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INGERTOS

Mi amigo Mariano me manda un artículo aparecido en EL PAÍS de enero de 2022, consistente en la larga entrevista que se hace a dos madrileños sobre el tema de INGERTOS EN EL CEREBRO. Los entrevistados son el neurocientífico Rafael Yuste, catedrático de la Universidad de Columbia y el ingeniero Darío Gil, director mundial del área de investigación de IBM.


Lo he encontrado interesantísimo pero no estoy tan seguro como mi amigo de que esto lo vayan a ver nuestros nietos. Está basado en ordenadores cuánticos de los que se dice que necesitan aún un hervor de un siglo para evitar sus incertidumbres.


Yo me conformo con el asombro que me produce ahora una cosa tan pequeña como un móvil que hace lo que hace. Como el número de teléfono 609315414 es demasiado complicado de manejar, se simplifican drásticamente sus 9 dígitos pasándolos a 30 binarios (13 unos y 17 ceros); así se puede distinguir de los otros cinco mil millones o más que hay como él en el mundo: se queda una vez simplificado como

100100010100010110101001010110

Contra esta simplificación de ceros y unos lucha el ordenador cuántico que lo tiene muy difícil.


Detallo cómo producir esa conversión. Se trata de ir dividiendo por 2, sucesivamente, el número del teléfono. En la columna de la izquierda están los restos de cada división, y a la derecha, los cocientes. El montaje de la composición binaria se hace empezando por el 1 del último cociente y siguiendo hacia arriba con los sucesivos restos hasta llegar al cero de arriba del todo.


609315414 / 2

         0<       304657707

         1<        152328853

                 1<          76164426

         0<           38082213

         1<           19041106     

    0<               9520553     

    1<              4760276

    0<             2380138

    0<             1190069

    1<                595034

    0<                 297517

    1<                 148758

    0<                    74379

    1<                    37189

    1<                    18594

    0<                       9297

    1<                       4648     

    0<               2324

    0<               1162

    0<                  581

    1<                  290

    0<                  145

    1<                     72

    0<                     36

    0<                     18

    0<               9

    1<               4

    0<               2

    0<               1     


Lo difícil era no muy antiguamente, conseguir la ampliación de una fotografía; había que ir al fotógrafo para que te la hiciera. Entonces era crítico el grano de la película (el tamaño de las partículas de haluros de plata soportadas por dicha película).


Cuando yo me vine de Linares a Madrid en el año 1969, mis colegas me regalaron una magnífica cámara Yasika de gran angular que les costó 11.000 pts. Hace mucho que la tengo arrumbada después de haber conseguido con ella muchas y muy buenas diapositivas que después he podido digitalizar con un escáner especial para incorporarlas a mi sitio web.


También arrumbé más tarde la cámara digital que asimismo me regaló un nieto que a su vez la había rechazado al pasar de su primera comunión a su confirmación. Hoy, naturalmente, tiene su móvil inteligente, y su reloj de pulsera con GPS.


Ahora, mi hija me hace con su móvil inteligente todas las fotos que necesito y, si es necesario me amplía al instante y a tamaño desorbitado la pupa que tengo en una pierna para ver como evoluciona. Con su resolución de 72 ppp (píxeles por pulgada) cualquier foto va de un móvil a otro a la velocidad del rayo.


Como el móvil tiene una pantallita de 76 mm de lado menor, equivalente a tres pulgadas, resulta que en ese lado se alojan 72 x 3 = 216 cuadraditos llamados píxeles; cada píxel tiene, pues, 76 / 216 = 0,35 mm de lado. Echen la cuenta de cuántos píxeles hay en toda la pantalla y no olviden que cada cuadradito de esos es asiento de un único color con su intensidad asimismo única. Y ¡olvídense de los granos de plata!


Uno se pregunta: Antes la luz se asentaba reaccionando químicamente sobre una película, pero ahora ¿qué es lo que se asienta sobre cada cuadradito pixélico? ¿Dos bloques de unos y ceros representantes de sendos valores de color y de intensidad, según son captados por el móvil? Y ¿cómo hace el móvil esa captación?


Para no hablar de los buscadores actuales de internet. Pensemos en el buscador de todos los buscadores: Google. No confundir con su homófono Googol = 10100.


Cuando yo programaba con el Basic de IBM me fascinaba la búsqueda elemental que se conseguía con el bucle if / then. Mucho después, y con ocasión de inaugurarse la nueva sede de IBM en la avenida de América me invitaron a una sesión de presentación y yo, ingenuamente, pregunté que cómo funcionaba IBM en relación con los buscadores. Su respuesta fue que verdes las habían segado.

Copio, resumiendo, lo que hoy cualquiera puede leer en Internet:

< Los motores de búsqueda utilizan unos “robots” que rastrean los millones de documentos que existen el la web. Los robots se van moviendo por los miles de millones de enlaces que conectan unos sitios web con otros, como una gran tela de araña que conecta unas web con otras.

Todo esto se realiza mediante algoritmos muy complejos y con muchos factores que analizan los sitios webs.>

Y no dicen que tal cosa se produce a la velocidad de la luz.


Puestos a contar otras maravillas anoto la que con toda naturalidad me comentaba mi amigo Roberto: Tiene un canario enjaulado al que le acerca el móvil con cánticos trinarios de otros colegas amarillos para que todos unidos interpreten una coral. Y la interpretan.