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PRESENCIA


Título:  Presencia de Dios.


Autora: María Pilar Pueyo Casaus. Catedrática de Lengua y Literatura de E. M. Doctora en Filología Románica. Es poeta en la Tertulia Arco Poético.


Edita: Liber Factory (119 páginas).



Aunque parezca asombroso en los tiempos que corren, es real que nuestra autora nos ha regalado con esta pieza de mística pura a lo san Juan de la Cruz. Su resumen no está dentro del libro, es su portada misma: Un torrente caudaloso de agua en medio de un bosque sereno cae con fuerza hacia lo profundo. Es una imagen, por contradicción, del amor a lo divino que, desde nuestra profunda nimiedad, logra ascender a lo elevado de lo sublime hasta lograr la unión con Dios.


El libro tiene tres partes bien diferenciadas: La primera son poemas propios referentes a su experiencia mística; la segunda contiene sus poemas religiosos relativos a los Ciclos de Navidad y de Pasión, respectivamente y, por último, termina con Comentarios en prosa a 33 liras del Cántico Espiritual de san Juan de la Cruz.


Daré algunas pistas por si fueran de utilidad al lector. Una lira es una estrofa de cinco versos en que se combinan tres de arte menor (primero, tercero y cuarto; tienen entre 2 y 8 sílabas; aquí predominan los de 7 u 8), y dos heptasílabos (11 sílabas; los versos de arte mayor son de entre 9 y 11 sílabas, ambas inclusive). En definitiva, la composición adoptada es aBabB.


Un detalle al leer a san Juan de la Cruz: Él emplea a veces la u tanto como u, v o b.


Tiene nuestra autora una sensibilidad tan acusada que le permite subir tan alto tan alto que le da a la caza alcance. Los que, como yo, tenemos una espiritualidad bastante roma, no llegamos tan lejos, así que, para no defraudar al lector, copiaré su último poema de la primera parte que lo titula igual que su libro:

PRESENCA DE DIOS

Era cuando las hojas de los mirtos

bebieron la presencia de la aurora.

Era cuando los hombres

aún sabían gritar sus esperanzas.

Era cuando las fuentes de los valles

deseaban la paz a los caminos.

Entonces, supe ver la dulzura

y el don de tu palabra.

Te amé con la potencia de un sol fuerte,

fue luz de paz mi alma.


Me han interesado, particularmente, los comentarios de Pilar al Cántico espiritual. Yo ya conocía algunos producidos por terceros e, incluso, los que el propio san Juan de la Cruz escribió, y he de decir que, reunidos todos ellos, me gustan más estos de nuestra autora.


Ella, en vez de meterse en charcos teológicos que complican hasta el infinito lo que ya es complicado en el místico por excelencia, se junta con él, con el amigo, para hacer en compañía el camino que resume la lira:

¡Cómo fuimos amigos en la mente de Dios!

¿Te acuerdas cuántas noches entre el cielo estrellado

compartimos la dicha de descubrirle a Él?


Este santo místico me recuerda mucho a una santa épica que asimismo fueron primero repudiados por la Iglesia Católica y, tiempo después elevados a la santidad de los altares: Santa Juana y san Juan. Pero como de esto no trata mi amiga en su libro, ahí lo dejo.