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Título: Un alférez y un soldado.

Autor: Alfonso Ussía

Edición: Artículo del Diario La Razón. Lunes, 28 de enero de 2019.




Sin sangría, lo que yo digo; con sangría mínima, lo que dice el autor; con sangría máxima, lo que dice el autor que dice un tercero.


El alférez resulta ser quien después fue Académico de la RAE, el inefable Antonio Mingote, y el soldado, su ayudante en el frente durante nuestra guerra civil. No entraré en la extraordinaria y delicada anécdota que se relata en el artículo, dado lo conocida que es a partir de la biografía de nuestro entrañable escritor y dibujante.

El Alférez Mingote formaba parte del grueso de las tropas que se disponían a tomar Barcelona.

Me fijaré, en cambio, en lo que tiene que ver con el tercero en discordia (no se olvide lo difícil que resulta la concordia con un tipo como él). Ese tercero se llama Gabriel Rufián, que es tratado por el autor con su habitual y corrosiva retranca.

Gabriel Rufián escribe así en las redes :

«26/I/ 1939: Franco y sus generales entran por la Diagonal tomando una Barcelona que luchó adoquín a adoquín y a sangre y fuego contra el fascismo golpista aupado por Hitler y Mussolini. Hoy hace ochenta años»

E ilustra su breve texto con una fotografía de las tropas nacionales que entran por la Diagonal entre las ovaciones, la algarabía, los abrazos y los besos de los barceloneses.

Esto último me deja desconcertado. No me imagino al Sr. Rufián tirando piedras a su propio tejado, con la habilidad propagandística que ha derrochado en el Congreso de  los Diputados mediante sus gestos suspensivos y sus fotocopiadoras digitales.


Supongo que su jefe le habrá llamado la atención. Seguramente le habrá dicho algo parecido a esto: … Hombre, eso es como si el premier Pedro Sánchez hubiera ilustrado su hazaña de desenterrar a Franco, con las fotografías de cientos de miles de personas (según Antena Tres) que hicieron cola para llegar al palacio real a despedir el cadáver de Franco.


Esas fotografías de las tropas nacionales entrando victoriosas en muchos sitios entre la entusiasta alegría de las multitudes, yo las he visto bastante después de haberse producido. Sin ir más lejos, las correspondientes precisamente a Barcelona y a Madrid, por citar las ciudades más grandes. Pero ahora quiero hacer una pirueta, con permiso, espero, del autor del artículo: el lugar le resultará muy familiar.


Un poco de VERDADERA HISTORIA

Lo que no sabe ese Rufián es que yo conservo en mi memoria la misma imagen de la entrada de Los Nacionales en San Vicente de la Barquera (hoy Cantabria), en 1937, cuando tenía 5 años. Copio el comentario de Alfonso Ussía cambiando de lugar y de modo lo que procede:

… las tropas nacionales que entran por la carretera de Santander a Asturias entre las ovaciones, la algarabía, los abrazos y los besos de los  barquereños que se agolpan en la plaza o se asoman alegres a los balcones.