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GUERRA


Título:  UNA HISTORIA DE LA GUERRA CIVIL QUE NO VA A GUSTAR A NADIE.

Autor:  Juan Eslava Galán.

Edita: Planeta, 2014 (400 páginas).


Título largo con dos palabras clave: guerra y civil. Tengo la impresión de que el adjetivo no se empleó hasta después de morir Franco. Antes, su empleo no era necesario; la gente ya sabía lo que significaba hablar de antes de la guerra, de durante la guerra o de después de la guerra. Sólo la Iglesia podía referise a la Cruzada, pero eso era sólo una especie de nombre científico que nadie usaba.


No sé si el adjetivo se acuñó para poner “la guerra” al nivel semántico de la de la Independencia, las Carlistas o la de Marruecos. O tal vez para indicar otras cosas: Que fue entre civiles españoles, que no tuvo que ver con los militares o, por el contrario, que consistió en que los civiles leales a la República lucharon civilmente contra unos militares sublevados.


Entre lo civil y lo militar hay una estrecha relación, los ingenieros sabemos algo de ello. El actual Instituto de la Ingeniería de España, así llamado desde 1979, se llamó antes, desde 1905, Instituto de Ingenieros Civiles. Antiguamente, los únicos ingenieros que había eran los militares, los necesarios para las guerras. En 1988 se adhieren al Instituto los Ingenieros Militares; hoy estamos todos juntos, civiles y militares.


Lamento disentir del título. Sé que, al menos, hay cuatro personas a las que sí ha gustado:

Al autor, por supuesto (el título lo puso él).

Al prologuista (leer el prólogo).

A Dª Carmen, sin reservas (ver mi comentario).

Y a mí, con reservas (ídem.).


El prologuista es el académico Arturo Pérez-Reverte (1951) que no conoció la  guerra civil, pero sí otras muchas y de primera mano; es reportero de guerra honoris causa y le encanta ese papel que con tanta profusión ha protagonizado y descrito. No es de extrañar que le guste el libro porque nuestro autor borda ese mismo ejercicio de reportero con mayor mérito, si cabe, que su prologuista, porque él, el autor, tampoco conoció la guerra que describe. Especialmente, y con todo lujo de detalles, dos batallas fluviales: la del Jarama y la del Ebro.


Otro mérito de nuestro autor (uno más) es el de haber conseguido un libro de historia sin la etiqueta de producto historiográfico. Éste se genera a base de documentos compulsados, mientras que el suyo se surte, principalmente, de documentación anecdótica a todas luces creíble. En esto se parece mucho a lo que Mingote recogía en su estupenda HISTORIA DE LA GENTE.


La otra virtud que encuentro es que el autor haya escrito esto siendo un jienense y no precisamente de los aceituneros altivos de Miguel Hernández, sino de los olivareros de su tierra. La única explicación que veo es que, no habiendo conocido la guerra, desde la Transición haya derivado hacia el bando de los de lo políticamente correcto, como otros muchos en su caso.


Esto de lo políticamente correcto consiste en que para presentarse como demócrata de toda la vida, hay que ser antes, y sobre todo, antifranquista. Después, ya todo es posible: la izquierda acogerá siempre con benevolencia a todo valiente antifranquista del post franquismo, que así podrá airearse en adelante con tranquilidad.



Hecho un análisis geológico del libro se ve que consiste en una estratificación hecha de dos estratos: el antiguo reúne lo que en Freud seria el contenido manifiesto (lo que se relata según el tiempo en que ocurrió), y el estrato joven o contenido latente que integra lo que el autor cuenta (o calla) cuando lo escribe. Para mí, la separación de ambos estratos se fija en el momento en que muere Franco.


Antes de hablar de doña Carmen debo resaltar otro empeño de nuestro autor: jugar su póker con parejas de cartas que den satisfacción a los dos bandos en juego (por cierto, en adelante me referiré a ellos como los rojos y los nacionales, tal como yo los conocí cuando viví la guerra). Alguna vez le falla el juego pero, en general, la cosa le funciona. Recordaré algunos ejemplos (en primer lugar, rojos asesinados; nacionales en segundo lugar):


García Lorca / Muñoz Seca ; Durruti / José Antonio Primo de Rivera (en las págs. 190 / 191 no queda claro si ambos no fueron asesinados por rojos de distinta especie); teniente Castillo/ José Calvo Sotelo; plaza de toros de Badajoz / Paracuellos; bombardeo nacional sobre Jaén / bombardeo rojo sobre Sta María de la Cabeza …


Como lo que no tiene parangón es el bombardeo de la aviación alemana sobre Guernica, nuestro autor le dedica un capítulo especial, en solitario. La fotografía que vemos entre las págs. 254 / 255 (Guernica, el día después) se parece mucho, salvando las distancias y algunas cosas más, a la conocida de la destrucción de Dresde por la aviación de EE.UU y el Reino Unido hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. Fue para Alemania algo así como las bombas atómicas para Japón. Inglaterra había tenido antes su Guernica en Coventry.


Copio de las págs. 256 / 257: