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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pues bien, veamos lo que se ofrece, con toda la intención del mundo,  a la vista del espectador, aparte de los tacones, las piernas crecientes y el generoso trasero de la rubia Ofelia:

-Colillas por el suelo.

-La identificación, a la derecha, de un despacho como AGENTES FUERA DE SERVICIO, deja ver en su interior a una serie de féretros de pie contra la pared, entreabiertos con brazos que sobresalen lánguidos.

-En el pasillo, una papelera vacía con su entorno lleno de colillas, un hueso, papeles arrugados y varios, incluyendo una cabeza cortada (seguramente la de algún empleado de promoción frustrada).

-Un tipo con un retrete de tapa colgante que no se sabe bien si es alguien de mantenimiento o el repartidor del correo.

-En una pared del pasillo hay un gran mapamundi con retratos esparcidos sobre él de manera que tampoco se sabe si son los “malhechores wanted” por la TIA o se trata de sus agentes secretos en el extranjero. A su pie aparecen dos individuos que se me antojaron estar arreglando un enchufe cerca del suelo, pero resulta que no. Un paso más y, al otro lado del pasillo surge de entre las mesas de los oficinistas un tipo gritando no sé qué, que va corriendo hacia el mapa. De un salto se monta sobre los otros dos y el conjunto de los tres se desmorona por el suelo (una metáfora de lo que le pasa a la TIA cuando interviene).

     Enseguida me acordé de cuando los chicos jugábamos en San Vicente de la Barquera a “garbancito-haba- qué ricamente me monto encima de tu pava”. ¡Asombroso! Entro en Google con “garbancito haba pava” y me responde una página de JUEGOS INFANTILES EN CANTABRIA donde se explica todo.


Al hilo de esto recuerdo algo que me pasó hace unos días si bien sin relación con esta película. Paseaba yo y a mi lado iban dos chiquillos en sendos patinetes superferolíticos; uno era de esos que tienen dos posapiés articulados para avanzar bamboleándose sobre ellos. Sabéis, pregunté, cómo llamábamos nosotros a eso cuando yo era como vosotros? Naturalmente, no lo sabían. Se llamaba motopié, les dije, y añadí: nos los hacíamos con madera y los cojinetes de desecho que quedaban de la reparación de los motores de los barcos.


Por si la memoria me era infiel acudí una vez más a Google Chrome con la palabra motopié. No salió nada que explicara lo que fuera semejante cosa. Lo que sí apareció fue el nombre de una tienda de Santander que se anunciaba como expendedora de bicicletas y toda clase de efectos rodantes y que se llama MOTOPIÉ! A buen seguro que su dueño es sucesor de alguien que montó en motopié como yo.


-Un botijo sobre una silla del pasillo. Exhibe sobre su superficie dos esparadrapos en cruz como para taponar un agujero por el que se hubiera vertido el agua. Para beberla aparece metido por el pitorro de llenado y con medio cuerpo fuera, un bicho raro.


-De otro despacho a la izquierda van a salir tres ancianitos, uno en silla de ruedas, que comenta: ¿Os acordáis cuando descubrimos las pinturas rupestres …? (¡Si serían viejos!; debían de ser de la quinta del Neandertal; bueno, lo de descubrir es lo habitual de los agentes de la TIA). La titulación del despacho rezaba: FUERZAS ESPECIALES.


-Hay un tipo andando por el pasillo con paso decidido, pero sin cabeza: la lleva debajo del brazo, seguramente para prevenirse de que alguien se la vaya a cortar. Debe de ser una visita porque, de ser un empleado de la TIA, tampoco tendría pies (igual que ella, que no tiene pies ni cabeza).


-Más adelante está la SALA DE INTERRROGATORIOS consistente en un simple féretro puesto de pie y abierto. Muestra la superficie interior de caja y tapa  llena de pinchos a lo faquir. Se supone que, al ser cerrada, el interrogado derramará el jugo de su conocimiento. Abajo hay un grifo para dispensar el fruto del interrogatorio.


-Ofelia, con su ondeante y discreta lorza supratrasero, avanza impertérrita hacia el ascensor que ha de conducirla a la planta noble. Allí, la gorda Ofelia va a encontrarse con su SUPERHamlet. “Supergusano, que te den morcilla” reza una pintada sobre las puertas del ascensor.


-Se abren éstas dejando ver su interior lleno hasta los topes. Una secretaria joven y estilizada entra con el beneplácito de los ocupantes que se encogen para hacer sitio.


-Con la mayor naturalidad, un motorista (que mira hacia delante como es inevitable) pasa marcha atrás a buena velocidad entre Ofelia y el ascensor, mientras una especie de extraterrestre anda por el techo (cabeza abajo, naturalmente) en dirección contraria a la moto. Todo se ve tan normal.


-Los del ascensor ponen cara de espanto al ver que Ofelia intenta, y consigue, colarse tras la chica.


-Desembarcada en la planta de destino, Ofelia se encamina al despacho de su jefe: El SUPERINTENDENTE VICENTE. Obsérvese el efecto poético de la musa Rosario. También conocida como Olivia, había sido ésta la novia de Popeye que, supuestamente, inspiraba ripios como este del Súper y otros del mismo jaez: El Gato Pirracas estaba helado / el gato Pirracas estaba en el tejado (Gloria Fueretes en, Una de gatos); “Mortadelo y Filemón, AGENCIA de INFORMACION”; “Pepe Gotera y Otilio, chapuzs a domicilio”, etc.


-En su camino ve pasar a una delicada secretaria que debe de  estar constipada porque tiene un grifo como nariz. Lleva una botella de butano en cada mano (como se ve, la musa Rosario no perdona ni al simple cronista que ahora soy yo).


-Sentado a su mesa de trabajo hay un oficinista que no se sabe bien si está dormido sobre el tablero o asesinado del todo.


-Ofelia se cruza con uno que lleva un botijo y pone cara de verse pillado infraganti al encontrarse frente a la secre: debe guardar en él algún secreto importante porque lleva el botijo taponado con un plátano en su pitorro de llenado.


-Tras una esquina avanza un tanque de juguete de cuya torreta asoma un agente de verdad que lo conduce: La rubia gorda lo derriba todo a su paso.


-De acuerdo con la reglamentación de seguridad hay un extintor junto a la puerta de salida de emergencia. Está señalizada ésta como SALIDA DE INCENDIOS. Llega un fulano, empuja la barra de apertura y, cuando ni siquiera se ha abierto del todo, lo que sale, como era de esperar, es un voraz incendio.


-A buen paso, cruza un esqueleto. No se sabe si es el jefe del departamento de AGENTES FUERA DE SERVICIO o se trata de alguien que se ha quedado en los huesos por lo poco que gana en la TIA.


-EXPERTOS DETONACIÓN BOMBAS es el letrero sobre la puerta del despacho correspondiente. La señora de la limpieza la tiene entreabierta mientras barre hacia fuera los huesos que hay por el suelo. Con mucha naturalidad y mejor acento cockney se dirige a uno que va a entrar y que está a medio explotar: “Hola, good morning”, le dice, y sigue barriendo.


-Del frente surge un señor bajito con sombrero que lo alza como saludo al cruzarse con Ofelia. Ésta con un coletazo de su nalga derecha, propio de sus andares, se lo vuela al suelo.


-Ha llegado el momento. Ofelia, ante la puerta del SÚPER se acicala y entra, exclamando sonriente de satisfacción mientras le ofrece el sobre top: “El documento que me ha pedido”. En el cubilete para accesorios del Súper destaca una garra de rapaz de esas que traen buena suerte (la va a necesitar). Él se levanta, recoge el sobre lacrado y, percatándose de que el menda ha terminado de instalar la nueva caja fuerte, va hacia ella, apartando airado a la voluminosa rubia que le impide la visón de aquella preciosidad (la de la caja fuerte).


-He decidido llamar el menda al instalador de la caja, porque no he sido capaz de hacerme con su nombre, si es que se menciona. Su equipamiento consiste en una colección de desmesuradas herramientas (serrucho, martillo, llave fija, tenazas, limatón …) que contradicen la finura mecánica que se merece la combinación de una caja fuerte.


-Con el sobre lacrando el famoso secreto, el Súper se acerca a la caja fuerte donde el menda da su toque final acariciando con un paño limpiador una esquina: “Pues esto ya está, dice el menda mientras se acomoda ufano el escroto (el paquete, para entendernos). ¡Aquí tiene caja para toda la vida!”


-El Súper acerca sus ojos a la llave giratoria preguntando: “¿Y cómo se abre esto?” Muy fácil, dice el menda mientras da un tirón al sobre del Súper y lo mete  con un ágil quiebro en la caja que abre por detrás de la esquina y cierra rápidamente: ¡Así!


-Ese así pone de manifiesto que la puerta de la caja fuerte se abre y cierra como la de una fresquera: una aldabilla asegura el cierre.


-Hay varias secuencias encadenadas donde participan Ofelia, el Súper y el menda.

La secre, mirando con arrobo a la nueva caja: “Es una monada”. -al Súper- “Debería ponerle un nombre”. El Súper: “Ya lo he pensado: OFELIA 2”. El rostro de Ofelia se derrite de satisfacción inquisitiva. El Súper: “Sí, porque pesa 60 toneladas”. Ofelia muta su gesto a un irritado rechinar de dientes.

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