado, y yo se los presto a ustedes por si los necesitan. En las 146 páginas del texto hay un total de 586 notas. Ya saben, ese estevado es Francisco de Quevedo en sus OBRAS SATÍRICAS Y FESTIVAS de José Bergua: el gran madrileño estevado y miope, pendenciero y mujeriego, diplomático y humanista, viajero incansable, y durante largos años encarcelado, cortesano y rústico y siempre múltiple y variado, alegre, irónico y mordaz.


La obra tiene un Prólogo de cinco páginas AL ILUSTRE Y DESEOSO LECTOR (pág. 10), común a los cinco bloques de que consta el libro. A él siguen dichos cinco bloques titulados, respectivamente:

EL SUEÑO DEL JUICIO FINAL (pág. 15).

EL ALGUACIL ENDEMONIADO (Discurso; pág. 31).

SUEÑO DEL INFIERNO (Discurso; pág. 48).

EL MUNDO POR DENTRO (pág. 89).

SUEÑO DE LA MUERTE (pág. 105).

Pág. 11.- Refiérese, no sé si por modo de cuento gratioso y ficticio, que estando una vez muy enfermo un soldado muy preciado de cortés y ladino (9), entre muchas de sus oraciones, pregarias y protestaciones que hacía, finalmente vino a rematarlas diciendo: —Y Dios me libre de las manos del señor Diablo—, tratándole siempre con esta cortesía todas las veces que le nombraba. Reparó en esto último uno de los circunstantes, preguntándole juntamente luego por qué llamaba señor al diablo, siendo la más vil criatura del mundo. A que respondió tan presto el enfermo diciendo: —¿Qué pierde el hombre (10) en ser bien criado? ¿Qué sé yo a quién habré de menester ni en qué manos he de dar?

(9) ladino: sagaz, inteligente.


(10) el hombre: usado como impersonal (uno).