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HOMERO

Odisea, Canto XII


El Virus Corona es más viejo que las montañas, que dicen los norteamericanos. Ya existía mucho antes que Homero (siglo VIII a. C.). Lo que pasa, según pronosticó Darwin en su teoría de la evolución, es que el tal virus fue mutando con el paso del tiempo.


Cuando Homero escribió la Odisea (las aventuras de Odiseo –en griego-, de Ulises –en latín-) el virus se llamaba Escila; había mutado desde la bella ninfa que era, transformándose en un monstruo marino, con torso de mujer y cola de pez. La responsable de la mutación había sido Circe (“la divina entre las diosas”, era llamada por Homero); en realidad era una maga que se desenvolvía en cuestiones de amoríos.


Homero nos cuenta las aventuras de Pedro Odiseo y sus compañeros regresando a su patria (a Ítaca, la isla griega del mar Adriático entre el Peloponeso y Albania, una vez terminada la guerra de Troya [costa occidental de Turquía]); es decir, a La Moncloa.

… y entonces me dijo [a mí, el protagonista, Pedro Odiseo] la soberana Circe: Escucha ahora tú lo que voy a decirte. Primero llegarás a las Sirenas, las que hechizan a todos los hombres que llegan a ellas. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas ya nunca se verá rodeado de su esposa; antes bien, lo hechizan éstas con su sonoro canto sentadas en un prado donde las rodea un montón de huesos humanos putrefactos, cubiertos de piel seca. Haz pasar de largo tu nave y unta de cera los oídos de tus compañeros para que ninguno de ellos las escuche.


En cambio tú, si quieres oírlas, haz que te amarren de pies y manos, firme junto al mástil, para que escuches complacido la voz de las dos Sirenas; y si suplicas a tus compañeros que te desaten, que ellos te sujeten todavía con más cuerdas.

Todo hace pensar que Pedro Odiseo permaneció atado al palo mayor todo el tiempo que duró la masiva manifa feminista del 8 de marzo de 2020 porque no resultó afectado por el Virus Corona, al contrario que su mujer, que sí estaba en primera fila del coro de las entusiastas Sirenas.

Cuando tus compañeros las hayan pasado de largo (os encontraréis) con dos rocas altísimas, contra las que se estrella el oleaje de la oscura Anfitrite (metonimia que da al mar el nombre de la diosa consorte del dios de los mares, Neptuno).


Una llega al vasto cielo con su aguda cresta y le rodea oscura nube. Ésta nunca le abandona, y jamás, ni en invierno ni en verano, rodea su cresta un cielo despejado. En medio del escollo hay una oscura gruta vuelta hacia Poniente, por donde vosotros podéis hacer pasar la cóncava nave, ilustre Odiseo.


Allí habita Escila, que aúlla que da miedo. Es un monstruo maligno. Nadie se alegraría de verla, ni un dios que le diera cara. Doce son sus pies, todos deformes, y seis sus largos cuellos; en cada uno hay una espantosa cabeza y en ella tres filas de dientes apiñados y espesos, llenos de negra muerte. De la mitad para abajo está escondida en la hueca gruta, pero tiene sus cabezas sobresaliendo fuera del terrible abismo.


Nunca se precian los marineros de haberlo pasado de largo incólumes con la nave, pues arrebata con cada cabeza a un hombre de la nave de oscura proa y se lo lleva. Conque conduce tu nave con fuerza e invoca a gritos a Cratais, madre de Escila, que la parió para daño de los mortales. Ésta la impedirá que se lance de nuevo.

Tal era la última experiencia pavorosa que había vivido Pedro Odiseo con el Virus Corona, que pensó no poder soportar en el resto de sus días nada peor. Pero hete aquí que el 22 de marzo de 2020 se entera por Nieto, el digno sucesor de Mingote en el diario ABC,  de la situación que comporta la última mutación del virus (ver figura al final).


Con sólo mirarla entró Pedro Odiseo en estado de shock aperceptivo de manera que, presa del pánico, perdió los papeles y emprendió veloz carrera a grito pelado intentando recogerse en la taina de su patria, de Ítaca, es decir, de la Moncloa. Aún se ignora si no fue alcanzado antes por el Virus.