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Juana Vázquez

Juana Vázquez (1951) nace en Salvaleón, un pequeño pueblo de Badajoz. Pequeño, pero que en el radio de unos 30 Km se rodea de pueblos tan importantes como Jerez de los Caballeros, Olivenza, Almendralejo, Villafranca de los Barros o Zafra. Es doctora en Filología Hispánica y Licenciada en Ciencias de la Información, por la Universidad Complutense de Madrid. Catedrática de Bachillerato en Lengua y Literatura, ha publicado varios libros, entre ellos, una Edición crítica de San Juan de la Cruz, El Madrid de Carlos III, El costumbrismo español del siglo XVIII, Zugazagoitia precursor de la novela socialLa Literatura del siglo XX (varios), Historia literaria del siglo XVIII (varios). El  Quijote en clave de mujer / es. La novela Con olor a naftalina, Huerga & Fierro, 2008. Su último libro es el ensayo El Madrid cotidiano del siglo XVIII (Endymion, 2011).


Ha colaborado en diversos proyectos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, así como en la sección cultural de los periódicos, “Diario 16”, “El Mundo”, “ABC”, “El País”, “Babelia” y en “Cuadernos del Sur”. Ha sido profesora en la Universidad de Alcalá impartiendo cursos Master de postgrado. Aparte de ensayos y crítica literaria, ha publicado en diversas revistas de poesía  tales como “Atlántica”, “El Matemático”, “Barcarola”, etc.


Asimismo, ha publicado los siguientes poemarios: El primero de ellos, Signos de Sombra, Ed. Kilix, 1993, siguiendo con En el confín del nombre, Huerga y Fierro, 1998; Nos + otros, Sial, 2003;  Gramática de Luna, Huerga y Fierro, 2006 y Escombros de los días, Huerga y Fierro, 2011.  


Como poeta, a Juana Vázquez no le gusta estar encasillada en ninguna corriente poética; en todo caso, son sus obras las que podrían estarlo, según la circunstancia. Hay quien establece estas tres casillas poéticas: Una para la poesía de la experiencia (realismo), otra próxima a la mística y una tercera, a modo de cajón de sastre que llaman poesía de los no alineados. En esta última acostumbran a situar a Juana Vázquez. Veamos con qué compañías se juntará desde ahora nuestra autora, dado que ellos también han pasado por nuestra Tertulia Arco poético: Juan Mollá, Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena y Jesús Hilario Tundidor.

Sin embargo, Luis Alberto de Cuenca parece haberse desmarcado de esa adscripción para encabezar la tendencia a la que él mismo ha dado el nombre de “Poesía del lenguaje”.

Juana Vázquez no tiene ahora ningún poeta preferido, dejando aparte a Luis Alberto de Cuenca; tampoco siente grandes amores por los de la Generación del 27. Pero sí conserva su inclinación hacia Machado por la emoción que destila y por Juan Ramón Jiménez por la belleza e inteligencia de su obra.

Voy a picotear brevemente sólo en algunas cosas que me han llamado especialmente la atención. Juana nos contará luego todo lo demás.

En el confín del nombre es un poemario de carácter existencialista, de desahogo existencial, que se mueve entre las cinco clásicas preguntas del misterio: Quienes somos, por qué estamos aquí, para qué, a donde nos conduce todo esto, qué y quien hay detrás de lo que vemos. Está instalado en el diálogo con un Dios a quien empieza por escribir una carta en que le dice:

Desde esta orilla oscura en que voy tatuando / los nombres de las cosas / … para no resbalar a la sima de nada / … donde sólo espejea el asombro, / entre dos eternidades y un puñado de polvo … Acaso … en vez de recurrir al hágase / primario, me preguntes,  sin más, / si tú quieres, Yo te hago.

Hermosa y poética manera de explicar cómo se llevan la libertad humana y el todopoder divino.

Comoquiera que Juana Vázquez no busca la poesía para expresarse, sino que es la poesía la que se le acerca espontáneamente a ella, le ocurren cosas como ésta: Ese acercamiento equivale a como si Juana, a la vista de la musa, la alquilara por una temporadilla, trabajan juntas, se despiden cuando termina el contrato y el libro de poemas ha quedado a satisfacción, y a otra cosa, mariposa.

En Las afinidades electivas (un intento de interconexión virtual entre poetas españoles contemporáneos) dice nuestra autora:

Mi poesía es un elemento vital primario, la necesito para saber vivir, sin ella caigo en el absurdo; es mi condición como ser humano. Esa necesidad tiene como finalidad el misterio, que busco en la palabra, pues cuando escribo no escribo sobre lo ocurrido sino para que ocurra algo. Por eso la mayoría de mis poemas han brotado del subconsciente y yo soy la primera lectora de ellos. Hoy mi poética está cambiando y brota con el anhelo de que el misterio se instale en lo próximo y cotidiano, para desterrar el terror al vacío y al tedio de la existencia.

En el entretanto, salta del ensimismamiento, al descubrimiento de los otros; todos somos uno. No entiende, pero ha de empeñarse en entender: Obran los genes paternos de la determinación.

Esta transición se produce en su poemario Nos + Otros, y se explica en el poema Mujer ensimismada. La poeta deja de mirarse el ombligo y emprende la difícil tarea de abrirse a los demás: se arranca la mirada de hembra dolorida que le subyuga, con motivo, e intenta entrar en la niebla del enigma del “otro” . Pero, por su falta de costumbre y porque el “otro” estaba acostumbrado a bañarse en el bálsamo de lágrimas oscuras disfrazadas de futuro, tuvo que detenerse. Al fin entró en su noche: ¡Qué escaparate de miserias / nunca hubiera entrado en galerías como éstas!... / …. Y descubrí el dolor / pequeño / mustio / callado y blando de los otros. Termina diciendo nuestra poeta.

Gramática de luna es, en realidad, el conjunto de dos libros: uno de lo onírico, el amor y la melancolía (siendo ésta la componente de herencia materna) y otro que hace referencia a la imposibilidad de que las palabras lo digan todo. Como en trance, tres días le arrancaron 200 poemas después de superar un síndrome de desatención en su trabajo como periodista.

Gramática de luna es, de toda su obra, el libro preferido por nuestra autora. Es para ella un libro como dictado por Dios al que Juana Vázquez no hubiera aportado nada.

En lo tocante a la limitación expresiva de la palabra, nuestra poeta es muy dada a crear sustantivos compuestos de sustantivos para expresar mediante palabras nuevas, cosas que ni la adjetivación resuelve. Así, puede hablar de sonrisas-mariposa para referirse a una sonrisa que aletea fugaz, según ella la percibió al escribirla. Pero al mismo tiempo deja la puerta abierta para que el lector la interprete a su manera, porque una mariposa da mucho de sí a la imaginación de cualquiera.

En la misma línea hay que decir que a Juana Vázquez le gusta no usar signos de puntuación en sus poemas: Sólo los imprescindibles. No quiere decirle al lector al final de sus versos: esto, tal como lo has visto, es lo que has de pensar, esto es lo que debes sentir. ¡Que cada cual se componga sus pensares y sus sentires a su manera! Ella prefiere sugerir más que decirlo todo.

Su último libro publicado, Escombros de los días, vio en el Metro sus primeros versos. Está constituido por tres rimeros de escombros: los de la melancolía de la vida olvidada; los del amor, el desamor, la tristeza … y, por fin, los de la poesía. Son como esos papeles apuñados que tiramos con ira a la papelera cuando los versos no nos dicen lo que queremos.

No se trata de los escombros que quedan al destruir. Son esos escombros generados siempre que haces algo nuevo; son los escombros necesarios para toda obra de perfección. Un ejemplo: la magia de la poesía devuelve a nuestra autora a la realidad, en Café Gijón.

Envuelta en su melancolía, la poeta se entregó al poema para ahuyentarla con riesgo de hundirse más si no prosperaba; consciente del peligro salió de su nebuloso mundo para tomar posesión de la realidad:

Su realidad … / estaba enferma y se había acostado en un rincón del domingo / sus palabras estaban vacías / y sólo perseguían la alucinación sonora / para ahuyentar la soledad… / Un traspiés en el umbral del poema / y podía regresar de nuevo / al rincón del tedio en que habitaba. / … Salió del rincón del domingo / para entrar por la puerta del Café Gijón.

De entre los escombros voy a rescatar un poema de amor de belleza incomparable. Desde el Génesis está tan vinculado el acto creador con la denominación de lo creado, que nuestra autora no duda en nombrar para crear. Tal vez le lleve a ello lo prosaico de su experiencia en  documentos digitales. Ya puedes haber conseguido uno de hermoso contenido y presentación elegante. Si no le das nombre, es como si no existiera, habrás perdido el tiempo y tu trabajo. El nombre le da vida, identidad. Dice el poema Y nombrarás mi cuerpo hasta crearlo todo:


Quiero crear un mundo clandestino

de innombradas palabras.


Y me dirás amor de una forma tan nueva

que estrenaré primicias

cuando tus manos sabias

se estremezcan convulsas

entre la suave tela de mis vestidos blancos.

Y nombrarás mi cuerpo

acariciando con tus manos de dios

rincones … laberintos

hasta crearlo todo.


Y al son de tus palabras

y el perfil de tus labios

aparecerán lugares y confines

que nunca fueron amados

por hombre alguno

pues son desconocidos

por no existir nombrados

en ningún manual de anatomía.


Los Escombros de la poesía son, aunque parezca contradictorio, más de la vida, más poesía cercana. Como si nuestra autora hubiera superado lo que siempre hemos tenido por inefable en la poesía. Ensaya, pues una técnica nueva. En la entradilla de la Sección ya nos lo advierte: Aparece un poema cuando una ansiedad encuentra una técnica. (Lawrence George Durrel). De Durrel ha dicho la crítica que presumía de rechazar los altos principios en beneficio de las cosas que describe como poeta.

Un ejemplo: Los cadáveres vivos me repelen

Vedlos …

Aquí están los poemas

que aunque recién paridos no acaban de nacer

y casi cadáveres no acaban de morir.


Y es que todos los poemas intercambian

entre sí palabras como los árboles pájaros y cantos.


Pido una transfusión urgente de versos

para mis poemas que no acaban de nacer.

Y si no se me concede

que inmediatamente

se les haga una transfusión de silencio.


Los cadáveres vivos me repelen.


Hasta aquí, su último libro de poesía publicado, pero el último de verdad, y por el momento, aparecerá en esta Feria del Libro de 2012. Se trata de la biografía infantil de nuestra autora, en la que trata, desde la madurez, su infancia y adolescencia; y lo hace con ingredientes sicoanalíticos que profundizan en los componentes de agobio y estímulo sobre una niña superdotada de carácter depresivo.

Juana Vázquez ha hecho también sus incursiones en el género novelesco: Su primera novela El costumbrismo español del siglo XVIII es, en lenguaje denotativo, un subproducto de su tesis doctoral sobre el mismo tema de fondo. Carmen Martín Gaite la animó a dar el salto de la tesis a la novela. Con olor a naftalina es el título de su segunda novela. En él emplea una prosa poética con los personajes saliéndole al encuentro. Ella siempre prefiere el lenguaje connotativo, el sugerente, el que permite muchas lecturas.




Mi presentación en la Tertulia ARCO POÉTICO

Junio de 2012