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JUANA

Título:  SANTA JUANA (escrito en 1924)

Autor: G. Bernard Shaw. Premio nobel de Literatura 1926. Irlandés nacido en Dublín.

Edita: Plaza  Janés. Los Premios Nobel de literatura III (143 páginas).

El refrán:

No hay mal que cien años dure.


La excepción que confirma la regla:

La guerra de los cien años.


Se trata de una tragedia en seis escenas encuadrada entre un prefacio no escenificable y un epílogo que representa lo sucedido en 1456, es decir, 25 años después de que Juana de Arco fuera quemada viva en Rouan. Lo cual sucedió en 1431, 22 años antes de que terminara la guerra de los Cien años y, coincidiendo con el paso de la Edad Media a la Moderna (entrada de los turcos en Constantinopla en 1453).


Aunque en el tema se debaten cuestiones de religión, de política, de autonomías nacionales, etc. aún no estamos en las guerras de religión que se extenderán después por Europa, ni en los inicios del protestantismo (el de los Hugonotes en Francia o el que floreció en Inglaterra con Enrique VIII).


Cada escena tiene como protagonista a Juana de Arco en la situación cronológica que corresponde. La habilidad de nuestro autor estriba en haber sabido enfrentar un protagonismo muy elemental y simple, el de Juana que era una joven sencilla, analfabeta, de pueblo, ignorante, pero de carácter indomable, y creyente hasta la superstición, a otros protagonistas demasiado leídos y “escribidos”, con mucha ciencia de la que había entonces, y con mucho poder o con pretensión de tenerlo.


Ella se desenvuelve con una soltura impropia de su edad y condición, hablando mucho menos que los de su entorno pero superándolos en sentido común y en determinación. Para entender bien lo que pasa, que resulta ser muy complicado, nada como acudir a la Historia Universal de Pirenne (Siglos VII al XVI).


Francia e Inglaterra llevaban casi cien años luchando como vecinos separados por el Canal de la Mancha de manera semejante a como pudieran haberlo hecho los de Carabanchel y el barrio Imperial de Madrid que también están separados por el Manzanares. Entre batalla y batalla, bodas dinásticas, invasiones y acuerdos, aquí había de todo. A la sazón Inglaterra, con sus poderosos arqueros había invadido Francia en alianza con el francés duque de Borgoña. Y ahí aparece Juana para dar un vuelco a la historia.


-Escena Primera, 1429.

Un capitán del ejército del Delfín francés termina, a su pesar, por recibir a la Doncella que consigue de él la escolta de tres hombres para levantar el sitio de Orleans. El Delfín le dará todo lo demás que necesite.

Capitán (a Juana): ¿De modo que Dios te dice que tienes que levantar el sitio de Orleans?

Juana: Y coronar al Delfín en la catedral de Reims. Y obligar a los ingleses a salir de Francia.

Y todo ello adobado con milagros tangibles.


-Escena segunda (en el calendario, poco después de la anterior). En el salón del trono del castillo real, el Delfín convoca al Arzobispo de Reims y a su propio Mayordomo Mayor. En la audiencia aparecen también Barba Azul y Juana. Ésta se dirige al Delfín (en realidad Carlos VII desde la muerte de su padre): “Me mandan a vos para echar a los ingleses de Orleans y de Francia y coronaros en la catedral de Reims, donde se coronan todos los reyes legítimos de Francia”.


Arzobispo a Carlos:

<Esa moza no es una santa. No es siquiera una mujer decente. No lleva traje de mujer. Viste como un soldado y anda por ahí con gentes de tropa.>


La verdad es que en todas las imágenes que hay de ella, pintadas en su tiempo, aparece con aspecto de una virago. Es raro que la LGTB del siglo 21, tan defensora de las trans no tenga a santa Juana en su nómina. Seguramente será porque la doncella de Orleans se llevaba muy bien con Dios, con santa Margarita, con santa Catalina y con el arcángel san Miguel. Su Señor era el Rey del Cielo.


Carlos a la concurrencia: ”Esto es para deciros que he confiado a la Doncella el mando del ejército. Ella tiene la suprema autoridad.”


Todos los caballeros: “¡A Orleans!  “¡A Orleans!”.


-Escena tercera.

La ciudad de Orleans está sitiada por las tropas inglesas, pero no full proof, porque la disposición topográfica del lugar es muy complicada: La ciudad es fronteriza con el Loira que deja varias islas dentro de él. El defensor de la plaza es Dunois, conocido como el bastardo de Orleans, que recibe a Juana sorprendido de que ésta plantee una estrategia diferente de la que él sostenía.


<Juana: ¿No veis que os traigo el mejor refuerzo que general o ciudad alguna jamás recibiera? La ayuda y el consejo del Rey del Cielo.>


Los milagros, que no falten. Es curioso observar que cuando suceden en apoyo de La Doncella, es ella la única que no los advierte: son los demás los que se dan cuenta del fenómeno misteriosamente inexplicable: las gallinas ponedoras en la escena primera, el cambio de la dirección del viento en esta tercera, etc. Después de que el viento cambiara:


<Dunois (a Juana): Dios ha hablado. Tú mandas ya el ejército del Rey. Soy tu subordinado; te reto a dirigirme.


-Escena cuarta.

Tiene lugar en una tienda del campamento inglés. Numeraré los personajes que aparecen.

1-Un capellán inglés.

2-Un Lord inglés.

3-Obispo francés expulsado de su sede por los partidarios de Juana.


El intercambio de pareceres que ocurre muestra el profundo calado de lo que está pasando.


1 y 2 disputan sobre quien es más de temer en Orleans, la bruja o el bastardo.


<1: Pero él no es más que un francés.

2: ¡Un francés! ¿En donde recogiste esa expresión? Me choca. ¿Y si esos borgoñones y bretones y picardos y gascones, están empezando a llamarse franceses igual que los nuestros empiezan a llamarse a sí mismos ingleses, llaman Francia e Inglaterra a sus respectivos países? ¿Qué va a ser de ti y de mí si ese modo de pensar va cundiendo?....

… Si eso de servir a su país entra en sus costumbres, adiós obediencia a los señores feudales, adiós autoridad de la Iglesia. Quiere decir que tu y yo sobraremos.

… Calma. Quemaremos a la bruja y venceremos al bastardo. Estoy esperando al obispo para concertar con él el procesamiento.

… Alguien de la gente de Carlos la venderá a los borgoñones y estos nos la venderán a nosotros…


… 2 a 3: 1 opina que esa mujer es una bruja. Si es así, me parece que sería deber de vuestra ilustrísima denunciarla a la Inquisición para que sea quemada por tal crimen


3: Cuando el Príncipe de las Tinieblas da un golpe va contra la Iglesia Católica cuyo reino es todo el mundo espiritual … y esa muchacha sirve como instrumentos de esos designios: está diabólicamente inspirada.


1: Os dije quera una bruja.


3: No es una bruja. Es una hereje… Y nunca menciona para nada a la Iglesia. Nunca, como si no existiera. Siempre ella y Dios, Dios y ella.>


Por alusiones, no tengo más remedio que entrar al trapo. Hace bastantes años me relacioné con cierto profesional cuyo lema era: “Dios y yo, mayoría absoluta”. Ni que decir tiene que nunca llegó a santo, pero su lema le protegía de los variados y frecuentes varapalos que le deparaban sus clientes.


<¿Habéis notado que en sus cartas dirigidas a todos los reyes de Europa, Juana propone, como ya propuso a Carlos, una transacción que, de prosperar, habría de arruinar, sin remedio alguno toda estructura social de la cristiandad?

3: Arruina a la Iglesia, eso es lo seguro… Haré cuanto pueda por la salvación de esa mujer>


Escena quinta. Coronación del Rey Carlos VII en la catedral de Reims.


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