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ProbBolita


Hace unos días acudí en Metro (ida y vuelta) al hotel Florida Norte para encontrarme con mi familia chilena que pasaba por Madrid camino de vuelta a Chile. El hotel está justo enfrente de la salida de la estación Príncipe Pío de la línea circular del Metro.


El nombre del hotel significa que está al comienzo del Paseo de la Florida que es paralelo al río Manzanares y está pegado a él. Lo de Norte recuerda que justo frente al hotel está el centro Príncipe Pío que hoy incluye lo que en tiempos era la estación ferroviaria de El Norte, es decir, de la que salían los trenes con destino a los distintos puntos del norte de España.


Esos trenes ya no salen de ahí, pero en el lugar hay, aparte de un gran centro comercial con todo género de atracciones, un nudo ferroviario de cercanías y dos líneas de Metro. Conserva el empinado ramal del Metro Ópera – Norte que antes era la única conexión entre dicha estación de El Norte y la red de Metro. El trazado del ramal se parece a un funicular más que a otra cosa. La estación de Ópera está detrás del teatro real (o de la ópera), es decir, a la altura del Palacio Real.


Desde la puerta del hotel se contempla, de frente, la armoniosa mole de la estación de El Norte; a la derecha, la rotonda que bordea la bella puerta de san Vicente para permitir la subida a la plaza de España por la cuesta de san Vicente. Más a la derecha y mirando hacia lo alto se destacan los perfiles del Palacio Real (en la plaza de Oriente) y de la catedral de la Almudena.


Yo vivo a mitad de camino entre dos estaciones de esa línea circular del Metro, dándose la coincidencia de que hay la misma cantidad de estaciones (15) yendo hasta la de Príncipe Pío en un sentido o en el otro. Elegí el sentido que tiene la estación de Argüelles como la última antes de llegar a mi destino de ida (y como la primera del regreso). El barrio de Argüelles viene a tener igual altitud que la plaza de España y la plaza de Oriente.


Terminada la reunión familiar todos me acompañaron hasta verme detrás del torniquete del Metro de Príncipe Pío camino de la próxima estación, Argüelles. Accedo a un vagón y una joven muy guapa y sonriente me cede su asiento. Se lo agradezco, me siento y empiezo a observar. Mi asiento está situado de tal manera que el primer vagón del tren queda a mi derecha y el último a mi izquierda.


Hasta aquí, la descripción necesaria del escenario asociado a mi observación.


El tren arranca y, cuando veo que se ha metido en la oscuridad del túnel, me doy cuenta que en el suelo, frente a mí, hay algo que empieza a moverse. Me llama la atención y ya no le quito ojo en todo el viaje. Se trataba de una bolita de color verde de unos 20 mm de diámetro. No supe de qué materia estaba hecha. Se movía lentamente pero sin pausa y en línea recta paralela al eje del vagón, hacia mi izquierda. Por suerte no hubo nada ni nadie que impidiera su movimiento. Cuando noté que el tren, en la posición en que yo me encontraba, dejaba el túnel para acabar parándose en la estación de Argüelles, la bolita se paró y ya no se movió más; por lo menos hasta que yo dejé el tren en mi estación de destino.


Encontrar una explicación plausible a lo observado.


SOLUCIÓN



Cuando el tren se puso en marcha en la estación de Príncipe Pío camino de la de Argüelles, mi vagón se inclinó para hacer frente en su marcha a la gran cuesta arriba que tenía por delante hasta llegar a la siguiente estación. Yo no me di cuenta de esa inclinación, pero la bolita sí, y como reacción empezó a rodar cuesta abajo (hacia mi izquierda). Rodó hasta que el tren se paró nuevamente. En lo sucesivo, y hasta mi salida del tren, en el trayecto de las 15 estaciones que yo recorrí, el tren no se enfrentó a una cuesta arriba tan grande como la del movimiento de la bolita.


Se habían dado muchas pistas de la situación: El río como punto más bajo; El ramal como funicular; el Palacio Real a lo alto; la cuesta de San Vicente …