En junio siguiente aparece la primera edición de Campos de Castilla que como sabemos estaba pendiente.  En medio del dolor, el éxito del libro fue un soplo de alegría. El poeta escribirá más tarde a Juan Ramón Jiménez: “Cuando perdí a mi mujer pensé pegarme un tiro. El éxito de mi libro me salvó, y no por vanidad, bien lo sabe Dios! sino porque pensé que si había en mí una fuerza útil, no tenía derecho a aniquilarla”


El 1-7-1912 nace “El Porvenir Castellano”, ya mencionado al principio.

El 30 del mismo mes llega a Soria Dª Ana Ruiz, la madre de A. Machado.

El primero de agosto muere Leonor, y el día 8 dejan Soria, regresando a Madrid nuestro poeta y su madre. Aquí terminaría la vinculación de A. Machado a Soria sino fuera porque …


Escribe a Unamuno: “La muerte de mi mujer dejó mi espíritu desgarrado. Mi mujer era una criatura angelical, segada por la muerte cruelmente. Yo tenía adoración por ella; pero por sobre el amor está la piedad. Yo hubiera preferido mil veces morirme a verla morir, hubiera dado mil vidas por la suya. No creo que haya nada de extraordinario en este sentimiento mío. Algo inmortal hay en nosotros que quisiera morir con lo que muere. Tal vez por esto viniera Dios al mundo. Pensando en esto me consuelo algo. Tengo a veces esperanza. Sin embargo el golpe fue terrible y no creo haberme repuesto. Mientras luché a su lado contra lo irremediable me sostenía mi conciencia de sufrir mucho más que ella, pues ella, al fin, no pensó nunca en morirse y su enfermedad no era dolorosa. En fin, hoy vive en mí más que nunca y algunas veces creo firmemente que la he de recobrar. Paciencia y humildad.” [en Campos de Castilla, edición de José Luís Cano].


Todas estas consideraciones más o menos racionales fraguarán en puro lirismo en los escritos que nuestro poeta produjo en Baeza, su destino siguiente al de la cátedra soriana.


CXIX  

                          Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.

Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.

Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.

Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.


CXXIII

                                       Una noche de verano

-estaba abierto el balcón

y la puerta de mi casa-

la muerte en mi casa entró

                  …

Silenciosa y sin mirarme,

la muerte otra vez pasó

delante de mí ¿Qué has hecho?

La muerte no respondió.

Mi niña quedó tranquila,

dolido mi corazón.

¡Hay, lo que la muerte ha roto

era un hilo entre los dos!


En definitiva, se cumplió la profecía de A. Machado: había de hablarnos su corazón de amante y las piedras del alto valle numantino, por medio de él.




CXXIV

                             con las primeras zarzas que blanquean,

con este dulce soplo

que triunfa de la muerte y de la piedra,

esta amargura que me ahoga fluye

en esperanza de Ella …


Y para terminar, unos retazos del poema a José María Palacio, exponente singular de la lírica castellana:


CXXVI

                                       Palacio, buen amigo,

¿está la primavera

vistiendo ya las ramas de los chopos

del río y los caminos? …

……

Con los primeros lirios

y las primeras rosas de las huertas,

en una tarde azul, sube al Espino,

al alto Espino donde está su tierra …


Y la de mis padres, unos pocos pasos más acá.





Jesús de la Peña Hernández





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