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Con ello voy a que la RSC (Responsabilidad Social Corporativa) de las empresas no se puede imponer desde arriba, tiene que ser cultural. Entonces volvemos a la esencia de cuando el empresario pensaba en el medio y largo plazo.

Voy a hablar como madre. Últimamente se dice que nos educan mal a los niños en los colegios, que los colegios no están cumpliendo con su deber social. Yo entiendo que la educación es algo más que instrucción y que en los colegios se puede hacer mucho por la educación, pero unos niños cuyos padres no se levantan por la mañana o están en la cama hasta las 10 de la mañana o que los fines de semana no aprovechan para ordenar la casa están recibiendo unos mensajes de que nada es mejorable, y que el tiempo está para perderlo. Yo por qué voy a ir al colegio si mis padres no hacen nada.

Por el contrario, si mis padres me están dando ejemplo de que cada día pueden contribuir a hacer mi vida y la de los que los rodean un poquito mejor que la del día anterior, están transmitiendo una información que ayuda a que la vida en la familia funcione mejor.

En una empresa, si el jefe no está dando ejemplo como un padre de familia, y perdonad el paternalismo, pero creo que una empresa no es más que una unidad de producción igual que lo es la familia con un ámbito en el que en lugar de emociones trabajamos con sentimientos y que son personas las que forman parte de una compañía y no máquinas, todo este tipo de comportamientos emocionales y referenciales son los que establecen un continuum.

Si hacemos un análisis de las empresas que tienen éxito y perduran en el tiempo, veremos que son aquellas en las que los jefes dan ejemplo. Volvamos a los escándalos. ¿Qué ha pasado con todas estas empresas en las que hoy leíamos que una Caja de Ahorros o un Banco semipúblico estaba indemnizando con 14 millones de € a un señor, habiendo tenido unas pérdidas millonarias? Y hay 6 millones de parados! El comportamiento empresarial no es ético. Y ese banco o esa caja de ahorros estaban regulados. ¿Qué ocurría ahí?

Y entonces voy a lo que creo que es en lo que tenemos que trabajar y que sería hoy un poco mi punto. Hay que trabajar en la transparencia. Yo creo que A. Garrigues que sabe muchísimo más de esto, sabe que en España tenemos unos códigos muy fuertes que regulan el comportamiento de los Consejos de las empresas que cotizan,  así como de los bancos que cotizan o que están regulados por la CNMV.

Pero hay un enorme campo en el que no hay transparencia y no porque no haya regulación, sino porque específicamente se ha trabajado para que no haya transparencia. Es como si en una familia los hijos no supieran lo que hacen sus padres. O como si en una empresa los trabajadores ignoraran lo que hacen los gestores que además, y excepcionalmente, no son ni dueños ni gestores profesionales.

¿Qué podemos hacer para mejorar la Responsabilidad Social Corporativa, el comportamiento ético de las empresas? Divulgar la idea de que los salarios de los gestores tienen que estar medidos en tiempos largos, nunca contra el trimestre: transparencia absoluta en cuanto a lo que cobra cada uno. Yo no creo que esté mal que cualquiera cobre cualquier dinero, incluso cuando es una barbaridad, si los accionistas que son los dueños, saben qué está cobrando su gestor. Lo que no se puede admitir es que los dueños, los accionistas no conozcan ni controlen cuales son los paracaídas. La regulación que tenemos en España es de carácter indicativo y no coactivo; ha nacido con la intención de propiciar transparencia. La realidad es que estamos dando saltos cuantitativos positivos, que estamos mejorando y fomentando el circulo virtuoso que lleva a un sentimiento de fidelidad y pertenencia dentro de la empresa.

Aquí me voy a permitir señalar una contradicción en el discurso de Mónica porque creo que es fundamental para valorar el concepto de transparencia adecuadamente.

Se escandaliza de una indemnización de 14 millones de € (y se queda corta, porque hay otro caso de 18 millones y medio) a un individuo, habiendo 6.000.000 de parados.

Y a continuación afirma: Yo no creo que esté mal que cualquiera cobre cualquier dinero, incluso cuando es una barbaridad, si los accionistas que son los dueños saben qué está cobrando su gestor.

De lo cual se puede seguir que el contenido de un escándalo no está mal, con tal de que la transparencia lo hubiera hecho visible.

O dicho de otra forma: No es escandaloso que un individuo que ha arruinado una empresa se lleve 14 millones de € con el agravante de tener a su alrededor 6 millones de parados. Lo escandaloso es que todo ello no se supiera en su momento.

Lo que lleva a establecer que la transparencia, convertida en un fin, lo puede justificar todo.

Como resumen, podríamos decir que la intervención de Mónica Oriol se centró en estos tres puntos:

- Cambiar el interés que actualmente tiene la Empresa por el corto plazo (objetivos al trimestre), por una visión a medio y largo plazo.

- Desembarazarse del exceso de regulación que produce el efecto perverso de buscar las vueltas para seguir aumentando la corrupción.

- Que los salarios sean ajustados a la productividad para evitar situaciones como la del profesional del absentismo que apura al límite su derecho anual a una baja, para reintegrarse luego al trabajo y reiniciar su ciclo absentista al año siguiente.

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