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FACTURAelect

El 21-3-2022, hizo justamente un año que escribí el artículo FACTURA.docx y, a la vista de varias cosas que han sucedido desde entonces, me veo empujado a seguir con el tema.


En primer lugar anotaré que escribí el anterior resaltando el escandaloso crecimiento del costo facturado que yo atribuía al delirante sistema de subasta que se aplicaba a la formación del precio de la luz. Hay que recordar que una subasta, por su propia naturaleza, sube siempre el precio de un producto. Ello se justifica si el ofertante añade valor al producto que luego va a revender.


Entonces no había guerra en Ucrania, pero ahora, con la invasión rusa, se han desatado todas las alarmas posibles y ha crecido como la espuma el precio del gas en Europa al cortarse el importado de Rusia. Con esto queda claro admitir que ahora, el precio de la luz ha subido no sólo por la guerra, sino porque esa subida se acumula a la que ya existía antes y sigue existiendo.


Todo apunta  a que la paternidad del sistema económico marginalista, aplicado al tratamiento de la energía eléctrica, se sitúa en el MIT (Massachusetts Institute of Technology), cosa que no es, obligatoriamente, un argumento de necesidad. Los mismos que se entusiasman ahora con el marginalismo y su función de Lagrange, son los que dieron esquinazo al sistema de 300 ecuaciones no lineales, en su mayoría, que los sistemistas del MIT Forrester y Meadows resolvieron ya hace tiempo, para demostrar que era preciso poner límites al crecimiento.


Voy a repetir lo que afirmaba entonces un profesor universitario de Electricidad, después de ser implantado el nuevo sistema de subastas en el mercado mayorista organizado de energía eléctrica:

<¿Ha funcionado la liberalización del mercado eléctrico en España?

La reducción del coste ha sido un fracaso.>


Añadiendo lo que ahora dice otro:


<En su aparente simplicidad, el modelo marginalista se asienta en potentes fundamentos económicos  y, al mismo tiempo, contiene importantes condicionantes, tanto estructurales como coyunturales, que podrían limitar su aplicabilidad>.


Nuestro mercado eléctrico surgió de la ley 54/1997 y estuvo impulsado por la UE. De su EXPOSICIÓN DE MOTIVOS, destaco:


1-El transporte y la distribución de electricidad constituyen un monopolio natural.

2-Requiere que la oferta sea igual a la demanda en cada instante de tiempo.

3-Todas estas características técnicas y económicas hacen del sector eléctrico un sector necesariamente regulado.

4-La gestión económica del sistema, por su parte, abandona las posibilidades de una optimización teórica para basarse en las decisiones de los agentes económicos en el marco de un mercado mayorista organizado de energía eléctrica.


Mis comentarios a los cuatro puntos.


1-Lo que no implica que la producción tenga que serlo también: queda abierta a la iniciativa privada. Y a las decisiones de estado que orienten hacia nuevas inversiones en energías renovables.


2-En electricidad, este requisito se cumple automáticamente si uno se atiene a lo contratado. No hace falta acudir a una subasta para que se igualen oferta y demanda. Si tengo contratado con el generador de energía una potencia de 3,3 kw y conecto en mi casa un calentador de 4 kw, me saltará el automático y, ¡adiós igualdad! Pero si desconecto los 4.000 w, rearmo el automático y conecto solamente cualquier aparato de potencia inferior a 3,3 kw, la igualdad de mi demanda en kw h con la oferta de mi generador se producirá instantáneamente, en cualquier momento que lo intente y durante todo el tiempo que sea necesario.


3-Que el sector deberá estar regulado quiere decir, por ejemplo, que el precio del kw h que consume el cliente debe tener un valor único a costa de ser reajustado por el generador que, seguramente, ha producido durante el mes de facturación kws h de distinta procedencia y costo: En centrales hidroeléctricas de activos fijos ya amortizados y de agua prácticamente gratuita (especialmente si se aprovechó bien la crecida del Ebro, en Mequinenza y Ribarroja), o de centrales térmicas con consumo de combustible de coste variable y más bien creciente.


Ello significa que el legislador y el ejecutivo deben actuar, auditando lo necesario para asegurar que los ajustes y la construcción de precios con que trabajan los generadores son justos y razonables. Generadores que, por otra parte, son los únicos que pueden hacerlo bien a partir de los datos que les suministran sus contadores inteligentes que nos tienen alquilados a sus clientes.


4-Este motivo que inspira la ley es de lo más peliagudo. Llama “optimización teórica” a una cosa tan práctica como la que comento en el anterior punto 3. Parece que, por muy teórica y, por tanto, inútil, ha de ser abandonada. Quiero pensar que esa regulación del sector eléctrico que se abandona es la que se ha venido haciendo siempre y con beneficio y utilidad, porque en el motivo de la nueva ley no se dice que se haya utilizado de forma viciosa; simplemente se la tacha de “teórica”.


A esa cosa tan teórica y tan mala opone la ley otra muy buena, práctica y experimentada con éxito: la de “basarse en las decisiones de los agentes económicos en el marco de un mercado mayorista organizado de energía eléctrica”.


Es decir, en un sistema marginalista muy experimentado en economía pero con resultado de fracaso aplicado a le electricidad, según salta a la vista de todos y a la opinión de eléctricos especialistas.


El sistema se sustancia en “un mercado mayorista organizado de energía eléctrica”, es decir, en subastar kws h entre generadores y comercializadores (mayoristas, recoveros) que a su vez los venderán muy baratos a los millones de minoristas consumidores que estamos en nuestra casa. No podíamos imaginar lo contentos que nos íbamos a poner usando la luz a precios tirados.


Han pretendido hacernos creer que usando intermediarios (los comercializadores o recoveros) íbamos a conseguir kws h a precios inferiores a los que ofrecen los generadores.


Pues vean lo que ha pasado. Lo primero es que como no existían esos mayoristas, ha habido que crearlos artificialmente, de la nada. Son, en España, 687 las nuevas llamadas por sí mismas comercializadoras de la luz. ¿Se figuran los presupuestos que entrañan? Y, ¿quién paga la cuenta esa tan beneficiosa; no sólo la cuenta, sino la comisión añadida que nos endilgan por beneficiarnos? Ya se lo imaginan: los que apoquinamos con la factura de la luz.