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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pgs.  1   2   3       

Mientras hablan Súper y menda, Ofelia se atusa las uñas con el limatón de este último. Y él le hinca el diente a un suculento bocata en el que queda preso un gran pez. Por supuesto, no le falta el detalle propio del gran profesional que es: Lleva un lápiz de sección hexagonal acomodado en la oreja.

El Súper recibe en el móvil este mensaje de Jimmy el cachondo: “la TIA se va a inclinar ante mí”. Jimmy es el que le ha robado al Súper las últimas 300 cajas fuertes. Pero esta vez no volverá a ocurrir!

     En ese momento empieza a inclinarse el suelo y el Súper teme por el deslizamiento de la caja fuerte. No hay de qué preocuparse -interviene el menda- la he asegurado contra la pared con unos trozos de cinta adhesiva y asegurado con este cáncamo del 7 (lo señala)…

Para entonces ya habían terminado su labor en el sótano los esbirros de Jimmy, cortando una rodaja en el acero de la columna maestra de la torre TIA que se fue inclinando hasta descansar sobre el edificio de El Escondite Inglés.

La consecuencia fue que la caja fuerte se deslizó hasta caer a la calle donde fue recogida por Jimmy el cachondo mediante el poderoso imán que, sujeto a un cable, pendía del helicóptero pilotado triunfalmente por Jimmy.

Increpando a éste, el Súper se asoma al hueco que la caja fuerte dejó en la pared antes de caer y a él se dirigió amenazador con algo semejante a esto: “Esta vez no lo conseguirás porque pienso contratar los servicios de los insuperables agentes Mortadelo y Filemón”.

Entretanto Jimmy había parado el motor del helicóptero para cambiar impresiones sobre la obra ejecutada por sus esbirros, dos hermanos siameses, con la tranquilidad que da la ausencia del ruido de la máquina voladora.



Aquí entran en escena nuestros héroes y yo hago mutis por el foro, no sin describir antes y brevemente las dos situaciones enfrentadas.


     La base de operaciones de Jimmy el cachondo se sitúa bien a las afueras, en un descampado que recuerda los cementerios de coches o los más modernos desguaces. No está vallada pero tiene una robusta y bien asegurada puerta de entrada. Da la impresión de un chapucerio sucio y desangelado en el que aparca su helicóptero (con frontal de 600 matriculado). Eso sí, una torre terminada en molinillo aéreo indica que allí sólo se maneja energía limpia.


     M&F no son agentes de la TIA. Son unos freelance que trabajan por contrata. Son conocidos y agasajados en la ciudad como los héroes que son. Filemón, hasta tiene un monumento en la ciudad, con apostura de agente 007.


Viven en un apartamento que parece estar sacado, acorde con sus propios movimientos, de un anuncio de esos superferolíticos que presentan los futuros móviles inteligentes de grafeno.


A partir de este momento se desarrolla entre estas dos situaciones una especie de guerra de las galaxias que me dará pie para terminar mis comentarios. Pero antes quero fijarme en algo que encuentro trascendental: La figura de el menda.


Es este fulano un trasunto en el siglo XXI de lo que fue el típico macho ibérico pre-biscuter (la España profunda de 1940 / 1950). Se acomodaba en público el paquete, llevaba un lápiz en la oreja y exhibía un palillo de dientes fuera de sus labios. Esas señas de identidad no eran otra cosa que el recurso para demostrar que los correspondientes complejos habían sido superados.


¿En qué consistían esos complejos? El macho ibérico se definía entonces como “un tipo bajito, cetrino y con cara de mala leche porque cree que no jode lo suficiente”.

Solución: “Miren qué paquete más notable tengo!”


En aquellos tiempos de tantos problemas, cualquier arreglo por malo que fuera, valía. Abundaban más los peones que los oficiales. Sin embargo, se daba un oficio, el de carpintero, que de por sí, requería mucho oficio, y que era difícil de peonizar. Los carpinteros llevaban en la oreja un lápiz muy particular (de sección un tanto oval y mina gruesa) que empleaban para trazar las rectas que sus reglas, cartabones y falsas escuadras les ofrecían para aserrar después tablas y listones.

     Solución para el peón chapucero-mecánico: “Para que vean lo profesional que soy, fíjense que llevo lápiz en la oreja!”. No se si Otilio, el de las chapuzas a domicilio, hijo tan legítimo de Ibáñez como el menda y M & F, también llevaba el lápiz en la oreja.


Por último, lo del palillo. Habían pasado los tiempos del hambre de guerra y postguerra, aunque el hambre, todavía era a veces, algo más que un recuerdo.

     Solución: “Observen lo bien que acabo de comer, que aun conservo el palillo que me ha servido para extraer los trozos de carne [una carne inalcanzable entonces] que suelen quedar entre los dientes!” Los restaurantes de hoy ya no ofrecen palillos a sus clientes porque es cosa de mala educación. Por eso el menda no lo usa, pero en cambio acude al recurso CARPANTA, la criatura muerta de hambre de Escobar, colega de Ibáñez. La solución de el menda, no sea que alguien pueda pensar que pasa hambre: “Después de mi duro y concienzudo trabajo tengo bien merecido este apetitoso y abundoso bocata que van a ver cómo me meto entre pecho y espalda”!



Pues bien, hasta aquí, lo que me ha gustado, y mucho, de la película. Me toca hablar ahora de lo que me ha gustado poco. ¡Qué digo poco. Lo siguiente! Como ven, me expreso igual que el menda que a su vez se expresa a semejanza del público en general de ahora.


No me ha gustado ni un pelo la duración de la película, máxime teniendo en cuenta la sobreactuación de movimientos, ritmos, velocidades y superposición de ruidos, incluyendo en ello a los parlamentos. Me siento incapaz de seguir el ritmo de las palabras y su relación con lo que se muestra tan fugazmente. No sé qué falta hace someter al espectador a una fatiga tan estúpida. A menos que se piense que tal fatiga no debe existir porque el espectador lo que tiene que hacer es permanecer sentado viendo pasar imágenes y situaciones sin ver ni entender detalle alguno.


Recuerdo que en los tiempos pre-biscuter, cuando se quería desprestigiar una película se contaba de ella que era muy lenta. La verdad es que, a lo Gracián, se podría aplicar a la película algo así como esto: “Lo bueno, si lento, dos veces bueno; y aún lo malo, si poco, no tan malo”.


Me figuro por qué ahora se piensa que todo lo lento, en cualquier circunstancia, es malo per se. Efectivamente es malo para los bolsillos de los publicistas que tienen mucha prisa por decir algo cuanto antes para dejar el mayor hueco posible al anuncio. El hecho ha contagiado de tal manera a la gente que, por ejemplo, ya habla deprisa sin necesidad: porque es lo corriente, lo que ocurre en el móvil y en la TV y, por tanto, lo que debe ser.


Efectivamente una cosa puede ser mala por lenta, por ser un plomo, pero lo contrario es que sea mala porque tenga poco peso, es decir, poca sustancia. Ahí están las películas lentas del director danés Dreyer o de José Luis Garci que tienen mucho peso, mucha importancia. Asimismo es una estafa tratar de convencer a la gente de que una cosa entretenida tiene que ser a la vez violenta y no lenta. Como digo, con esa estafa se ha ganado la adhesión de la masa pero no su entretenimiento inteligente.


Recuerdo a propósito el ambivalente anuncio de las célebres máquinas de coser SIGMA, cuando la publicidad estaba aún en mantillas: “Si el tiempo es oro, SIGMA es un tesoro”. Su ambivalencia estriba en que la máquina suponía un ahorro de tiempo respecto de lo que se tarda cosiendo a mano, tiempo que se puede aprovechar en otras cosas útiles. Pero al mismo tiempo resulta un anuncio tan breve que da ocasión al de la propaganda para contar con más espacio para otro anuncio que, naturalmente, también cobrará.


El inglés time is money expresa divinamente lo que quiero decir. Se me suele objetar que estas dificultades las tengo yo  solo, por ser un viejo sin agilidad ni mental ni física, sordo y que encima, no ve. Es cierto que a mi hijo en persona le tengo que decir que me hable más despacio para que le pueda entender. Y lo mismo me ocurre si alguien me llama por teléfono para ofrecer cualquier cosa.


Resumiendo: lo lento sin peso es un plomo, pero lo largo violento es un rollo. A mi juicio, a la película le sobra media hora. Quitándosela se podría paliar lo que se ha conseguido: hacer muy bien una cosa mala. Y lo peor es que precisamente por eso ha sido premiada: por lo que le gusta a la gente; es lo que se lleva.


Sin embargo me gustaría saber:


-Si un concienzudo dibujante que se quema las pestañas para conseguir que a un personaje se le vea la caries que tiene en una muela cuando se ríe, está conforme con que luego su trabajo no sirva ni siquiera para poder ser apreciado.


-Si el trabajo se ha envilecido tanto que el mismo artista sea indiferente a lo que sucede: “A mí me basta con que me paguen”.


-Si lo único que interesa es engordar la subvención a tanto el minuto.


-Si de lo que se trata es de crear empleo que al final no sirve para nada.


Y para terminar, la pregunta que puede hacerse el lector de esto que escribo: Si ese menda 2 (ahora lo dice por mí) es tan inútil y tan negado que ni ve, ni oye ni entiende, ¿cómo se las arregla al principio para darnos tantos detalles minuciosos de la película?

     Pues parodiando a mi colega el menda, responderé: “Muy fácil, ¡Así!”:

He visto la peli en Internet y, con mucha paciencia me he limitado a manipular las teclas avance / pausa en su barra de progreso.