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TEATRO

Título: MÁS ALLÁ DEL HORIZONTE. Drama escrito en1918 y estrenado con éxito en 1920;  Premio Pullicer de ese último año.

Autor: Eugene O´Neill. (1888 - 1953) Premio Nobel de Literatura 1936.

Edita, Aguilar, Biblioteca Premios Nobel (150 páginas).



Mi teatro

Acto primero

En enero de 2018 mi mujer me llama la atención sobre la entrevista que hacen en un periódico a la Señora O´Neill, de la Cámara de los Lores británica, por suponer que pudiera interesarme.


En efecto, me interesa, pero mi interés se deriva pronto a otra cuestión: ¿Será esta señora, nacida en Irlanda del Norte, familia del famoso dramaturgo norteamericano de origen irlandés? Indago y no encuentro relación entre ambos. Seguramente el apellido O´Neill es en Irlanda (del Norte o de cualquier otro punto cardinal), tan común allí como lo es García en Cataluña, por poner un ejemplo.


Acto segundo

Ya interesado por el autor, salto al título de su drama y los busco, al autor y al título en mi colección de Premios Nobel. Allí tropiezo con el autor pero no con la obra que me interesa (sí están otras dos de las suyas).


Acudo a mi Biblioteca municipal habitual para pedir prestado el título reseñado, y tampoco lo tienen. Declino acudir a la Biblioteca Nacional de la que tengo tarjeta de Investigador desde que fui Vicepresidente del Comité de Terminología del Instituto de la Ingeniería de España. La razón es que allí he de someterme a un uso presencial de la Biblioteca que no me conviene ahora y recurro a la Biblioteca de la Comunidad de Madrid que también me resulta familiar desde que intervenía en las sesiones de nuestra Tertulia poética “ARCO POÉTICO”.


En esta última Biblioteca tampoco tienen lo que busco pero, muy diligentes, activan el recurso de búsqueda en el conjunto de todas las Bibliotecas de Madrid, tanto de las municipales como de las de la Comunidad.


Con dificultad, dan con el libro. La razón del problema es que el libro no tiene como título la pieza que busco, sino el de un monográfico de la obra completa de O´Neill (se trata de otra distinta colección de Premios Nobel de la editorial Aguilar) donde, en primer lugar aparece el título deseado.


Cuento esta pequeña aventura para resaltar lo eficaz y amablemente que funcionan las Bibliotecas de Madrid.


Acto tercero

Esto otro sucedía el año 1954. Un día estaba yo sentado en la bancada del salón de actos de mi Colegio Mayor (el José Antonio) junto al pasillo central. Hacía un año que había muerto O´Neill. Dirigiéndose al estrado pasaron junto a mí tres conocidos personajes: D. Pedro Laín Entralgo Rector de la Universidad Complutense y D. Joaquín Ruiz Jiménez, ministro de Educación, que flanqueaban a D. Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado.


La comitiva se dirigía al estrado para solemnizar la inauguración del Colegio Mayor, del colegio que sería mi residencia durante mis dos últimos años de carrera (1954 y 55).


Desde él  a la Escuela ICAI  de Ingenieros (calle de Alberto Aguilera) y viceversa, me paseaba a diario cuatro veces, pues había de comer en el Colegio. Ello me daba ocasión de ver crecer palmo a palmo el arco de triunfo que por entonces se elevaba en la Moncloa. En relación con él dejo este enlace:


Pág. 7 de http://www.caprichos-ingenieros.com/ewExternalFiles/JACOS.pdf


De mi Colegio Mayor tengo gratos recuerdos que en este momento materializaré en los nombres propios de algunos que convivieron conmigo o que lo habitaron después de mi partida.


Relacionados con la cultura: Colmeiro, Pitoez, Pernas, Marcelo Arroitia Jáuregui, etc. Apostaría a que este último estaba detrás del teatro leído que representábamos en el salón de actos / capilla. Allí estuvieron Anouilh y O´Neill, sobre todo este último con su MÁS ALLÁ DEL HORIZONTE.


Otros pocos nombres:

Lucio Gabriel de la Cruz, ingeniero industrial al que 40 años después re-encontré en Valladolid como alto directivo de la fabrica de automóviles Renault.

Mario Camus, excelente director de cine: Premios Goya, Cannes y Berlín.

Ignacio García, a la sazón director del Colegio Mayor que, más tarde fue el ministro de Suarez que resultó clave para suavizar el paso del último gobierno de Franco al primero de la Transición a la Democracia.

Gabriel Cisneros, uno de los siete ponentes de la Constitución española de 1978.

     Mariano de la Parte, ciego desde los 8 años, fue Premio Nacional fin de carrera en Filosofía y Letras (1960). Con este motivo fue recibido por Franco en audiencia privada.  Hay que recordar que en 1938, en plena guerra civil, Franco había creado desde su Gobierno en Burgos, la Organización Nacional de Ciegos. Mariano de la Parte fue Profesor de griego y de latín, y director del Colegio Nacional de Ciegos de Madrid.

     Pedro Capilla, durante 21 años presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, y de la Agrupación Farmacéutica de la Comunidad Económica Europea.


EL TEATRO DE VERDAD


Al Autor y a su Obra que nos ocupa los trataré ahora al alimón, según convenga al relato que haré, a mi vez, un tanto a salto de mata.


Lo primero que se me ocurre decir es que la obra tiene más de tragedia que de drama. El protagonista, el hermano menor de la familia, está inexorablemente conducido por la fatalidad a un destino que está marcado desde el principio. El lector atento notará que los escenarios de la última escena y de la primera son materialmente idénticos (cambian hábilmente los efectos especiales acordes con lo que exige el paso del tiempo y la tensión propia de ambas escenas): una zanja junto al camino es la determinante de esa identidad fatal, consecuencia del hado.


Lo que acabo de decir de modo un tanto perifrástico lo resumió el Tribunal de la Fundación Nobel al conceder su Premio a nuestro autor “por … la emoción honda y sentida, de su obra dramática, en la que cobra expresión una original concepción de la tragedia”.


Del autor y su Nobel hay que señalar algunas cosas curiosas. En el primer párrafo de http://www.caprichos-ingenieros.com/sueno2.html hice un elogio del mérito literario de La interpretación de los sueños de Sigmund Freud. Pues bien, ahora me entero de que Freud fue el contrincante más notable de O´Neill para el Premio Nobel de literatura, 1936.


Por razones de salud O´Neill no pudo acudir a recibir su premio, pero envió unos papeles de agradecimiento en los que destacaba su deuda literaria con el dramaturgo, precisamente sueco, Strindberg (La señorita Julia) que nunca llegó a conseguir el Nobel.


Hablando de deudas literarias no hay que olvidar que O´Neill fue el acreedor de los éxitos literarios de otros importantes dramaturgos norteamericanos tales como Tennessee Williams (Un tranvía llamado deseo) o Arthur Miller (La muerte de un viajante).


La acción se suele tratar como un drama rural, que lo es, pero de una forma muy particular. Lo rural tiende a interpretarse como de tierra adentro, con horizontes de tierra, es decir, “más acá del horizonte”, pero en este caso se necesitan dos horizontes bien distintos: uno de mar y otro de tierra. El autor, con mucha destreza los inventa juntos en un sitio concreto: Si desde él miras al mar para fijarte en su horizonte, dejas a tu espalda el horizonte rural. Y viceversa.


A mí no se me hubiera ocurrido semejante solución pero, leyendo el libro, me situé inmediatamente en mi niñez de San Vicente de la Barquera. Allí tuve amistad con un chico llamado Luis Roiz y Roiz, que vivía con su madre en lo alto de la cuesta que lleva a la aldea de Boria. Hasta allí subía yo para jugar con él en su granja que habitaban las vacas y en la que se cultivaba maíz forrajero para su alimentación. La leche se vendía en el pueblo (Cabeza de Partido Judicial), el que se veía desde allí si dabas la espalda al mar Cantábrico.


En la obra hay 10 personajes pero tres son sólo ocasionales, lo que no significa que sean de coro o de bulto. Aquí todos tienen el máximo interés. Aún los de ocasión, porque si bien dicen poco, lo que dicen es de mucho calado: lo importante es saber interpretarlo.


Se trata, en definitiva, de dos familias de granjas vecinas. Al comienzo, una está compuesta por los padres, labrador y ama de casa y dos hijos de 27 y 23 años, respectivamente. La otra familia está muy reducida: una inválida (en silla de ruedas) madre viuda y su joven hija. Hay que suponer que en estas últimas condiciones hay alguien que se ocupa a sueldo, de la granja, pero no se sabe nada de ello.


Hay otro personaje muy significativo que es un marino solterón hermano del ama de casa. Éste representa el horizonte marino de los adultos, el de “el más allá”. El padre, el horizonte terrestre, el de “el más acá”.


Muy distintos son estos dos horizontes, según mi propia experiencia. Por razones de trabajo yo he tenido que cruzar España de cabo a rabo, conduciendo. Con frecuencia me entretenía en fijarme en el horizonte que tenía a la vista frente a mí para comprobar, con asombro, lo pronto que llegaba a él: una media de entre 15 y 30 minutos.


El horizonte marino yo lo veía de otra forma desde mi balcón en  San Vicente, como un breve segmento horizontal (entre paredes) que asemejara los raíles rectos de una vía de tren sobre la que rodaban los barcos lejanos en uno u otro sentido.


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