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Hasta aquí, la cuestión 9-N; veamos la otra, la 1-O. Un poco de cronología. En la página 33 – 34 ya advierte Durán a Rajoy que le montarán una declaración unilateral de independencia si no hace algo. En esta página 477 aún no se ha producido dicha declaración, pero sí el referéndum ilegal del 1-O en el que ha de apoyarse después la referida declaración. Entonces es cuando Durán vuelve a insistir a Rajoy en que haga algo.


Durán ya ha calificado a Rajoy de inmovilista, perezoso, don Tancredo, que no coge el toro por los cuernos, de confiar en que sea el tiempo el que arregle las cosas sin él hacer nada, ni carne ni pescado, etc. etc. ¿No sabe Durán que cuando hay dos móviles en movimiento relativo uno del otro, el uno puede estar quieto y aparentar que se mueve siempre que el otro se mueva; y viceversa?


Rajoy estaba convencido de que los inmovilistas eran los independentistas. Nunca se movieron de la pregunta «¿Quiere que Cataluña sea un estado independiente en forma de república?


Así pues, Rajoy se movió estándose quieto (cosa que no se puede pedir a nadie que no sea un gallego de profesión) para evitar el choque de trenes, por un lado y, por otro, dejar que los independentistas se estrellaran ellos solitos.


Además, Durán, ¿Cómo se le ocurre pedir a Rajoy que haga algo, insinuándole que lo que tiene que hacer (1) es lo que hace usted, es decir, dialogar y embarcarse en su Tercera Vía? ¿Cómo cree que Rajoy le va a comprar su mercancía sabiendo que a usted sus paisanos ni siquiera se la aceptan gratis?


(1) En otra ocasión Rajoy hubo de contestar a su requisitoria: “Sólo le ha faltado añadir lo que tengo que responderle”.


Otra cuestión. Yo he escrito sobre Troya cuando comenté el libro que mi querida profesora de morfología del griego clásico en la Universidad Complutense, Alicia Esteban Santos, publicó bajo el título de Ya no existe Troya.


Efectivamente, Troya ya no existe, pero existen los troyanos.

Por si alguien no lo recuerda:

Un troyano o caballo de Troya es un programa malicioso que se camufla como software legítimo. Los piratas informáticos emplean los troyanos para acceder a los sistemas de los usuarios. La ingeniería social engaña a estos para que carguen y ejecuten los troyanos en sus ordenadores. Una vez activados, les permiten espiarte, robar tus datos confidenciales y obtener el acceso a tu sistema.

Y un poco de historia homérica que Durán, tan creyente o más que lo eran los troyanos, lo va a pillar enseguida:

La guerra duraba más de nueve años y los griegos no conseguían atravesar los muros de Troya.

Entonces, el adivino Calcante aconsejó no tratar de asaltar las murallas de Troya por la fuerza, sino que habría que idear una estratagema para tomar la ciudad. A Odiseo se le ocurrió construir un caballo de madera y ocultar dentro a los mejores guerreros.

El caballo tenía grabada la frase: «Con la agradecida esperanza de un retorno seguro a sus casas después de una ausencia de nueve años, los griegos dedican esta ofrenda a Atenea».

Los troyanos, grandes creyentes en los dioses, cayeron en el engaño y lo aceptaron para ofrendarlo a los dioses. El caballo era de tal tamaño que los troyanos tuvieron que derribar parte de los muros de su ciudad para introducirlo. Ya dentro, los soldados ocultos en él abrieron las puertas de la ciudad, tras lo cual la fuerza invasora entró y la destruyó.  

Los independentistas ya habían copado la mayoría total catalana, desde los flecos pujolistas hasta la CUP pasando por los republicanos y demás familia. Quedaban los irreductibles de la chica de Jerez, heredera de las cortes que el rey Alfonso X el Sabio hubo  en su tierra y que, con ellos, no había nada que hacer. Pero quedaban otros dos caladeros a conquistar con el señuelo del derecho a decidir: el de UNIÓ y el de los socialistas. El primero ya sabemos hoy (7-2019) cómo terminó: conquistado. El de los socialistas aún está en el aire; ya veremos.


El señuelo que digo es, precisamente, el caballo de Troya que el propio Durán admite haber sufrido y lamentado, página 372: