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ARCO DE DOVELAS CILÍNDRICAS MUY PARTICULARES


Yo no acabo de inventar ahora las dovelas cilíndricas; las he visto en algunos claustros góticos; pero esas, naturalmente, son de piedra maciza. Estas mías, en cambio, son de tubo cilíndrico.

Para mi desdicha yo no he podido fabricar el arco con trozos cilíndricos de tubo de acero soldados, como sería el caso de una construcción real; me he resignado a hacer las dovelas de cartulina. Y ahí empezaron mis padecimientos que describiré mostrando el andamiaje de mi fábrica, como otras veces. Lo hago porque quiero transmitir la enseñanza, que no siempre se nos muestra a primera vista, de que no debemos confundir la teoría con la práctica, por más que esa confusión nos resulte conveniente, y sea absolutamente imprescindible el estudio teórico.

En vez de irme a lo gótico preferí hacer un arco románico de medio punto, echando mano de Auto Cad para que la cosa resultara perfecta. Y resultó, tal como se ve en la figura inferior. Yo, con mi Auto Cad no sé manejarme automáticamente, así que tuve que trabajarme a pulso la disposición de las dovelas: su cantidad, que viene determinada por las restantes condiciones; la altura de los cilindros; su diámetro, para que cada uno entrara dentro de su vecino, y con la inclinación adecuada; esa inclinación debía asegurar, con suficiente margen, que en el extradós ninguna dovela pudiera salirse de su vecino alojamiento a causa del asentamiento del conjunto del arco o por las deformaciones propias de la construcción.

La perfección del dibujo dio paso a la triste realidad de la cartulina: los cilindros se deformaban diametralmente, y no todos de la misma manera al tener todos ellos diámetros diferentes; se salían por el extradós; el intradós no reproducía el esperado medio punto; el dibujo representaba el plano vertical medio del arco, pero el montaje de cartulina no resultaba coplanario; la soldadura de unas dovelas con otras era problemática (optimista de mí!, yo pensaba que ni siquiera sería necesaria porque el conjunto del arco habría de garantizar de por sí, la solidez del montaje) …

Más de una vez estuve a punto de desertar, pero perseveré y lo conseguí. Eso sí, a fuerza de mucho trabajo, de volver a empezar bastantes veces, de retocar continuamente y de forma individualizada, cada elemento del montaje, de diseñar nuevos utillajes cada vez que surgía una dificultad … Pero sin perder de vista el objetivo de perfección del dibujo que me planteé inicialmente.

Y si no lo consigues, siempre podrás fascinar a tus amigos con un colmillo de elefante como el que tenía mi difunto vecino Pepe en el umbral de su casa. Y no se pierdan la peana.

Con todos estos antecedentes se comprenderá que al paso del tiempo tuve que someter el arco a un proceso de mantenimiento; de reparación, más bien, habría que decir. El tiempo lo deteriora todo.

Mas hete aquí que en medio de estos mis devaneos me llama mi amigo Fernando Santolaria, nuestro delegado de curso por antonomasia, para hablarme de su intención de reunir en su casa a todos los supervivientes del curso. Aparte de decirle encantado que contara conmigo si las parcas no tenían ningún inconveniente, la cosa me dio la idea de erigir un monumento al singular suceso. Y helo aquí.

Sus ingredientes saltan a la vista: El arco románico modificado para mejorarlo, y una bandera de España en papel, que decía en el medio ¡Viva la Constitución! Naturalmente hube de eliminar la arenga para que no asomara alguna letra negra en medio de la llama.

La bandera daba de sí para una llama que habría de brotar con gran fuerza desde la peana (arrugopapiroflexia llamo yo a esto). Comoquiera que 2013 será el primer año en que todos los supervivientes del curso empezaremos (o empezarán) siendo cuatroveintes, se me ocurrió el título que luego se ve.

Para instalar la dedicatoria había un pequeño problema dado que la peana es trapecial. A fin de compensar formas, he puesto el epitafio sobre la cara de un prismoide. Por si a alguien se le ha olvidado, copio la definición de esa figura: Un prismoide es un sólido que tiene dos caras planas y paralelas de forma regular o irregular, unidas por superficies planas o alabeadas, en las que se puedan trazar rectas desde una hasta la otra cara paralela. 


En nuestro caso esas dos caras planas son dos triángulos isósceles con sus lados iguales, de la misma longitud (los cuatro). Uno tiene el ángulo singular de 45 º y el otro, de 90º. La inscripción va sobre una de las dos caras alabeadas. A continuación se muestra el diagrama de plegado de la dedicatoria.