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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Esto lo explica Cervantes con mucha más gracia al final del Capítulo 40 Tomo 2º de su Quijote cuando nos cuenta la divertida aventura de la dueña dolorida y sus barbadas dueñas por encantamiento: … Dios sabe la verdad de todo, y buenas o malas, barbadas o lampiñas que seamos las dueñas, también nos parieron nuestras madres como a  las demás mujeres, y pues Dios nos echó en el mundo, él sabe para qué, y a su misericordia me atengo …


Nuestro autor nos dice en la pág. 40:


2) Dios aparece en el horizonte de la conciencia humana a través de la palabra; palabra que inicia Dios absolutamente, y a la que puede seguir una respuesta del hombre.


Sí, pero ojo con la delicada palabra palabra. No es ésta sino una metáfora que expresa cómo hay cosas que a uno le pueden decir algo: Y a usted, ¿qué le dice esta situación que acaba de vivir? …


Naturalmente que Dios nos puede decir muchas cosas (nos puede hablar) a través de la naturaleza, e incluso de las cosas que nos pasan a cada uno. Pero cuidado con los visionarios, con los iluminados que siempre ha habido tanto fuera como dentro del Antiguo y del Nuevo Testamento. Me refiero al que soñó que Dios le dijo que … o simplemente dijo que Dios se le apareció para que …


La Biblia está llena de teofanías (palabra que en el diccionario significa Manifestación de la divinidad de Dios). Naturalmente, son unos hombres quienes después han decidido qué sea esa manifestación. Sin embargo, se me ocurre otra palabra, que no está en el diccionario, “teofonía”, que vendría como anillo al dedo para expresar lo que tanto se prodiga, también en la Biblia y sobre todo en el Antiguo Testamento. Se ve que los biblistas no se han atrevido con ella. Pondré sólo un ejemplo referido al bautismo de Jesús (Mateo 3-17): … mientras una voz del cielo decía: << éste es mi hijo muy amado … >> Como se ve, pura teofonía: alguien tuvo que oírla para que alguien pudiera escribirla.


Hay veces en que la cosa es demasiado llamativa y así podemos leer en el Nuevo Testamento aquello de Nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros … Vamos, algo semejante a lo que le pasaba al que tenía, con Dios, mayoría absoluta.


Y como luego resulta que la gente está encantada de que le digan lo que le gusta oír, pues ya está. Incluso se dice que ese proceso es tan natural en el hombre porque Dios ha puesto en nuestro cerebro un lugar en el que se asienta su sentido religioso, lo cual, incluso puede ser cierto porque Dios es todopoderoso (aquí no puedo evitar un recuerdo para mi amigo Pepe Cela -QEPD- que me decía que cuando recitaba el Credo de pequeño, siempre decía ahí todo por el oso).


El abuso del Esto es palabra de Dios acompañado de enfáticos gestos litúrgicos, cuando todo el mundo está de vuelta de que detrás hay unos hombres que son los que han decidido lo que hay que decir sea palabra de Dios y lo que no, es realmente frustrante.


Llegado a este punto no puedo evitar copiar lo que dice Montaigne en el Ensayo nº XXXI de su LIBRO PRIMERO:

El auténtico campo y tema de la impostura son las cosas desconocidas, en primer lugar, porque su misma rareza les da crédito, y en segundo porque, no estando sometidas a nuestros discursos ordinarios, nos quitan la manera de combatirlas.

De aquí que diga Platón que es más fácil satisfacer al hablar de la naturaleza de los dioses que al hablar de la de los hombres, porque la ignorancia de los oyentes da vasto curso y plena libertad al razonamiento sobre una materia oculta. Por eso nada se cree con más firmeza que aquello de que menos se sabe, ni hay gentes tan seguras como las que nos cuentan fábulas … Tales, los intérpretes y explicadores ordinarios de los designios de Dios …


El autor dice en la pág. 51:


1)La fe en Dios lleva a Machado a esperar un final transhistórico -la mar- hacia el cual camina entre angustiado y esperanzado.


Machado se inspira para construir la metáfora de la mar como absoluto que hay después de la historia, en la copla de Jorge Manrique:

Nuestras vidas son los ríos / que van a dar a la mar / que es el morir.


Está muy bien que Machado emprenda su camino hacia la mar entre angustiado y esperanzado. Pero no es la única forma de caminar. Tenía yo un amigo Redentorista, profesor de Moral en Roma, que solía decir: Si después de esto no hay nada, es que Dios nos ha estafado! Es decir, se puede ir hacia lo absoluto chantajeando a Dios.


También se puede emprender ese camino sin necesidad de andar dando palos de ciego entre la niebla unamuniana: simplemente andando confiado y tranquilo porque uno se fía del Dios que lo creó, y sin más quebraderos de cabeza.


El autor dice en la pág. 61:


1) El primer disfraz -el más intolerable para Machado- de la fe es el pragmatismo que, partiendo de una fraudulenta absolutización de lo útil inmediato, pretende ofrecer un sucedáneo de la creencia, pero sin nada absoluto que sirva de referencia.


Creo que sobre el pragmatismo habrá que aclarar algo: no es malo porque esté en relación con lo útil inmediato, sino porque eso que es útil, pueda ser, además, malo.


Los sicólogos nos enseñan que cuando estamos ante una situación adversa sobre la que no podemos intervenir -la muerte de un hijo, por ejemplo- lo más práctico (en uso del pragmatismo de lo útil) es dejar de atormentarnos por el hecho y desviar nuestra actividad y atención a cosas que sí estén a nuestro alcance.


El problema que plantea lo útil es saber para qué lo es, y para quien, para dónde, para cuándo y para cuántos. Si la respuesta confluye con la bondad universal, ya no estaremos ante ningún disfraz, sino ante lo absoluto.


Con Dios como absoluto nos pasa algo semejante. La palabra Dios se parece mucho a una pieza de hipertexto que leemos en sus cuatro letras pero que contiene en su interior mucha información: la de todos sus atributos. Es decir, los que manejamos aquí los hombres como lo mejor que pueda haber: bondad, justicia, belleza, amor de benevolencia, felicidad, etc. etc. En el etcétera caben otros muchos más que tampoco sabemos bien en qué consisten, ni para apañarnos con ellos aquí ni mucho menos para atribuírselos a Dios. Es decir, lo absoluto de la palabra Dios lo convertimos en intercambiable con sus atributos absolutos porque, para misterio nuestro, no sabemos lo que es ni lo uno ni los otros: Una vez más, tapamos un misterio con otros.


Pág. 24:

Aquí Machado llega a expresarse con una enorme claridad: Al estar Dios en la Nada, hay que sacar a este mundo de la nada (así, con minúsculas). Esto quiere decir que esta búsqueda de Dios, oculto en su templo de la Nada, es profundamente animadora del itinerario humano hacia más allá de las fronteras de lo verificable.


Gracias sean dadas a nuestro autor por descubrirnos la claridad de Machado porque cuando tú no eres filósofo, te ahorras entrar a fondo en las páginas anteriores llenas de nihilismo, existencialismo y su poquito de marxismo.


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