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ENCUARTE

(carta a un amigo)


Te cuento mi vida desde que salí del hospital hace casi tres meses. Estoy muy recuperado pero: me canso; estoy en trance de extracción de cinco raíces molares para atornillar en su lugar una prótesis; persiste la hematuria; cuido con mimo y con crema Nivea las bajopiernas que alojaron mi pasada infección. Por aquí, problemas (ya sabes, la neurosis): pedida cita al psiquiatra, la secretaria dice que sólo trata por videoconferencia (se ha desistido). Continúa desmontada la puerta de vaivén del pasillo que mi hijo quitó a mi regreso del hospital.


El pequeño salón, que siempre fue una pieza en desuso se ha convertido en mi oficina por la prescripción facultativa de estar sentado con las piernas horizontalmente estiradas. El portátil hace compatible mi trabajo y me calienta la barriga.


Con mi trabajo voy aprendiendo. Cada año he venido trabajando para mi sitio web hasta primeros de noviembre, dejando ese mes y el de diciembre para verter los contenidos, primero, al servidor local y luego al remoto. En la situación actual voy adelantado, así que ya he empezado cosas para 2022.


Como ves, ahí sigo, tirando del carro como mula obediente. Pero debo añadir que con la suerte de tener encuarte. Por si esta palabra no te resulta familiar, te cuanto. Yo llegué a Soria en el verano de 1942; nos instalamos en una casa nueva en la plaza del Olivo, en un piso que rentaba 90 pts. al mes. La plaza, con la de san Esteban era de lo más céntrico: su centro solemne era el Banco de España con su doble columnata dórica abajo y jónica arriba: un monumental edificio semejante al que después pude ver en Huelva, hoy convertido en oficinas.


En la planta baja de mi casa estaba el almacén de coloniales al por mayor de Simón Sainz (abarrotes que dicen en México). Allí aparcaban los carros con sus caballerías para surtirse de lo necesario en el pueblo de procedencia. Los bidones de aceite se rodaban a lo alto de los carros y los sacos de legumbre a espaldas de los mozos eran asimismo descargados en ellos.


Mientras tanto, las mulas se comían el contenido de las bolsas que colgaban de por sus orejas preparándose para el pesado porte de vuelta. Cada carro solía estar dotado de más de una mula, como si una fuera la activa y la otra, descargada, fuera de refuerzo. El carro vacío o en llano se las apañaba con un solo animal pero …


En las carreteras solía haber una señal de tráfico, hace tiempo desconocida, en la que ponía: ENCUARTE. Allí se enganchaba la mula descansada para ayudar al tiro cuesta arriba. De la familia Sainz tengo algo que decir.


Vivía al lado de mi casa, cruzando la calle Caballeros, en el palacio de los Ríos que, con un gran portalón y una torre capada, estaba convertido en apartamentos para viviendas. La familia estaba formada por los padres, tres hijos y cuatro chicas. Los chicos eran Simón, que trabajaba con el padre, Chano, aparejador, y un tercero que no recuerdo; la hija mayor cuyo nombre nunca supe, Carmen, de un curso anterior al mío, Mª Jesús, de mi curso y Gloria que se casó con mi amigo Argimiro Calama (muerto joven como General de Brigada).


Mª Jesús y su compañera Esther Gª Andrés eran las dos únicas chicas que terminaron el Bachillerato conmigo en el Instituto; ambas estudiaron Letras. En los tiempos que narro, Mª Jesús invitaba a sus amigos a pasar el rato en su casa entretenidos en emular un concurso radiofónico de canciones muy popular entonces. Yo recuerdo mi aportación cantábile; era una barquereña para ochote que se cantó tiempo atrás en san Vicente:


De Bermeo salieron un día

cuatro lanchas pesqueras a la mar

cuyas lanchas pesqueras fueron presa

del más bravo y más bravo temporal.


Hay que día más desgraciado

para el pobre pescador

que las olas del mar se le han llevado

el recuerdo querido de su amor.


Una limosna, señores,

les venimos a implorar

para esas pobrecitas viudas

que no cesan y no cesan de llorar.


Lourdes se llama mi “encuarte”. Tómese esta palabra en sentido figurado, pues no hay nada personal, ni muchísimo menos. Es una ecuatoriana joven, guapa, limpia y robusta con doble nacionalidad; inteligente, trabajadora, puntual, excelente cocinera, responsable, de acción rápida y eficaz y de toda confianza; con sentido del humor y una sonrisa siempre disponible desde sus ojos y detrás de la mascarilla. Está separada y tiene un hijo de 12 años. Javier, de acuerdo con su hermana Mª Jesús, ha ajustado con ella un contrato como empleada de hogar, en la SS.


Yo estoy encantado; la verdad es que me resultaba imprescindible en casa cuando volví del hospital. En adelante me viene muy bien como ayuda porque me descansa y garantiza certidumbres: de un desayuno y de una comida a tiempo, de una cama bien hecha, del acopio necesario del super, etc. Lo primero que hice fue preguntarle si le importaba verme denudo en la ducha. Me dijo que no, que tenía experiencia de ayudar a personas mayores, incluso en régimen de interna, me aclaró más adelante. Lleva veinte años en España y la conoce mejor que a Ecuador. Por si fuera poco todo esto, le encanta San Vicente de la Barquera adonde acompañaba en verano a la familia extremeña con la que trabajó.


Solo añadiré un dato sobre su sentido del humor. Mi desayuno consiste, por prescripción facultativa, en: media rebanada de pan integral de molde, un quesito de porciones, mermelada de ciruela, un vaso de zumo de naranja, un tazón de leche en polvo descremada caliente y con una cucharada de avena integral, dos galletas maría integrales, más una pastilla de Elikis; todo en la bandeja, con servilleta y servilletero (que sirve para alojar la pastilla), además de las cucharas. Con tantas cosas no es raro que alguna vez falte algo.


En tal ocasión, yo le comenté una vez: Esto me recuerda lo de aquel que conducía una recua de burros y de vez en cuando los contaba no fuera a faltarle alguno: pues bien, casi siempre le faltaba uno … Y ese era el que el burrero montaba. En adelante, cuando Lourdes me traía el desayuno podía decirme: he contado los burros y están todos.


Ya está bien de mi rollo. Espero que tu mujer siga fuerte aunque en rodaje. Mejor eso que estar condenada a la silla eléctrica como el estandarte de Podemos.