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SORIA, TIERRA DE POESÍA

Dionisio Ridruejo y Soria


Con Dionisio Ridruejo cierro la pentalogía que me había propuesto componer con los poetas que tuvieron que ver con Soria. Es él, junto con el autor del Cantar del Mío Cid, el único nacido en tierra soriana. Aunque sin duda tuvo apego por su tierra natal, lo expresó de manera distinta a la empleada por los otros poetas a que me refiero. Por eso me va a resultar a mí más difícil mezclarme en su biografía como he hecho en los otros casos, aunque esto, naturalmente, es lo menos importante.


Parece que el apellido Ridruejo procede de los altos de Oncala (el abuelo de nuestro poeta ejerció allí de pastor trashumante hacia Extremadura) y aún de San Pedro Manrique; como en todos los casos, por escorrentía natural hacia el Duero llegó a Soria capital, el Burgo de Osma y hasta Aranda de Duero. Siempre llevó con él la impronta del negociante emprendedor. Incluso banqueros Ridruejo hubo en Soria y Burgo de Osma. El padre de D. R. tenía un próspero negocio de banca, ferretería y tejidos en Burgo de Osma, cabeza de partido judicial y de obispado: Allí nació nuestro poeta el 12 de octubre de 1912.


Él mismo dice que el padre de su apellido es el redruejo, el racimo de uvas que no llega a sazón. Pero como esta acepción no le cuadra porque él sí que llegó a sazón, al menos en el campo literario, habrá que atenerse al significado coloquial que le asigna el mismo Diccionario de la Real Academia como muchacho que medra poco. Sobre todo si nos atenemos a lo que de él decía el perspicaz César González Ruano: era como un boxeador de ligerísimo peso. Su flacura externa se armaba con unos nervios muy voluntariosos.


La biografía de D. R. es a la vez azarosa y compleja, y al mismo tiempo simplificable en virtud de su más peculiar característica vital. La de su capacidad de abstracción que ni él mismo se explica.


En la introducción que el poeta hace en su Primer libro de amor se pregunta: "¿Por qué la guerra no afectó más seriamente mi discurso poético ni en la temática ni en la técnica? Nunca sabré explicarlo. Es un caso de disociación que acaso exija el psicoanálisis. Pero yo soy, por otra parte, persona tan poco neurótica y acomplejada (lo que es bueno para ser amigo, por ejemplo, pero no para ser poeta) que se me hace difícil caer en el diván y ponerme a contar cuentos de frustración oculta. Porque la hubo -¡Y vaya si la hubo!- creo que la resolví a ojos abiertos y con la razón en su sitio."


Y no hay que pensar sólo en la guerra civil española (los Sonetos a la piedra escritos entonces son una especie de imaginario inspirado, ya en un canto rodado, en la plaza mayor de Salamanca o en la piedra de un reloj de sol). En los Cuadernos de Rusia nos deja leer en prosa: "La tierra es turba. Algún cráter abierto por una bomba ha ardido luego dejando una ceniza blanquecina", para, a continuación, decirnos algo tan poético como esto:


            ... ¿Qué quieres decir tú de la clausura

            en filtros delicados de la rosa?

            ¿Qué del peso del sol sobre los hombros?

            ¿Qué de la piel que me acaricia el alma

            con un lento recuerdo? ...


En otra ocasión la escena será a 60º bajo cero, con 40 grados de fiebre, una humedad insoportable y las balas a ras de casco, pero con espacio de sobra para evocar cosas tan bellas como éstas:


            ... Y yo paso nutriendo los instantes,

            la breve inmensidad de la mirada

            y el hondo corazón de tiempo mío. ...


En 1943 y 45 vemos a D. R. padeciendo su enésimo confinamiento por razones políticas, esta vez en Barcelona. Motivo éste más que suficiente para alimentar su ánimo de rencor, frustración, impotencia y desaliento. Pues bien, en esas condiciones compuso sus Elegías que son un dechado de profundidad y sensibilidad. En una de sus Elegías a la tierra (el sueño) nos dice:


            ... Tú, tierra, eras entonces como mi carne misma

            y veíamos juntos el cielo penetrando

            con su tersa embriaguez las ramas voladoras.


Sobre todo esto volveré más adelante, pero antes quiero reseñar la bibliografía que ha orientado mis consideraciones:


    * De Clásicos Castalia, la edición de Manuel A. Penella que tuvo ocasión de manejar todos los originales de D. R. Dudo si no sería familia de un periodista del mismo apellido que nuestro poeta trató en Berlín. Contiene una excelente biografía y estos libros:

    - Cuadernos de Rusia, exclusivamente la extracción de sus 50 poemas. En el libro del mismo título en prosa, sólo hay 32.

    - En la soledad del tiempo.

    - Cancionero en Ronda (1942/1943)

    - Elegías.


    * También de Clásicos Castalia, en edición de D. R:

    - Primer libro de amor

    - Poesía en armas, con temática de la guerra civil (1936/1939)

    - Sonetos, incluyendo Sonetos a la piedra y Otros sonetos figurativos.


    * De Revista de Occidente:

    - Casi en prosa, incluye los Cuadernos de Madison y los Cuadernos de Austin. Colección norteamericana de poemas en versos libres.


    * De Editorial Planeta;

    - Los Cuadernos de Rusia, diario. Texto en prosa con 32 poemas intercalados. Edición de su viuda, Gloria de Ros.


    * De Editorial Destino:

    - Diario de una tregua: El paso del tiempo, en prosa poética, con intención de alejamiento de los avatares políticos. Está escrito entre 1945 y 1947 en Cataluña: San Andrés de Llavaneras, San Cugat del Vallés y Alella.


    * De Gregorio del Toro, editor:

    - Escrito en España, Madrid, 1976: Recopilación de la experiencia e ideas políticas de nuestro poeta en relación con el franquismo.


A propósito de este último libro quiero decir algo brevemente. Es el único que no contiene poesía y como es ésta la que me interesa ahora como proyección de D. R, ese libro no va a entrar en mis consideraciones. Y ello a sabiendas del atractivo que para muchos pueda tener la vertiente política de nuestro autor. A mi juicio se alimenta ese atractivo por el hecho de que habiendo sido primero D. R. un gran fascista y después tan antifranquista como los más demócratas, ni los defensores ni los detractores de Franco le concedieron luego interés, ni siquiera literario. Grave error, porque su innegable valor literario nada tiene que ver con su errática aunque consistente trayectoria política. De todas maneras, por si alguien quisiera profundizar en estas consideraciones, diré que tengo escrito al respecto el trabajo titulado Escrito en España, por Dionisio Ridruejo - Acotaciones.


Para no traicionar mis intenciones voy, en primer lugar, a pulsar la clave soriana en la obra poética de D. R. Y para ello empezaré copiando su Primer soneto de la colección Sonetos a la piedra (1934/1942)


            A ti, yunque del aire, pensativa

            de las altas y puras soledades;

            a ti, duro tambor de tempestades,

            armadura de siglos: piedra altiva.


            A ti, en líneas y números cautiva,

            vertical ambición de eternidades;

            A ti, rostro sin voz de las edades

            desnudo de cinceles: piedra viva.


            A ti, cuando tu parto de la aurora,

            cuando a eternos laureles elevada,

            cuando fría en la sombra del secreto,


            cuando libre en la forma triunfadora,

            que canten en tu carne reposada

            los catorce martillos del soneto.


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